La especie humana es migrante desde sus orรญgenes. Surgiรณ en รfrica y fue cubriendo el planeta en migraciones sucesivas, a pie. La multiplicaciรณn de medios de transporte cada vez mรกs rรกpidos intensificรณ el proceso. Tambiรฉn facilitรณ las migraciones transitorias, imposibles a pie.
Las primeras fueron pequeรฑas y definitivas: para establecerse en otra parte. Las รบltimas son masivas y transitorias. Estudiantes (por aรฑos), trabajadores (por meses) y turistas (por semanas o dรญas) no viajan para quedarse en otra parte, sino para “enriquecerse” de alguna manera, aunque algunos acaben por establecerse donde fueron a estudiar, trabajar o visitar.
Es distinto el caso de los que huyen de catรกstrofes naturales (inundaciones, ciclones, tsunamis, terremotos, erupciones volcรกnicas) o polรญticas (la guerra, el terrorismo, la violencia, el genocidio nazi, soviรฉtico, maoรญsta, polpotiano). Buscan refugio transitorio, mientras pasa el peligro, con la esperanza de volver.
La migraciรณn puede llegar a una regiรณn deshabitada (algo cada vez mรกs difรญcil) o poblada. Puede ser bien recibida (y hasta promovida) o rechazada. Los turistas pueden ser mal vistos, como invasiรณn que provoca aumentos de precios. Los trabajadores pueden ser mal vistos, como competidores que roban oportunidades de empleo. Esta ambivalencia es milenaria, y se refleja en dos palabras opuestas: hospitalidad y hostilidad que derivan de la misma raรญz indoeuropea (ghos-ti, “extranjero”).
La hospitalidad se da en todas las etnias estudiadas por los etnรณlogos. Es encomiada en la Biblia, desde el Gรฉnesis hasta el Nuevo Testamento. Kant la sitรบa como principio de La paz perpetua en un mundo cosmopolita: el derecho del extranjero a llegar sin ser tratado como enemigo, porque el planeta es de todos.
Las Naciones Unidas aprobaron desde 1948, sin un solo voto en contra, la Declaraciรณn Universal de los Derechos Humanos, que establece el derecho de circular libremente (artรญculo 13) y el derecho de asilo (14).
Pero hablar de hospitalidad incondicional y sin lรญmites es utรณpico. Y hablar de hospitalidad al forastero no es hablar de multitudes. Hay que distinguir: Las multitudes desorganizadas que huyen buscando refugio. Las operaciones de rescate organizadas por la Cruz Roja. Los grupos de visitantes organizados por agencias turรญsticas. Las caravanas de migrantes ilegales organizadas por traficantes de personas (con frecuencia abandonadas, cuando no maltratadas y robadas). Tambiรฉn hay que distinguir la esperanza de emigrar para mejorar, de la fuga en busca de refugio.
Los primeros pobladores de Amรฉrica no fueron originarios del continente, sino migrantes que llegaron a pie, durante siglos. A medida que los nuevos fueron llegando a regiones ya pobladas, hubo conflictos. Tambiรฉn los hubo cuando pasaron de recolectar y pastorear a sembrar. El dicho: “No hay que poner puertas al campo” es una reclamaciรณn del pastoreo contra la agricultura, que pone cercas y no deja pasar rebaรฑos. Finalmente, todos fueron desplazados, esclavizados o muertos por los conquistadores y migrantes occidentales.
Donald Trump, que impulsรณ un muro contra la migraciรณn, desciende de migrantes: su abuelo paterno emigrรณ de Alemania, su madre de Escocia. La Uniรณn Europea, que suprimiรณ la visa y las aduanas entre sus miembros, construye un muro en las fronteras de Grecia.
Los traficantes de ilegales hacen un negocio transportista ilรญcito. Los clientes que se arriesgan a viajar asรญ, y pagan por el servicio, no son los mรกs pobres de su paรญs ni los de menor escolaridad. Suelen tener รฉxito, ahorrar casi todo lo que ganan y enviarlo a sus familias.
En nรบmeros redondos, Canadรก, Estados Unidos y Mรฉxico tienen 500 millones de habitantes. Centroamรฉrica (de Belice a Panamรก), 50: diez veces menos. Si todos los centroamericanos salieran de sus paรญses hasta vaciarlos, la poblaciรณn del Norte no aumentarรญa mรกs que 10%. De golpe, serรญa un trastorno; pero no, si ocurriese paulatinamente. Menos aรบn si sale nada mรกs la quinta parte, y transitoriamente.
Por supuesto que serรญa bueno mejorar el desarrollo centroamericano. Terminar con el sicariato en Honduras (que en 1990 tenรญa la misma tasa de homicidios que los Estados Unidos y ahora seis veces mรกs). Acabar con el nuevo Somoza de Nicaragua: Daniel Ortega. Pero lo importante es organizar la hospitalidad legal a los centroamericanos que buscan refugio o mejorรญa, y reducir al mรญnimo el trรกfico ilegal.
Publicado en Reforma el 27/VI/21.
(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.