El rey del cash no es un libro, es un golpe

Poderoso pero insuficiente, como todo testimonio, el libro de Elena Chávez aporta elementos para entender cómo el presidente y su partido usaron sus gobiernos para suplir la falta de recursos.
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No es un libro. Es un golpe. Lo escribió Elena Chávez y es un testimonio personal sobre las cuestionables prácticas de un partido que perfeccionó el método de mamar del gobierno.

La mercadotecnia funcionó. Soltar la carátula y la contraportada prometiendo revelaciones jugosas sobre los hábitos del presidente mexicano y sus partidarios para tener siempre pesos a la mano sin trabajar fue una estrategia muy exitosa. Yo lo leí de cabo a rabo en cuanto tuve la oportunidad. Se titula El rey del cash y cuenta que ahí donde había un lopezobradorista con escritorio, había recursos para la calle, sin que quede claro si eran solo aportaciones personales, puros descuentos ilegales, rebanadas al presupuesto o todo al mismo tiempo y por tres.

Como periodista especializada en política capitalina a partir de 2011 y hasta hace un par de años, me tocó escuchar muchos testimonios al respecto. Funcionarios delegacionales me contaron que llevaban cada mes dinero a la oficina de quien era llamado por sus seguidores el presidente legítimo. No, no me contaron si eran descuentos o aportaciones o pellizcos al erario. Solo que eran obligaciones mensuales y que eran robustas.

Exdelegados nos contaron a mi colega Gabriela Rivera y a mí, con grabación de por medio, que ponían recursos físicos: toldos, camionetas, sándwiches y gente para los mítines de López Obrador. Lo hacían sin muecas ni arcadas porque creían que estaban construyendo el México del futuro.

¿Pero lo que escribió Elena es una prueba del uso ilegal de recursos? ¿El libro está documentado?

Elena Chávez vivió cerca del lopezobradorismo durante 18 años y escogió contar dos historias importantes: la de la recolección de dinero y la del temperamento de Andrés Manuel López Obrador. En ambos casos fue observadora indirecta. No fue cercana al presidente y, por lo que cuenta, no llevaba los sobres amarillos. Pero vivió con una de las manos derechas del tabasqueño durante tres elecciones, el plantón de Reforma, el gobierno de Marcelo Ebrard y eventos como el News Divine.

Ella hacía y deshacía la maleta de César Yáñez, particular de López Obrador. Cocinó para el jefe. Revisaba tuits y amadrinaba a Ariadna Montiel. Algo que le consta directamente es que, con Ebrard en el gobierno de la ciudad, Yáñez recibía un sueldo de 50 mil pesos mensuales, más aguinaldo de 90 días, por acompañar al aspirante presidencial a sus giras. Le cuentan que todos ganaban igual. Le consta lo de Yáñez y el descuento a su propio salario.

Además, interesada en robustecer sus afirmaciones, buscó tres testimonios adicionales, declaraciones patrimoniales y registros de mensajes. Lo hace, supongo, porque está consciente de la insuficiencia de su testimonio. No escribí debilidad, solo insuficiencia. Es un testimonio muy poderoso, pero es insuficiente como lo son todas las fuentes de la historia si no pasan por la revisión del articulador experto: el historiador.

El mismísimo libro de Ana Frank, si fuera el único, no sería prueba del Holocausto, pero es un documento potente que, contrastado con fuentes primarias, secundarias, otros testimonios y fuentes directas e indirectas, se vuelve una pieza indispensable del rompecabezas del genocidio nazi.

El libro de Elena Chávez es ya una importante pieza del rompecabezas que servirá como prueba de las trapacerías cometidas por Andrés Manuel López Obrador y por Marcelo Ebrard, entre otros, pero no, no es la prueba. ¿Está bien documentado? No. Es en sí mismo el documento. No es una investigación periodística o un libro objetivo. Es la narración de una mujer valiente que por supuesto, es condescendiente consigo misma (como lo somos todos) para contar desde una trinchera relevante, parte de la historia de un partido, una ciudad y una carrera presidencial.

Es una memoria parcializada como lo son todas. Olvídense de las buenas o malas intenciones, el despecho o el sufrimiento; la experiencia siempre es parcial.

Más que poner en duda la veracidad del libro, pongo en duda su suficiencia y recomiendo a los lectores que distingan entre la prueba de los anexos, las muchas anécdotas de Elena sobre momentos que claramente le constan y todo aquello que, sin ser falso, fue lo que escuchó o dedujo.

Una vez hecha esta disección, los lectores inteligentes verán elementos que bastan para entender que Andrés Manuel López Obrador, el PRD y Morena supieron usar sus gobiernos para suplir la falta de recursos y, en el camino, encontrarán sabrosas anécdotas (parcializadas, pero sabrosas) sobre el carácter del presidente, su esposa y los llamados traidores a la causa.

Este no es un libro. Es un golpe.

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es politóloga y analista.


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