© Brian Cahn / Zuma wire

Hispandering

¿Hasta qué punto le beneficia o le perjudica a un candidato estadounidense hablarle en español a sus posibles votantes?
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“En este país también se habla español”, declaró Jorge Ramos, el periodista de Univisión, al iniciar su intervención como uno de los cuatro moderadores del debate transmitido por ABC y Univisión el jueves 12 de septiembre. “Los latinos pasan hoy por un momento muy difícil”, continuó Ramos, y por ello es importante que se sepa que “este es también nuestro país”.

Ni corto ni perezoso, Beto O’Rourke, el excongresista texano de origen irlandés, quien habla español con soltura, aprovechó la ocasión para mandar sus mensajes directamente a la comunidad hispana. Lo mismo hizo el alcalde Pete Buttitieg, un joven erudito que habla siete idiomas. También lo intentaron, aunque con menos fortuna, el senador Cory Booker y el exsecretario de Vivienda, Julián Castro.

Ya a finales de junio, durante el primer debate, José Díaz Balart, presentador de noticias de Telemundo y NBC, rondaba el tema haciéndole preguntas en español a varios de los candidatos.

En sentido estricto, el recurso no es nuevo. Hace décadas que los políticos procuran acercarse al electorado latino hablando español, comiendo tacos, pupusas o arepas, bailando cumbia o rumba o cantando el “Cielito lindo” con los mariachis. En 1962, le tocó a Jackie Kennedy intentar enmendar el desastre político que significó el fracaso de la invasión a Cuba mal fraguada por su marido, dirigiendo un discurso en español a los exiliados cubanos miembros de la brigada 2406 en Miami.

¿Hasta qué punto le beneficia o le perjudica a un candidato hablarle en español a los posibles votantes?

Que un candidato no latino hable español en campaña puede ser visto como sincero o como oportunista. Todo depende del contexto y del uso que le de el candidato,” me dice Matt Barreto, fundador de la consultoría Latino Decisions. “Pero si un candidato que no acostumbra hablar en español de pronto se lo saca de la manga, definitivamente puede aparecer como un oportunista”.

En un tuit, el profesor Loren Clollingwood, quien se ha dedicado a estudiar el tema a profundidad, se pregunta: “¿Hablar español ayuda a los candidatos anglo a atraer a los votantes latinos?” Y responde: “en tres experimentos conjuntos separados mostramos que esto aumenta la probabilidad de elección de votos de 5 a 7 puntos, con efectos principalmente entre los latinos nacidos en el extranjero”.

Sin embargo, matiza Collingwood, “hay circunstancias en las que hablar español podría ser contraproducente. Por ejemplo, cuando quiere comunicarse con latinos que solamente hablan inglés.” También, añadiría yo, cuando el candidato se equivoca de audiencia, como le sucedió a Bill de Blasio cuando se despidió de posibles votantes cubanos de Miami con la consigna de Che Guevara, “Hasta la victoria siempre”.

Para el politólogo David Ayón, Eric Garcetti ganó la alcaldía de Los Ángeles hablándole a los votantes en inglés y en español, aún cuando su contrincante obtuvo el apoyo de la plana mayor de los políticos latinos electos. Pero, “Aquí entre nos”, me dice un famoso encuestador que prefiere permanecer en el anonimato, “el español es un plus si a la gente le cae bien el candidato, pero si no le simpatiza, lo considera ‘Hispandering’”.

La palabra consta de dos términos, “Hispanic” y “Pandering” y significa algo así como darle coba, adular o alcahuetear a los hispanos. Viene de Pandare, un personaje del poema de Chaucer, Troilus and Criseyde, que sirve de alcahuete a los personajes principales. Hispanic es el controvertido término que compite, a veces con inaudita ferocidad, con latino para agrupar a quienes vinimos a Estados Unidos de países de lengua hispana.

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Escribe sobre temas políticos en varios periódicos en las Américas.


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