Modelo chino

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QuizĆ” falta poco para que los antidisturbios se pongan del lado de los manifestantes. Hay que ver cĆ³mo influye el sistema dictatorial o totalitario de China en el auge de los partidos autoritarios, quizĆ” es un modelo que afecta al paleocerebro y no nos damos cuenta. Acaso pensamos que solo influye occidente en el resto (occidente con minĆŗscula y escondido dentro del parĆ©ntesis).

QuizĆ” el sistema chino, tan raro, tan suyo, nos hace mĆ”s mella de lo que pensamos o no pensamos ni queremos pensar. El crecimiento de China, pese a los presagios y las admoniciones, no parece tener fin. Cada aƱo los especialistas (occidentales) le predicen un fallo, una caĆ­da, la contaminaciĆ³n, lo que sea. Pero nunca falla, nunca cede.

El mix de totalitarismo polĆ­tico y economĆ­a de negocios nos resulta incomprensible, inaceptable. Es una aberraciĆ³n, una perversiĆ³n. Pero el resultado es cada vez mĆ”s sĆ³lido. La superpotencia largamente anunciada la tenemos en acciĆ³n, encima, en nuestros bolsillos, en la mano, en la conciencia del mĆ³vil, el coche: el robot limpiador Xiaomi es imbatible, el patĆ­n. Las piezas de este mundo un poco abstruso llevan chip de China.

QuizĆ” ese Ć©xito que ya es abrumador altera la ecuaciĆ³n liberal tanto o mĆ”s que los motivos que se suelen argumentar. QuizĆ” el populismo es que nos decantamos hacia Confucio sin darnos mucha cuenta, el poder blando, el poder de las cosas que nos llevan. Al final vamos a ser comunistas de mercado por la vĆ­a del chip. Ahora lo vemos: cuando dimos por ganada la Guerra FrĆ­a no habĆ­a hecho mĆ”s que empezar.

Y si de pronto los policĆ­as, tan agobiados como el resto de manifestantes, se quitan el casco y la coraza y las doradas grebas y se pasan al otro lado. ParĆ­s se ha vestido de amarillo. El chaleco amarillo es una prenda que se luce con orgullo, el que la lleva estĆ” trabajando, que no es poco o quizĆ” es todo. Es un uniforme que significa empleo y sueldo, algo que hacer, algo necesario para que el sistema funcione. El chaleco, en Francia, que simboliza tanto, es ahora la resistencia flashmob, la gente socarrada que toma conciencia de su poder disperso. La conclusiĆ³n del ejecutivo, en todas partes, es siempre que hay que subir el sueldo a los policĆ­as antes que a los maestros. Es mĆ”s urgente.

Si en China se sublevara alguien, cien millones de personas, y tuvieran algo de Ć©xito, estarĆ­amos mĆ”s tranquilos en occidente. Pero no parece. El sistema de reputaciĆ³n social digital y vecinal se afianza, el control es absoluto y la resistencia es Ć­nfima. No hay disidentes vivos, o hay muy pocos. Y acaban en la cĆ”rcel o muertos. Con sus Premios Nobel y muertos de cualquier manera. La Guerra FrĆ­a la ganĆ³ Marilyn y la ganaron las tiendas de ropa. Luego ha resultado que la ropa es la misma en todas partes, la uniformidad, la factura, el color. De ahĆ­ que el chaleco reflectante, prenda de trabajo en vĆ­a pĆŗblica y de emergencia, tambiĆ©n sea un reclamo mundial. El chaleco amarillo es ya candidato a portada del aƱo, y apenas acaba de asomar. La Guerra FrĆ­a la ganĆ³ Marilyn Monroe, y luego el bando ganador se quedĆ³ sin estĆ­mulos, sin rival, para seguir innovando, se olvidĆ³ de la gente. Pero aquella guerra solo fue una batalla. El enemigo de verdad estaba creciendo en la sombra infinita.

Bin Laden quiso encarnar esa rivalidad colosal de la guerra ya aparentemente ganada, pero el fondo de armario no daba para tanto, el fondo medieval no seduce, la teologĆ­a no inflama las pasiones populares. El bando ganador entrĆ³ al trapo de ese desafĆ­o de las Torres Gemelas y se distrajo del otro, de China y sus chips, que son los nuestros. Nos han comido el alma desde dentro del mĆ³vil, da igual la marca porque todos los microprocesadores los hacen allĆ­. Ahora Trump clama contra Huawei. La pelea emocional, mĆ”s que la ideolĆ³gica (o quizĆ” es lo mismo en el fondo), se ha dirimido en silencio: quiĆ©n iba a querer tomarse en serio ese sistema opresivo y dictatorial. Pensamos y creĆ­mos que al ganar a la URSS no habĆ­a nada mĆ”s. El fin de la historia, bla bla. Y desaparecieron las ferreterĆ­as. En efecto, el poder soft de China iba por debajo, minando la arrogancia del vencedor, que se retira de diversas maneras: quiere facturar a sus provincias por un mix de protecciĆ³n y vasallaje. No es fĆ”cil retirarse con todo ese potencial desparramado por el mundo. Lo que cuesta virar un portaviones. No es fĆ”cil cobrar a todos las cuotas atrasadas del lado del bien.

QuizĆ” en el fondo de esas pulsiones totalitarias que ya agrietan por demasiados sitios la democracia haya un chip invisible, hackeado de fĆ”brica, con el firmware tuneado. QuizĆ” ademĆ”s del horror y el miedo al acoso de fin de mes, a la subida desbocada de lo bĆ”sico a mucha mayor velocidad que los sueldos, al abatimiento del incipiente Estado de bienestar, a la atroz invisibilidad del futuro (el progreso era esto), quizĆ” ademĆ”s de todo eso urge tambiĆ©n la aƱoranza por el terrible modelo chino de sometimiento y crecimiento. Cualquiera sabe quĆ© monstruos crepitan en esa sima de dolor y desesperaciĆ³n que aflige a occidente en su opĆ­para miseria terminal.

Lo local enloquecido y exclusivo, la patria mĆ­nima y excluyente, la seducciĆ³n de la fuerza bruta en contrapo-
siciĆ³n al pacto incesante e insuficiente, la simplicidad ante la complejidad, el odio a quien sea, la nostalgia de otros odios olvidados, la crisis eterna, incomprensible, el progreso del mundo en general, excepto aquĆ­ en particular.

A esa lista se puede aƱadir, quizĆ” sin decirlo o sin saberlo, la admiraciĆ³n rencorosa al nuevo mundo que ya se va apoderando de las ruinas y de los inmensos vacĆ­os que deja en su retirada el imperio anterior. A medida que triunfa un sistema se apodera de los corazones, y se admite lo peor.

Llegamos a amar la CIA, el FBI, la NSA, el cerco inhumano e ilegal a Julian Assange, GuantĆ”namo y el silencio de los drones. GanĆ³ Marilyn, ganĆ³ la Coca Cola, Hollywood ganĆ³ y todo para esto. QuizĆ” estamos mutando hacia la tiranĆ­a china, comunistas al fin, capitalistas sin poder protestar. QuizĆ” los chalecos amarillos sean una premoniciĆ³n cromĆ”tica. En fin. ~

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(Barbastro, 1958) es escritor y columnista. Lleva la pƔgina gistain.net. En 2024 ha publicado 'Familias raras' (Instituto de Estudios Altoaragoneses).


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