CavilaciĆ³n del 68

Las elecciones de julio de 2018 coincidirĆ”n con el cincuenta aniversario del movimiento estudiantil que cimbrĆ³ al paĆ­s.
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Las elecciones de julio de 2018 coincidirĆ”n con el cincuenta aniversario del movimiento estudiantil que cimbrĆ³ al paĆ­s. La convergencia serĆ” una cita con el destino. Muchos de los participantes ya no estĆ”n con nosotros. Quienes alcancen la conmemoraciĆ³n, deberĆ”n responder a preguntas de inmensa gravedad: ¿Ha valido la pena la larga travesĆ­a? ¿Es mejor este MĆ©xico que aquel? ¿En quĆ© nos equivocamos?

Fui uno de los cientos de miles de jĆ³venes que a lo largo de unos meses exaltados y angustiosos marchamos por las calles para afirmar nuestro derecho a disentir. Aunque solo pedĆ­amos la reparaciĆ³n de un agravio (el allanamiento de una escuela, la represiĆ³n brutal) y un diĆ”logo pĆŗblico con las autoridades, nos sentĆ­amos testigos de un drama histĆ³rico mayor: la decadencia del rĆ©gimen "emanado" de la RevoluciĆ³n Mexicana. Para 1968 esa remota fuente se habĆ­a desgastado. El gobierno era cada vez mĆ”s autoritario y privaba solo la verdad oficial, con su discurso pomposo y hueco. Nos propusimos denunciarlo. En respuesta, el 2 de octubre de 1968, el presidente DĆ­az Ordaz ordenĆ³ la matanza de cientos de estudiantes reunidos en la Plaza de Tlatelolco. El rĆ©gimen perdiĆ³ la legitimidad que le quedaba. Con ese sacrificio, el movimiento puso la piedra fundacional de la libertad polĆ­tica y la democracia.

En tĆ©rminos polĆ­ticos, mi generaciĆ³n (1935-1950) era la Ćŗltima del ciclo iniciado por los fundadores institucionales de la GeneraciĆ³n del 1915 (1890-1905) a quienes habĆ­an sucedido los consolidadores del orden revolucionario (1905-1920) y los crĆ­ticos de la GeneraciĆ³n de Medio siglo (1920-1935). La misiĆ³n y el destino de mi generaciĆ³n fue romper ese orden. Algunos buscaron hacerlo por la vĆ­a de las armas, otros por la vĆ­a de la polĆ­tica.

Nos apasionaba intensamente la polĆ­tica pero no tenĆ­amos un proyecto. SabĆ­amos que fuera del partido oficial no existĆ­a mĆ”s opciĆ³n que el PAN, que desde 1939 luchaba por la democracia, pero pocos comulgaban con Ć©l. La opciĆ³n natural era la izquierda (de hecho, muchos dirigentes del 68 se inscribĆ­an en ella) pero el Partido Comunista estaba proscrito. Por lo demĆ”s, dado el prestigio de la RevoluciĆ³n Cubana y sus Ć­conos, la izquierda (polĆ­tica, sindical, acadĆ©mica o intelectual) favorecĆ­a la vĆ­a revolucionaria y despreciaba a la democracia aplicĆ”ndole adjetivos como "burguesa" o "formal". Tal vez por eso no vimos que la democracia era la alternativa obvia. Pero, instintivamente, guiados por el espĆ­ritu contestatario de la Ć©poca, todos defendĆ­amos la libertad, condiciĆ³n de la democracia: en particular la libertad de expresiĆ³n, manifestaciĆ³n, asociaciĆ³n y debate. Para el "sistema", 1968 marcaba la hora de la apertura; pero DĆ­az Ordaz optĆ³ por la represiĆ³n. De diversa manera, los gobiernos que lo siguieron hasta 1994 se resistieron tambiĆ©n a instaurar la plena libertad polĆ­tica.

Junto con numerosos representantes de las generaciones anteriores, la GeneraciĆ³n del 68 se propuso conquistar esas libertades. No obstante, cabe seƱalar que la conciencia democrĆ”tica tardĆ³ en abrirse paso. A principio de los ochenta, sĆ³lo un puƱado de liberales proponĆ­a la democracia electoral frente al sistema del PRI o la revoluciĆ³n socialista. Pero la idea prendiĆ³. A mediados de esa dĆ©cada, la democracia terminĆ³ por colocarse en el centro de la agenda nacional.

La batalla por hacerla realidad durĆ³ tres dĆ©cadas y se librĆ³ en diversas trincheras (intelectuales, periodĆ­sticas, acadĆ©micas, polĆ­ticas, sindicales). Fue un proceso difĆ­cil, complejo e incluso trĆ”gico (hubo hechos dolorosos y sangrientos). El trĆ”nsito a la democracia se acelerĆ³ a partir de 1994 y se consumĆ³ en 2000. No obstante, en los diecisĆ©is aƱos que han trascurrido desde entonces, el desempeƱo de los polĆ­ticos ha sido pobre y decepcionante.

¿QuĆ© pensaremos dentro de dos aƱos, frente a la urna? En lo personal, creo que esta difĆ­cil construcciĆ³n de la democracia es preferible a "la dictadura perfecta". Pero nos equivocamos en cosas esenciales: no previmos los efectos colaterales del cambio (la irrupciĆ³n de la criminalidad) ni las perversas supervivencias del "sistema" (los intereses creados, los poderes fĆ”cticos, las inercias de la cultura polĆ­tica). No supimos educar a las generaciones siguientes en una cultura democrĆ”tica de respeto y tolerancia.

Y sin embargo, el mĆ©rito histĆ³rico de nuestra transiciĆ³n no fue menor que el de sus homĆ³logas europeas. OjalĆ” las elecciones de 2018 consoliden esos dos valores esenciales: libertad y democracia.

(publicado previamente en el periĆ³dico Reforma)

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Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial ClĆ­o.


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