En sus Cuentos de Odesa, Isaak Bรกbel relata la historia de una banda criminal que, entre otros delitos, gusta de la extorsiรณn, del famoso derecho de piso. Las autoridades de la ciudad van cambiando, pero los villanos siempre hallan el modo de domesticarlas, corromperlas o eliminarlas.
Pasa el tiempo y llegan los bolcheviques al poder. Nombran a un nuevo jefe de policรญa, ahora llamada cheka. El capo de los mafiosos, Foim Grach, va a hablar con รฉl para leerle la cartilla. Con gran insolencia le comenta que viene solo, que no estรก armado. Le pregunta al nuevo agente de la ley que cuรกl es su precio.
Como respuesta, el policรญa manda llamar a un par de soldados y sin miramientos le pegan a Foim Grach mรกs de diez balazos.
Por ahรญ se halla un juez que se espanta, pues ya estaba mรกs que hecho al estado de las cosas, a los sobornos, a la ley que no se aplica. Quiere protestar por la muerte del mafioso, pero el policรญa lo ataja: โRespรณndeme como chekista, respรณndeme como revolucionario: ยฟpara quรฉ queremos un hombre asรญ en la sociedad futuraโ.
โNo lo sรฉโ, responde el juez, โprobablemente no lo necesitemos.โ
La literatura es el verdadero terreno de la libertad de expresiรณn. En este cuento, Isaak Bรกbel, uno de los mรกs grandes prosistas, nos presenta ese dilema casi utilitario. ยฟPara quรฉ queremos un hombre asรญ?
El ejemplo mรกs cรฉlebre de este tipo de dilemas lo expone Dostoyevski en su Crimen y castigo. Raskรณlnikov argumenta su derecho de matar a la usurera, y cada lector tendrรก su opiniรณn. ยฟQueremos una usurera asรญ en nuestra sociedad?
Pero supongamos que el asesinato no ocurre en una novela sino que lo leemos en un periรณdico, y que el periodista describe de este modo a la mujer asesinada: โEra una viejecilla pequeรฑita y seca, de unos sesenta aรฑos, de ojos agudos y malignos, con una naricilla afilada y sin nada a la cabeza. Sus cabellos albeantes relucรญan muy untados en aceite. Su fino y largo cuello parecรญa la pata de una gallinaโ, agregando que la mujer solรญa tener su departamento ordenado y sin una mota de polvo, pues โasรญ suele suceder en casa de las viudas viejas y malasโ.
Buena descripciรณn en una novela; repulsiva en la prensa.
ยฟPor quรฉ a un novelista se le permite lo que se le prohรญbe a un periodista? Eso no hace falta responderlo.
El mismo Dostoyevski, en Los hermanos Karamazov, tiene un episodio titulado โยกPara quรฉ vivirรก un hombre asรญ!โ.
Delante de sacerdotes y otra gente, papรก Karamazov discute con su hijo por una mujer. Ambos arden por ella. El padre busca que arresten al hijo para quitarlo del camino. Entre insultos, papรก Karamazov reta a su hijo a un duelo. La respuesta del hijo: โยกPara quรฉ vivirรก un hombre asรญ! Dรญganme ustedes: ยฟse le puede permitir todavรญa que deshonre con su presencia la tierra?โ.
Los deseos de muerte estรกn en la literatura desde sus inicios, desde el drama griego, porque tambiรฉn estรกn en el corazรณn del hombre. Son pasiones que difรญcilmente se expresan de manera pรบblica. Acaso las vemos en forma de amenazas, sobre todo en el mundo del hampa, o como crรญmenes consumados, pero ahรญ se entienden como un quiebre con el orden aceptado, no como naturaleza humana.
Otra vez acudo a Dostoyevski, pues รฉl tenรญa el asunto bien pensado. Aliosha Karamazov se encuentra con su hermano Ivรกn. โยฟEs que todo hombre tiene derecho, mirando a los demรกs, de decidir quiรฉn tiene mรฉritos para vivir y quiรฉn no?โ La respuesta de Ivรกn es sabia: โEse problema suele resolverse en el corazรณn de cada quien, sin considerar los mรฉritos, sino razones mucho mรกs naturales. En cuanto al derecho: ยฟquiรฉn no tiene el derecho a desear?โ.
(Monterrey, 1961) es escritor. Fue ganador del Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2017 por su novela Olegaroy.