Huachicoleros del agua

En la Ciudad de México, las protestas por la escasez y el robo de agua empiezan a formar parte de un perturbador paisaje habitual. Pero la perspectiva del colapso hídrico no parece suficiente para impulsar legislaciones y recursos financieros urgentes.
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La semana pasada, después de dos meses y medio de escasez de agua, colonos de tres delegaciones (Álvaro Obregón, Benito Juárez y Venustiano Carranza) cerraron varias calles para exigir, primero, respuestas por parte de la autoridad y, después, soluciones y fechas compromiso para reestablecer el suministro. Los vecinos, además de señalar la indolencia de las autoridades, hablaban de los “huachicolores del agua”, en referencia a los choferes de pipas que robaban el agua de las tomas para revenderla. Estas escenas empieza a volverse perturbadoramente conocidas: el año pasado hubo varios cierres viales y una manifestación en particular, en la colonia Peñón de los Baños, delegación Venustiano Carranza, dejó trece policías heridos y una serie de fotografías con las que bien podríamos empezar una galería preapocalíptica de las guerras del agua.   

De acuerdo con el Sistema de Aguas de la Ciudad de México (SACMEX) el promedio de disponibilidad de agua para cada persona es de 320 litros por día. Aunque, como este mismo órgano desconcentrado reconoce, su distribución es sumamente desigual. 

 

Desde 1988 el Plan hidráulico reporta datos de tandeo[1] para la delegación Iztapalapa. Desde entonces las autoridades se han tomado tan poco en serio el problema que el año pasado ya eran ¡286 colonias!, ubicadas en diez delegaciones, que solo ejercen su derecho constitucional al agua algunos días y en ciertas horas. (Estas colonias pagan una cuota fija bimestral de $2,914.58, pero dependiendo de la manzana en la que se ubica la toma de agua, son candidatas a subsidios que pueden llegar al 97%.) 

Ramón Aguirre encabeza la dirección general del Sistema de Aguas de la Ciudad de México desde hace más de una década, y empieza a hacerse costumbre escucharlo cada año reprochar el recorte presupuestal que sufre el SACMEX. Aguirre ha señalado que se requieren 8 mil millones de pesos anuales para solventar los aspectos de la infraestructura, y el requerimiento caló tan hondo que, si en 2016 el Programa de Apoyo a los Organismos de Agua le dio al SACMEX 989 millones de pesos, para 2017 ese monto se redujo a 309 millones de pesos. En ese entonces, Aguirre incluso amagó con llevar el recorte presupuestal a la Suprema Corte de Justicia, acompañado de las 890 quejas violatorias del derecho al agua que recibió la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México entre enero de 2009 y enero de 2014. Pero nada sucedió. 

A finales del año pasado la Asamblea Legislativa discutió la Ley de sustentabilidad hídrica de la Ciudad de México para atender el colapso hídrico que empieza a ser una realidad cotidiana: actualmente el 18% de la población no recibe agua todos los días, 32% no recibe agua suficiente para atender sus necesidades y requiere del apoyo de pipas y de comprar agua en garrafones. Además hay 45 colonias con alto riesgo de inundación en temporada de lluvias. Pero los fantasmas privatizadores, que son tan redituables en tiempos electorales, la tienen en pausa. 

Ocho días después de nuestra jornada electoral, Ciudad del Cabo se convertirá en la primera ciudad importante del mundo en quedarse sin agua[2]. Ocho días después. Y nosotros estamos en esa misma lista catastrófica. ¿Estamos preparados para vivir con 25 litros de agua al día? Si la respuesta es, como imagino, no. ¿Por qué entonces no estamos oyendo hablar de la escasez de agua como un problema de seguridad nacional? 

 

[1] Cuando se surte agua solo durante ciertos días y en un determinado número de horas.

[2] A partir de ese día todos los habitantes deberán acudir a uno de los 180 puntos de agua autorizados para recibir su ración de 25 litros de agua al día.

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Es politóloga, periodista y editora. Todas las opiniones son a título personal.


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