Foto: AKristina [CC BY-SA 3.0 (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0) or GFDL (http://www.gnu.org/copyleft/fdl.html)], from Wikimedia Commons

Escribir desde la obsesiĆ³n: entrevista con Enrique Vila-Matas

El autor de obras indispensables como Bartleby y compaƱƭa, Doctor Pasavento y ParĆ­s no se acaba nunca habla sobre su proceso de escritura, su visiĆ³n de los gĆ©neros literarios y los vasos comunicantes entre la ficciĆ³n y la autobiografĆ­a.
AƑADIR A FAVORITOS
ClosePlease loginn

1.

Enrique Vila-Matas es inconfundible. Lo es en sus novelas ā€“con una de las voces mĆ”s destacadas de la literatura hispĆ”nicaā€“ y lo es en su apariencia fĆ­sica. Si alguien que jamĆ”s lo hubiera visto entrara en una cafeterĆ­a abarrotada de gente, lo reconocerĆ­a al instante. No lo delatarĆ­an su rostro ancho y blanco, su pelo canoso peinado hacia atrĆ”s ni su abrigo oscuro con el cuello alto que le da un aire siniestro. El rasgo delator serĆ­a su presencia tĆ­mida, su mirada siempre perdida entre cejas larguĆ­simas, su sonrisa de boca cerrada que parece a punto de decir una idea que lleva mascando mĆ”s tiempo del debido; en definitiva, lo delatarĆ­a su aspecto de escritor obsesionado.

 

2.

Lo conocĆ­ el invierno pasado en Barcelona. Era una tarde en la que parecĆ­a que nunca iba a dejar de llover. Puede sonar como un dato accidental, pero yo llevaba una semana leyendo su novela Dublinesca ā€“en la que llueve durante todo el libroā€“ asĆ­ que conocerlo en ese contexto era como conocerlo dentro de su obra. EntrĆ³ al edificio de la Pompeu Fabra, en Balmes, con un abrigo azul mojado, zapatos deportivos blancos que contrastaban con su vestimenta oscura y un paraguas negro que todavĆ­a chorreaba agua sobre el suelo de cerĆ”mica. Lo primero que hizo fue pedir un espresso. Sin su cafĆ©, dijo, no podrĆ­a hablar demasiado.

Cuando un amigo, ferviente lector de Vila-Matas, me preguntĆ³ al dĆ­a siguiente cĆ³mo era Ć©l en persona, le di una respuesta rĆ”pida: “Es igual a como te lo imaginas en sus libro”. RespondĆ­ eso para decir algo y salir del paso. Pero luego pensĆ© que no era del toda desacertado. “Habla como si escribiera ā€“agreguĆ©ā€“, parece que se lo inventara todo”.

 

3.

En ParĆ­s no se acaba nunca el narrador cuenta un viaje que realizĆ³ a Florida para participar en un concurso de dobles de Hemingway, con quien cree tener gran parecido: ā€œYo llevo no sĆ© ya cuĆ”ntos aƱos bebiendo y engordando y creyendo ā€“en contra de la opiniĆ³n de mi mujer y de mis amigosā€“ que cada vez me parezco mĆ”s fĆ­sicamente a mi Ć­dolo de juventudā€. MĆ”s adelante afirma estar convencido que no solo se parece al escritor estadounidense, sino que Ć©l mismo es Hemingway. Lo dice, por supuesto, en medio de un libro repleto de ironĆ­a, humor e intertextualidad.

Se me ocurriĆ³ ponerlo a prueba. RobĆ© la pregunta que le hizo George Plimpton a Hemingway sobre su proceso de trabajo en la cĆ©lebre entrevista del Paris Review ā€“nĆŗmero de la primavera de 1958ā€“ y se la planteĆ© a Enrique casi idĆ©ntica. SabĆ­a que la pregunta era genĆ©rica y que Ć©l no descubrirĆ­a la trampa. Fue la primera que le hice. Su respuesta no coincidiĆ³ con la de Hemingway, pero sĆ­ coincidiĆ³ con el estilo y la voz de un escritor ya hace mucho consagrado.

 

4.

ĀæQuĆ© me podrĆ­as decir de tu proceso de trabajo? ĀæEscribes con horario fijo?
En cualquier momento puedo estar escribiendo. En cuanto al proceso de trabajo, lo que puedo decir de la novela que estoy ahora haciendo es que no paro de corregir. El otro dĆ­a me acordĆ© de una frase de mi admirado Monterroso: ā€œYo no escribo, solo corrijoā€. Y sĆ­. Estoy escribiendo un libro y estos dĆ­as abordĆ© el dĆ©cimo capĆ­tulo, que calculĆ© que tendrĆ­a unas mil palabras. Eso me animĆ³ a escribirlo mucho mĆ”s que si hubiera pensado que tendrĆ­a que tener, por ejemplo, cinco mil. En ese dĆ©cimo capĆ­tulo tenĆ­a que describir un viaje en coche de CadaquĆ©s a Barcelona. ConducĆ­a un viejo pintor de paredes de CadaquĆ©s y un mal pintor de marinas; y de copiloto llevaba al narrador del libro, que pronto sentĆ­a que avanzaban muy poco en la carretera a pesar de que ya llevaban una hora de viaje. TambiĆ©n le parecĆ­a que el mundo no estaba acabado de hacer y que quizĆ”s estaban en el infierno, porque se movĆ­an como si estuvieran en la eternidad. Hice un primer borrador de casi mil palabras. Lo imprimĆ­ y tachĆ© unas trescientas. QuitĆ© toda la grasa y las cosas que no eran necesarias. Y volvĆ­ a redactar todo el capĆ­tulo. A medida que lo redactaba surgĆ­an nuevos elementos. Ayer me di cuenta de que tal vez habĆ­a escrito que el mundo ā€œno estaba acabado de hacerā€ quizĆ”s porque mi novela, a diferencia de otras que habĆ­a escrito, se demoraba mĆ”s de la cuenta y no estaba nunca acabada de hacer. ĀæMe he vuelto mĆ”s exigente conmigo mismo con los aƱos? Seguro. En fin: hay pocas certezas en este oficio. Y una de las pocas es que sin dominar el duro arte de corregir no hay nunca un buen escritor.

Y sobre el punto de vista de tus obras, con frecuencia se escucha a lectores que confunden tus libros con obras de autoficciĆ³n. Pero tĆŗ rechazas esa etiqueta. ĀæPor quĆ© crees que se da ese error? ĀæTal vez alguna novela tuya, como ParĆ­s no se acaba nunca, podrĆ­a encajar bajo esa categorĆ­a?
ParĆ­s no se acaba nunca se considera pionera de la autoficciĆ³n en EspaƱa. Pero es el tĆ©rmino el que me molesta, porque estĆ” muy anticuado. Tuvo sentido en Francia hace dĆ©cadas y dentro de un contexto literario muy determinado, pero hoy en dĆ­a suena muy ridĆ­culo, al menos en Francia, hablar de autoficciĆ³n. Lo que mĆ”s me molesta de todo esto es que a mi paĆ­s llegan las cosas siempre muy tarde, cuando ya no tiene sentido que lleguen. Por otra parte, lo que llega es un ā€œerror francĆ©sā€. Porque el Quijote mismo es autoficciĆ³n, todas las novelas lo son. Las etiquetas son mortales y estĆŗpidas. 

Volvamos unos aƱos hacia atrĆ”s. Publicaste tu primera novela en 1973, desde entonces han pasado mĆ”s de una veintena de nuevas novelas que te han servido como oportunidades de innovar. ĀæHacia dĆ³nde ha evolucionado tu literatura?
Para mĆ­ lo que estĆ” mĆ”s claro es que combino ensayo y ficciĆ³n, y que el lado ā€œsupuestamente autobiogrĆ”ficoā€ que implanto en la combinaciĆ³n de esos dos gĆ©neros proviene de una voz narrativa prĆ³xima a la del ensayista, pero esa voz no es la de un escritor fantasma que se difumina detrĆ”s de lo que cuenta, sino un autor que pertenece a la estirpe de Montaigne o de Sergio Pitol, una estirpe rara entre los autores de ficciĆ³n. Lo que se escenifica en un libro mĆ­o cualquiera no es una trama, o una serie de ideas, o una batalla contra el lenguaje, sino a un tal Vila-Matas tramando, pensando o escribiendo bajo el avatar de un narrador. Como seƱalara Ɓlvaro Enrigue: el probable secreto de mi estilo estriba en haber deslizado la ficciĆ³n hacia un sitio en el que, sin renunciar a narrar, no demando del lector que suspenda la credulidad, porque la atracciĆ³n de la lectura del libro no viene de la historia que se cuenta, sino del reencuentro con el autor que pertenece a la estirpe de los autores de ficciĆ³n que escriben como si estuvieran en un ensayo en el que continuamente el texto cambia de centro, como si saltara de centro en centro; un autor que cambia el eje principal del discurso, para acabar descubriendo que el verdadero centro de la novela, el verdadero centro de la narraciĆ³n ensayĆ­stica, o centro del ensayo narrado, ese centro, es el Ćŗltimo que aparece, es decir, ese centro es el final.

Hablando sobre algunos elementos de tus novelas, se encuentran repetidas referencias a lugares como Nueva York, ParĆ­s, Barcelona. ĀæCĆ³mo te han influido estas ciudades?
Son ciudades con las que he establecido buenas relaciones, si es que uno puede tratar a las ciudades como personas. A las que has nombrado, que son las mĆ”s presentes en mi poĆ©tica literaria, habrĆ­a que aƱadir, entre otras, Buenos Aires, DublĆ­n, Ciudad de MĆ©xico, Lisboaā€¦  

Hablemos de las citas en tus libros. Las utilizas con frecuencia, casi todas reales, algunas inventadas. ĀæPor quĆ©?
Hay en las citas, inventadas o no, una forma de revalorizaciĆ³n de la literatura. Al introducirlas en la ficciĆ³n, de cierta manera ā€œficcionalizoā€ la historia de la literatura y logro que la dicotomĆ­a establecida tradicionalmente entre la ficciĆ³n y la realidad quede en entredicho; pues, al unir una y otra en un solo plano discursivo, invalido la ecuaciĆ³n segĆŗn la cual la ficciĆ³n es solo un reflejo de la realidad. Y es que, en mi universo, lo real se ve verdaderamente contaminado por la ficciĆ³n triunfante.

ĀæHacia dĆ³nde piensas que va la literatura? ĀæQuĆ© puede ser vanguardia despuĆ©s de casi un siglo de vanguardias literarias? 
Se ha venido diciendo que el XIX es el siglo de la novela, pero es mĆ”s que probable que el verdadero siglo de la novela haya sido el XX. Es en ese siglo donde alcanza su mayor esplendor. Empiezan en el XIX Flaubert, Melville y otros, pero en el siglo pasado estĆ”n Proust, Joyce, Musil, Nabokov, Beckettā€¦ Digamos que esos autores, y otros, llevan a la novela a una especie de exploraciĆ³n extraordinaria de las posibilidades que el gĆ©nero narrativo permite. Y, como percibiera con suma agudeza Juan JosĆ© Saer, a partir de esa exploraciĆ³n, de ese despliegue, el gĆ©nero se abre cada vez mĆ”s. Y deja de haber una sola forma de escribir novela, ya no hay formas lineales y relatos estructurados a partir de las personas del relato excluyentes unas de otras, sino que todas las posibilidades de relato, todos los puntos de vista, todas las perspectivas pueden introducirse y desarrollarse al infinito. Y en ese sentido ya no estamos frente a un fenĆ³meno de vanguardia, sino que las vanguardias, y en esto sigo citando a Saer, por esa apertura que produjeron, permitieron entender la forma narrativa de una forma abierta. Isighuro decĆ­a que la vanguardia estuvo bien, pero significĆ³ lucha, enfrentamiento, borrar al otro. A mĆ­ actualmente me gusta, mĆ”s que la ruptura, el incorporar todo aquello que me gusta, sin mirar si es de vanguardia o no. Juntar, por ejemplo, al Saunders de Lincoln en el Bardo con los Diarios de Gombrowicz, las teorĆ­as de Walter Benjamin y el estilo de Henry James. Parece esto incompatible pero no lo es en absoluto. 

ĀæCuĆ”l es el papel de la ficciĆ³n en nuestro tiempo? 
Seguramente el mismo de los Ćŗltimos siglos. Una historia de ficciĆ³n solo tiene que ser verosĆ­mil y que el lector se la crea. Pero nunca he tenido muy claro el papel de la ficciĆ³n. Porque, si lo tuviera claro, ya no creo que probara a ver quĆ© es una ficciĆ³n, que es precisamente a lo que me dedico cuando trato de escribir una. 

Hablando sobre pequeƱas ficcionesā€¦ no estĆ”s en las redes sociales, ĀæquĆ© opinas de ellas? 
No sĆ© si mi pĆ”gina web es una red social, pero es una web muy completa, en continuo movimiento. ā€œDespliega en su web una estructura hipertextual, paralela a la de sus novelasā€, dijo Dominique Gonzalez-Foertser en Le Monde. Es una web en la que colabora decisivamente mi amiga Elena G-M. EstĆ” considerada como la mejor web de escritor en lengua espaƱola, aunque a algunos supuestos crĆ­ticos de las redes sociales les cuesta reconocerlo, porque preferirĆ­an que la mejor web fuera de algunos de sus amigos, lo que saben perfectamente que no sucede. 

ĀæTienes alguna idea que te obsesione en este momento? 
Hace exactamente diez aƱos decĆ­a Piglia: ā€œEn las novelas de Vila-Matas no importa si el personaje se dedica a pegar estampillas o estĆ” dedicado a hacer un gran complot. Lo que importa es su obsesiĆ³n y allĆ­ estĆ”n los personajes de Vila Matas, dando vueltas alrededor de una obsesiĆ³nā€. ĀæQuĆ© me obsesiona en este momento? Saber cĆ³mo saldrĆ© del momento, sobre todo si me decidiera a narrarlo.

 

5

Ā«Lo que importa es su obsesiĆ³nĀ», dice Enrique que decĆ­a de Ć©l Piglia. No sĆ© si la cita es cierta, pero pienso que es verdad lo que afirma. Sus libros no aparentan ser otra cosa que el desarrollo novelado de las obsesiones que lo atormentan. En su caso, la obsesiĆ³n se acaba cuando termina el libro, y entonces llega una nueva obsesiĆ³n que a su vez serĆ” reemplazada por otra. Y mientras esto siga asĆ­, de forma sucesiva, tendremos un Vila-Matas que no se acaba nunca. 

+ posts

(Guayaquil, 1995) es catador y escritor. EstudiĆ³ Derecho y luego CreaciĆ³n Literaria en la Pompeu Fabra. Da clases de literatura y trabaja con cafĆ© y chocolate.


    × Ā 

    Selecciona el paĆ­s o regiĆ³n donde quieres recibir tu revista:

    Ā  Ā  Ā