En el otoรฑo de 2015, para la abrumadora mayorรญa de los estadounidenses, incluidos los republicanos, parecรญa inconcebible que Donald Trump fuera a ser elegido presidente al aรฑo siguiente. Despuรฉs del ataque al Capitolio, ocurrido dos semanas antes de que deje el cargo, es probable que la mayorรญa de los estadounidenses, incluida una mayorรญa republicana, no logren entender cรณmo llegรณ a ser presidente. Evidentemente, esto no era lo que los revoltosos โpartidarios de Trump del primero al รบltimoโ querรญan que sucediera. Pero fue lo que lograron. Esto no quiere decir que no haya muchos aliados de Trump en el Congreso, porque los hay; de hecho, hay fuertes sospechas (aunque todavรญa no se demuestran) de que por lo menos algunos integrantes de la Cรกmara de Representantes y sus ayudantes, asรญ como algunos integrantes de la policรญa del Congreso, se habrรญan coludido con los revoltosos. Pero el liderazgo republicano en el Senado ha mayormente abandonado a Trump, y seguramente muchos representantes harรกn lo mismo. En el exterior, incluso su aliado mรกs leal, el primer ministro israelรญ Benjamรญn Netanyahu, quitรณ la imagen de Trump del encabezado de su cuenta de Twitter. La expresiรณn en inglรฉs โese barco ya zarpรณโ, que se refiere al momento en el que es demasiado tarde para actuar, no captura por completo el momento actual, porque la realidad es que el barco ya se hundiรณ.
Trump siempre tuvo algo fuera de quicio. Cuando despotricaba, no se trataba de un desplante calibrado para producir un efecto deseado, como en el caso de Lyndon Johnson, otro presidente famoso por sus berrinches. Sus promesas, ya fuera sobre la desapariciรณn de la covid-19, o al inicio de su mandato, sobre que Mรฉxico pagarรญa por el muro fronterizo, pronto quedaban en evidencia como falsedades. Estas fantasรญas funcionaban bien con sus fieles, ese mรกs o menos 20% de estadounidenses que eran (y siguen siendo) fanรกticos a ultranza de Trump sin importar lo que haga o lo que diga, y de entre quienes salieron los asaltantes del Capitolio. Las elecciones presidenciales en Estados Unidos, sin embargo, no se ganan en la izquierda o en la derecha, sino en el centro del espectro polรญtico. Muchos de estos votantes ya habรญan abandonado a Trump durante la elecciรณn, y asรญ garantizaron la victoria de Biden. Despuรฉs del caos en el Capitolio, queda claro que han crecido en cantidad. Despuรฉs de la elecciรณn, la mayorรญa de los analistas creรญan que Trump tendrรญa un papel importante al interior del Partido Republicano, si no como candidato para la prรณxima elecciรณn presidencial, al menos como una voz decisiva. Hoy no hay posibilidad alguna de que esto suceda a nivel nacional. La โmarcaโ Trump, como รฉl la llama, es veneno electoral puro salvo en los distritos mรกs reaccionarios del paรญs. Y en cuanto a Trump mismo, tendrรก suerte si evita terminar en la cรกrcel.
Las razones por las que Trump azuzรณ el ataque al Congreso โsi es que siquiera se detuvo a pensar las publicaciones en Twitter donde hizo ese llamadoโseguirรกn siendo un misterio. El horror que esos disturbios provocaron en la abrumadora mayorรญa de las personas en Estados Unidos y en el mundo estรก completamente justificado. Claro que ha habido intentos y golpes de estado consumados en muchos paรญses democrรกticos, pero no son atinadas las analogรญas que se han hecho, ya sea con el llamado Putsch de la Cervecerรญa de Hitler en 1923, o con la mรกs reciente y menos histriรณnica ocupaciรณn del parlamento espaรฑol a cargo del coronel Tejero y sus secuaces complotistas, en 1981. Hasta donde sรฉ, nunca un presidente o primer ministro ha llamado a sus partidarios a ocupar el parlamento. Aunque uno no puede, desde luego, tener certeza sobre lo que pasaba por la mente de los revoltosos, si estaban intentando un golpe de estado no tenรญan oportunidad de consumarlo, porque incluso si, como parece, habรญa algunos soldados y miembros de la policรญa entre ellos, no habรญa posibilidad alguna de que el ejรฉrcito estadounidense apoyara un golpe de estado. Al contrario, los altos mandos de las fuerzas armadas han dejado claro su desdรฉn hacia Trump. Pero claro, los alborotadores no estaban pensando, seguรญan sus sentimientos. Esta es una tendencia que no se restringe a la derecha radical; la izquierda woke tambiรฉn desdeรฑa la racionalidad en cualquier sentido tradicional, y la considera una iteraciรณn de la supremacรญa blanca.
Si bien fue un momento muy atemorizante, tambiรฉn resultรณ, dรกndole un giro al famoso dicho de Marx, tragedia y farsa al mismo tiempo. La vestimenta ridรญcula de los revoltosos, sus jubilosas selfies tomadas en los escritorios de los polรญticos del partido Demรณcrata a los que tanto odian, fueron las acciones de niรฑos ferales que, si nos detenemos a pensarlo, no es una mala descripciรณn para el propio Donald Trump. Insistir en este punto no quiere decir que lo que presagia sea igualmente fรกrsico. Al contrario, como dejan claro las medidas de seguridad extraordinarias que se han tomado para asegurar que Biden pueda tomar posesiรณn el 20 de enero, el terrorismo domรฉstico y supremacista es una amenaza real. Las personas hablan, como debe ser, del World Trade Center y la amenaza terrorista de la yihad. Pero no se habla lo suficiente, o por lo menos no se hablaba hasta hace poco, del bombazo a un edificio de gobierno en Oklahoma City en 1995 y la amenaza nacionalista blanca. Desafortunadamente, parece inevitable que las personas en Estados Unidos tendrรกn la oportunidad de hacerlo en los aรฑos por venir.
Dicho todo esto, es importante no exagerar. Ni el terrorismo yihadista ni el nacionalista blanco, horrorosos como ha sido el primero y como promete convertirse el segundo, representan una amenaza existencial a Estados Unidos. Y desde un punto de vista prรกctico, la caรญda en desgracia y el repudio hacia Trump y las acciones de sus aliados mรกs extremistas fortalecerรกn a Biden despuรฉs de que tome el mando. Estรก por verse si Biden sabrรก sacar provecho de esto. Porque el ataque de nervios colectivo que Estados Unidos parece estar sufriendo no va a terminar pronto. Las divisiones en el paรญs son demasiado profundas y amargas. Si lo รบnico que logra Biden es calmar un poco las tensiones, ya habrรก logrado algo enorme. Como se trata de una categorรญa metafรญsica y por lo mismo no es falsificable, siempre hay sitio para la esperanza. Pero no hay justificaciรณn empรญrica alguna para el optimismo ante el futuro de Estados Unidos.
Traducciรณn de Pablo Duarte.
David Rieff es escritor. En 2022 Debate reeditรณ su libro 'Un mar de muerte: recuerdos de un hijo'.