Elecciones 26-M: Nostalgia del bipartidismo

Las derrotas de Colau en Barcelona y de Carmena en Madrid, pero también la vuelta del PSOE a la hegemonía progresista y de la derecha a Madrid, certifican el entierro definitivo del 15M.
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El PSOE es la casa de la izquierda, y fuera de ella solo hay monstruos. La estrategia del sanchismo (gane el PSOE aunque perezca el mundo) ha funcionado para el partido, que sube en casi toda España y arrasa en las europeas (con 20 escaños), pero no mucho para la izquierda en general. En el nuevo multipartidismo de bloques la izquierda es casi exclusivamente el PSOE. Podemos se ha convertido en una corriente interna de los socialistas. Aunque el PSOE haya ganado las elecciones no podrá gobernar en lugares clave, quizá el más importante de ellos Madrid. En el bloque de izquierdas hay una gran desigualdad entre el PSOE y Podemos (hay sitios donde Podemos no ha obtenido ni siquiera representación e incluso le ha superado Vox, como en Murcia).

En cambio, en el bloque de derechas Ciudadanos y PP se encuentran cerca el uno del otro (y Vox funciona como salvavidas). Aunque el PP no haya obtenido unos resultados positivos podrá gobernar con Cs y Vox en Madrid, tanto en el ayuntamiento como en la comunidad, y quizá Aragón. El caso de Madrid es importante no solo porque sea la capital sino porque ha sido el laboratorio de Pablo Casado. Sus candidatos para la alcaldía (Martínez-Almeida) y la comunidad (Díaz Ayuso) producían sonrojo y no creaban mucha confianza en la derecha, que tras las generales perdió autoestima y parecía que se iba a quedar en casa. Finalmente, el PP ha salvado los muebles, ha demostrado su implantación territorial y parado los pies a Ciudadanos, que se veía ya como líder de facto de la oposición al gobierno de Sánchez (los de Rivera han sacado poco más de un 8% en las elecciones municipales y un 12% en las europeas). Quizá Ciudadanos debe asumir que no puede tan fácilmente ejercer de líder de la oposición y que tiene que volver a su idea clásica de partido liberal pactista. Ni Ciudadanos ni por supuesto Vox (que ha obtenido un 2,9% en las municipales) han desafiado al PP en estas elecciones. La ultraderecha exigirá alguna concejalía e intentará hacer ruido, pero es posible que cuando se termine el estado de excepción de los últimos meses caigan poco a poco en la irrelevancia.

La fragmentación de la izquierda radical es ya un clásico. Vivimos una época de revival del bipartidismo: un PSOE hegemónico y a su izquierda varios partidos de la “izquierda verdadera” al borde de la irrelevancia. Errejón, que ha obtenido 300.000 votos más que Podemos en la Comunidad de Madrid, intentará exportar su modelo, pero fuera de la capital el errejonismo parece alienígena. La debacle de Podemos, que ha perdido sus ayuntamientos del cambio (solo queda Kichi en Cádiz, adversario interno de Iglesias), también se reflejará a nivel nacional. Podemos apoyará claramente un gobierno de Sánchez, pero no tiene la influencia ni la legitimidad como para pedir ministerios.

En la ciudad de Barcelona ha ganado las elecciones Ernest Maragall, el candidato de ERC. Es el primer alcalde de Esquerra en 80 años. Posiblemente gobierne en solitario, con apoyos puntuales de PSC, En Comú Podem o JxCAT. Colau ha sufrido el efecto del sanchismo (el PSC vuelve a tener algo de influencia, pasa de 4 a 8 concejales), pero también el aumento de ERC, que gracias al efecto Junqueras obtuvo 15 diputados en las elecciones generales. Las derrotas de Colau en Barcelona y de Carmena en Madrid, pero también la vuelta del PSOE a la hegemonía progresista y de la derecha a Madrid, certifican el entierro definitivo del 15M.

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Ricardo Dudda (Madrid, 1992) es periodista y miembro de la redacción de Letras Libres. Es autor de 'Mi padre alemán' (Libros del Asteroide, 2023).


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