Mi abuelo paterno no era sionista. Tampoco era religioso. Era un sastre judรญo que sentรญa una profunda solidaridad con su pueblo milenario pero nunca visitรณ Israel y apenas pisรณ una sinagoga. Creรญa en los valores del racionalismo liberal expresados en las obras de Spinoza y en los ideales humanistas e igualitarios del socialismo ruso y europeo. Bendijo a Mรฉxico desde que pisรณ Veracruz. Aquรญ se dedicรณ a trabajar y a leer, aquรญ muriรณ y aquรญ estรก enterrado.
Hablaba mucho de la destrucciรณn del sueรฑo socialista en la urss, la gran utopรญa de su juventud. Hablaba a veces de su familia (su padre, sus tres hermanas, un pequeรฑo hermano) exterminada en Auschwitz, y del millรณn de niรฑos sacrificados por los nazis. Pero hablaba poco de Israel. Para รฉl, Israel no era la tierra prometida sino el รบltimo refugio de un pueblo desesperado y paria que, tras el Holocausto, no tenรญa dรณnde ir.
El Holocausto tuvo, en casi todo el mundo occidental, el efecto de abrir una tregua, que en su momento pareciรณ definitiva, en la hostilidad histรณrica contra los judรญos. A esa tregua โla mรกs costosa pagada por ningรบn otro pueblo en la historia universalโ se aunaba el prestigio de Israel. Para Europa โque por cerca de dos milenios habรญa discriminado, perseguido y finalmente casi exterminado por entero a sus judรญosโ Israel representaba una especie de cura de conciencia: frente a las fotos de los campos de exterminio, las fotos de los jรณvenes en los kibutzim.
En algรบn momento de los aรฑos cincuenta, al Colegio Israelita llegaron maestros israelรญes que nos hablaron de las nuevas ciudades, las tรฉcnicas de irrigaciรณn que hacรญan florecer el desierto, la educaciรณn de los inmigrantes (incluidos los judรญos de vieja estirpe รกrabe o sefardรญ venidos de รfrica o el Lejano Oriente), la pujante democracia, los avances cientรญficos, los hallazgos arqueolรณgicos y, quizรก lo mรกs notable, el renacimiento del hebreo como lengua nacional y literaria. Un puรฑado de amigos decidieron emigrar a Israel. La mayorรญa optรณ por permanecer en su patria mexicana.
A partir de esas dos vertientes, la familiar y la escolar, me formรฉ una visiรณn de Israel. No creo en su carรกcter mesiรกnico. Creo que el Holocausto explica, en parte, la necesidad de su fundaciรณn. Pero creo que Israel fue, desde su origen a fines de siglo XIX, mucho mรกs que un refugio: una utopรญa realizada. Los judรญos que llegaban de la Rusia zarista o la Europa antisemita se propusieron crear una nueva sociedad y una cultura moderna distintas a la del exilio y en su propio idioma, el hebreo. La historia social y cultural de Israel precede al Holocausto. De esa extraordinaria epopeya โnarrada, entre otros historiadores, por Anita Shapiraโ existe muy poca conciencia en Occidente. Pero en esta hora oscura de polarizaciรณn y odio, hay otra toma de conciencia igualmente necesaria para una reconciliaciรณn que ahora parece imposible.
La tregua del Holocausto y la lectura positiva de Israel se reforzaron en 1967 con la Guerra de los Seis Dรญas, cuando el presidente egipcio amenazรณ con โechar a los judรญos al marโ. Pero aquella guerra victoriosa tuvo el efecto de ocultar aรบn mรกs un drama cuya conciencia no formaba parte de mi bagaje familiar y escolar: el drama del pueblo palestino. Se le veรญa como una derivaciรณn del conflicto รกrabe-israelรญ: si se resolvรญa este, se disolverรญa aquel.
Aรฑos despuรฉs entendรญ que no se resolverรญa, que no se disolverรญa, por una razรณn de la que entonces tenรญa yo โcomo muchos otrosโ poca conciencia: aquella tierra de promisiรณn, aรฑorada por los judรญos durante dos milenios, estaba habitada mayoritariamente por el pueblo palestino. Expulsado de forma violenta, aquel pueblo viviรณ en los mรกrgenes de esa tierra y en condiciones de inadmisible precariedad. Muy posiblemente esa expulsiรณn masiva no habrรญa ocurrido โo no de esa forma o con esa magnitudโ sin la guerra unรกnime de los paรญses รกrabes contra Israel al dรญa siguiente de la Promulgaciรณn de Independencia. Pero el hecho histรณrico es incontrovertible.
Asรญ lo reconocen desde hace dรฉcadas las voces liberales de Israel, como Ari Shavit, que en Mi tierra prometida โsu reciente libro, esclarecedor y dolorosoโ documenta puntualmente casos como el de la aldea palestina de Lydda, arrasada en 1948, asiento actual del aeropuerto de Lod. El libro de Shavit constituye una admisiรณn de responsabilidad moral desconocida por la derecha israelรญ (hoy predominante), e implica una voluntad resuelta de llevar a cabo las concesiones necesarias que conduzcan a la creaciรณn de un Estado palestino. Pero todo ello exige una contraparte, no menos resuelta: el reconocimiento definitivo de la existencia legรญtima del Estado de Israel y la garantรญa plena de su seguridad. Esa era hace apenas unos aรฑos la posiciรณn de la mayorรญa de los israelรญes. Esa es la firme posiciรณn de escritores como Amos Oz y David Grossman. Esa es mi opiniรณn.
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Mi toma de conciencia sobre los trรกgicos destinos de Israel y Palestina ha sido larga y difรญcil. En julio de 1977 escribรญ para Vuelta la reseรฑa de Jerusalรฉn, ida y vuelta de Saul Bellow. Aquel libro desolador concluรญa con una pesadilla: Israel podรญa no ser mรกs que un espejismo, una construcciรณn febril y efรญmera, el รบltimo campo de concentraciรณn. Yo no descartรฉ entonces โni ahoraโ esa visiรณn terrible pero habรญa otra pesadilla no hipotรฉtica, apenas visible: la de los refugiados palestinos. Existรญan dos narrativas โdos verdadesโ irreconciliables. Si Israel habรญa sido la รบnica tabla posible de salvaciรณn para una parte sustantiva de un pueblo destinado a extinguirse, los palestinos tenรญan razรณn en negarse a pagar la cuenta de un desastre que ellos no causaron. Si se querรญa evitar el infinito derramamiento de sangre, habรญa que buscar una salida prรกctica a la situaciรณn o ponerla โcomo insinuaron a Bellow algunos cientรญficos israelรญes, convertidos sรบbitamente a la religiรณnโ en manos de un responsable anterior: de Dios.
Pero Dios no era el responsable de esa situaciรณn, y poner en sus manos la soluciรณn fue lo que agravรณ el problema. Gershom Scholem โel gran estudioso de la Cรกbalaโ se negรณ a esa dimisiรณn polรญtica y moral. Como muchos miles de jรณvenes judรญos, habรญa emigrado de Berlรญn a Palestina porque entendรญa que los judรญos europeos tenรญan los dรญas contados. Habรญa fundado la Universidad Hebrea de Jerusalรฉn en 1925 y desde entonces dedicรณ su vida al estudio de las corrientes mรญsticas en el pensamiento judรญo. En una entrevista que traduje para Vuelta (โLos riesgos del mesianismoโ, noviembre de 1980) este hombre extraordinario recordรณ su pertenencia โen los aรฑos veinte y principio de los treintaโ al grupo Brit Shalom (Pacto de Paz) que habรญa abogado por un eventual Estado binacional y una convivencia posible entre รกrabes y judรญos. Creรญa que aquel habรญa sido uno de esos raros โmomentos plรกsticosโ en los que, con imaginaciรณn, valor y buena fe, pudo intentarse lo que parecรญa imposible: โEntonces, quizรก, pudimos tomar ciertas decisiones que hubiesen cambiado nuestras relaciones con los รกrabes. No hay duda de que cometimos varios errores… Pero despuรฉs de Hitler no habรญa otra prioridad que la de salvar a todos los judรญos que fuera posible.โ
Dรฉcadas mรกs tarde, Scholem habรญa sido testigo y protagonista de otro de esos โmomentos plรกsticosโ que โpudieron transformar toda la situaciรณnโ:
Fue despuรฉs de la guerra de 1967. David Ben-Guriรณn sugiriรณ entonces la devoluciรณn unilateral de todos los territorios ocupados con la รบnica excepciรณn de Jerusalรฉn. Nadie sabe quรฉ habrรญa sucedido, pero pienso que la idea contenรญa una gran verdad. En agosto de 1967, inmediatamente despuรฉs de la Guerra de los Seis Dรญas, firmรฉ una carta con otros seis intelectuales, opuesta a toda anexiรณn territorial. Se necesitaba valor entonces para hacer eso. Pero quiรฉn puede decir lo que habrรญa ocurrido. Ahora tenemos mucho menos libertad de acciรณn.
A Scholem โconocedor de la fatal atracciรณn que el mesianismo ha ejercido sobre los judรญosโ le preocupaba sobremanera la presencia del grupo radical Gush Emunim: โes tambiรฉn, sin duda, un grupo mesiรกnico. Utilizan citas bรญblicas con propรณsitos polรญticos. Cada vez que el mesianismo se introduce en la polรญtica surgen los peligros y el รบnico desenlace previsible es el desastreโ.
Quizรก el documento clave de mi tardรญa confrontaciรณn con los dilemas de Israel fue la publicaciรณn (tambiรฉn en Vuelta, en diciembre de 1981) de la carta abierta a Menajem Beguรญn titulada โLa patria peligraโ, que el historiador israelรญ Yaakov Talmรณn escribiรณ semanas antes de morir. La polรญtica de asentamientos y la ocupaciรณn de los territorios palestinos en Gaza y Cisjordania constituรญan โun error fatalโ: โEl deseo de dominar e incluso gobernar una poblaciรณn extranjera hostil que difiere de nosotros en idioma, historia, economรญa, cultura, religiรณn, conciencia y aspiraciones nacionales, es una tentativa de revivir el feudalismo […] La combinaciรณn de sometimiento polรญtico y opresiรณn nacional y social es una bomba de tiempo.โ
Mรกs ominoso aun que esos problemas seculares era para Talmรณn el resurgimiento de una variante peligrosa del antiguo mesianismo judรญo, que habรญa interpretado la victoria en la Guerra de los Seis Dรญas de 1967 como una especie de compensaciรณn metahistรณrica de la tragedia del exterminio nazi. โNada hay mรกs despreciable ni daรฑino que usar sanciones religiosas en un conflicto entre nacionesโ, advertรญa, coincidiendo puntualmente con Scholem. Talmรณn profetizรณ con todas sus letras que esa mezcla maligna de la esfera religiosa con la polรญtica desvirtuaba por completo el sentido espiritual de Israel y el legado moral del pueblo judรญo, y corrรญa el riesgo de โprovocar en los musulmanes una yihadโ. A los pocos aรฑos, la profecรญa de Talmรณn se cumpliรณ, inexorablemente.
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Visitรฉ por primera vez Israel en noviembre de 1989, tras la Primera Intifada. Me acompaรฑaba mi padre. No salimos de Jerusalรฉn, que como un imรกn teolรณgico nos retenรญa. โJerusalรฉn es una ciudad en busca de un psicoanalistaโ, me dijo el gran poeta Yehudรก Amichรกi. Recorrimos con emociรณn los laberintos de la Antigรผedad, los museos y mercados, y charlamos con amigos. Un viejo guรญa palestino nos llevรณ a la mezquita de Omar. Recuerdo la quietud del instante, el fervor de los feligreses y la sรบbita escena โestampa de la Bibliaโ de un anciano ciego agitando al aire, furiosamente, su tosco bordรณn, contra unos niรฑos que le hacรญan burla. El guรญa nos hizo contemplar una vista de la ciudad y musitรณ un lamento por aquel paisaje perdido de su infancia.
Encontrรฉ un paรญs dividido entre la derecha dura, partidaria de los asentamientos y proclive cada vez mรกs al fundamentalismo religioso, y la vieja izquierda laborista con la que yo simpatizaba, inclinada a la soluciรณn pacรญfica y la negociaciรณn territorial. Recogรญ testimonios de acadรฉmicos, escritores, cientรญficos, artistas, y hablรฉ largamente con dos notables pensadores de la izquierda liberal: el historiador Amos Elรณn y el filรณsofo Avishรกi Margalit. Siendo muy crรญticos de la polรญtica de asentamientos, conservaban la esperanza de que se abriera una rendija para la paz. Conocรญ tambiรฉn a Merรณn Benvenisti, un polรญtico y autor proveniente de una familia judรญa avecindada por generaciones en Jerusalรฉn. Su obra consistรญa en levantar, en una cuidadosa cartografรญa, los asentamientos palestinos โpueblos, aldeas, bordos, olivares, limonerosโ que habรญan desaparecido con la fundaciรณn de Israel.
En ese viaje, unos amigos israelรญes, activistas del movimiento Paz Ahora, nos arreglaron encuentros con palestinos. En el oscuro bar del legendario American Colony Hotel (cuartel de T. E. Lawrence, situado en la parte este de Jerusalรฉn), sentados en sillones diminutos y bajo una luz tenue y secreta, conversรฉ con el intelectual Asรกd Al Asรกd (รฉl mismo apuntรณ su nombre en mi libreta). Por primera vez oรญ con detalle la narraciรณn palestina. Advirtiendo la presencia de mi padre, me contรณ un viaje reciente con el suyo a la cercana aldea donde habรญa nacido, en 1947: โNo queda nada, ni el nombre original Bait Mahsir; ahora es el Moshav Beit Meir.โ โยฟQuรฉ harรก Israel โse preguntรณโ con los dos millones de palestinos que viven en el Margen Occidental y los ochocientos mil que se hacinan en Gaza?โ La anexiรณn de los territorios le parecรญa imposible. Y su ocupaciรณn insoportable: โHa terminado por impedirnos hacer el amor.โ Tiempo despuรฉs, en una pelรญcula vi representado el drama de una pareja en la que el novio renuncia al amor conyugal por la imposibilidad de vivir con dignidad en una circunstancia indigna.
Al poco tiempo, una nueva historiografรญa israelรญ empezรณ a registrar esa otra historia, la historia palestina, develando datos que manchaban el aura tolerante y liberal de los sionistas fundadores. No pude menos que ver un avance moral en esa corriente revisionista y autocrรญtica. Me parecรญa digna de la mejor tradiciรณn profรฉtica de Israel.
La dรฉcada final del siglo XX pareciรณ configurar un nuevo, inesperado y precario โmomento plรกsticoโ. La admisiรณn clara del drama palestino, fundamentada por muchos intelectuales israelรญes, creaba la atmรณsfera moral para un entendimiento. Y los protagonistas polรญticos buscaban una convergencia. Si un veterano de todas las guerras como Isaac Rabรญn y el lรญder histรณrico de los palestinos Yasser Arafat se lo proponรญan de verdad, la paz era posible. El camino, para los palestinos, era aceptar el establecimiento de un Estado palestino en Gaza y Cisjordania, que otorgara pleno reconocimiento y seguridad a la legรญtima existencia de Israel, todo dentro de fronteras significativamente similares a las de 1967. El camino para ambos era convertir a Jerusalรฉn en la capital de ambos pueblos. El camino para Estados Unidos, Europa y las Naciones Unidas era establecer una presencia internacional sustantiva y permanente en la zona.
Por desgracia no ocurriรณ. El โmomento plรกsticoโ se perdiรณ. Un elemento poderoso e irreductible habรญa entrado de lleno en escena: el fanatismo religioso. Una de sus primeras vรญctimas fue Rabรญn, asesinado en 1995 por un israelรญ de extrema derecha. Pocos advirtieron en aquel hecho de sangre, cometido en nombre de Dios, un presagio del siglo XXI.
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Lo que siguiรณ fue โha sido, sigue siendo, cada vez mรกsโ el horror. Convencida de tener a Dios de su lado, Hamรกs irrumpiรณ con toda la ira criminal del fundamentalismo islรกmico. Entre 1993 y 2005, Hamรกs enviรณ ciento trece ataques suicidas a Israel provocando un millar de muertos civiles. (Que en tiempos previos a internet no tuvieron una cobertura visual tan amplia.) Los escenarios sangrientos fueron las calles, restaurantes, cafรฉs, autobuses pรบblicos, parques, empresas, mercados, estaciones de trenes, sinagogas, centros comerciales. Tras el fracaso de la conferencia de Taba entre Barak y Arafat (2001), bajo el gobierno de Ariel Sharรณn, Israel comenzรณ a levantar el muro que lo separa de Cisjordania (2002) y multiplicรณ los asentamientos en ese lugar. (Paralelamente, el rostro social, polรญtico y demogrรกfico de Israel sufriรณ cambios profundos, tornรกndose cada vez mรกs nacionalista y redentorista.) En 2005, para sorpresa general, el propio Sharรณn โconvencido al parecer de la necesidad de un compromisoโ evacuรณ totalmente los asentamientos de Gaza. Pero el repliegue no trajo la paz. En 2009 โensayo de la reciente guerraโ, tras los primeros ataques con cohetes desde Gaza sobre las ciudades del sur, las fuerzas armadas de Israel penetraron la zona y la aviaciรณn bombardeรณ el territorio.
Asรญ llegamos a la guerra del pasado julio. Israel respondiรณ a la provocaciรณn, porque ningรบn gobierno puede permanecer pasivo a la penetraciรณn subterrรกnea y el ataque aรฉreo de su territorio. Igual que varios autores de la izquierda liberal israelรญ, me pronunciรฉ en apoyo de la destrucciรณn de los tรบneles. (Construidos a muy alto costo bajo las casas palestinas hasta territorio israelรญ, es improbable que tuvieran el solo propรณsito de secuestrar a algunos soldados.) Y condenรฉ los bombardeos.
Las fotografรญas de Gaza no mienten ni dejan mentir: son dantescas. Segรบn varias versiones, algunas escuelas, mezquitas y hospitales ocultaban cohetes que se lanzaban contra las ciudades israelรญes. Y cabe imaginar cuรกntos muertos habrรญa habido en Israel por el lanzamiento de 3,400 cohetes, de no ser por el โDomo de Hierroโ y un avanzado sistema de protecciรณn de la ciudadanรญa. Pero la decisiรณn de bombardear esos sitios โaun si se tomaron algunas providencias y se emitieron avisosโ fue no solo desproporcionada sino finalmente inรบtil. Como ha demostrado Ian Buruma en un artรญculo reciente (โWhy bomb civilians?โ), a lo largo de la historia los bombardeos nunca han desanimado a la poblaciรณn que los sufre. Por el contrario: enardecen sus sentimientos de agravio y venganza.
Dicho lo cual, me indigna que los militantes de Hamรกs desprotejan a la poblaciรณn. Su polรญtica significa: โsin preguntarte, pagas con la vida de tu familia por la guerra que yo escogรญโ. Queda claro, aunque se diga poco, que los tรบneles bajo Gaza fueron hechos tambiรฉn para proteger a los militantes de los bombardeos: no a la poblaciรณn civil. Por ello hubo tan pocas bajas de Hamรกs, y las bajas de la poblaciรณn civil no fueron de ningรบn modo mitigadas por las autoridades de Gaza. ยฟY quรฉ ocurrirรญa si Hamรกs llegase a obtener misiles o quizรกs una bomba? A juzgar por su ideologรญa, expresada en su acta de fundaciรณn (calcada de los Protocolos de los Sabios de Sion), y a juzgar por sus hechos de sangre y su pasiรณn por el martirio, cumplirรญan la pesadilla de Bellow y desatarรญan una hecatombe en la que morirรญan centenares de miles de israelรญes.
En tรฉrminos militares, la guerra puede terminar sin vencedor ni vencido. Israel habrรก destruido tรบneles y armamentos pero Hamรกs seguirรก firme en Gaza. En el horizonte se advierte la prรณxima batalla, quizรก en la frontera con Lรญbano. O quizรก irrumpa una Tercera Intifada en los territorios ocupados. Segรบn David Shulman โactivista judรญo de los derechos palestinos y especialista en historia de la Indiaโ, si esa Tercera Intifada se ejerce con mรฉtodos gandhianos, serรญa contundente.
Pero en tรฉrminos diplomรกticos y mediรกticos, la guerra ha sido una derrota para Israel. Solo un gigantesco y genuino esfuerzo humanitario (y de reconstrucciรณn) de su parte en Gaza y el reinicio inmediato de negociaciones serias, que fortalezcan a Mahmud Abbรกs y conduzcan al establecimiento de un Estado palestino, pueden modificar el veredicto de la opiniรณn mundial. Dada la polarizaciรณn nacionalista y el encono fundamentalista, no ocurrirรก. La paz parece improbable, quizรก imposible. Ante la desolaciรณn y la desesperanza, vuelve a mi mente una lรญnea de Yehudรก Amichรกi: โLa inscripciรณn estรก ya en la pared, y estรก escrita en tres idiomas: hebreo, รกrabe y muerte.โ
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Una consecuencia lamentable pero inevitable de esta guerra sin fin ha sido la globalizaciรณn del antisemitismo. Erosionado el prestigio de Israel, puede afirmarse tambiรฉn que la tregua del Holocausto ha terminado, y esas dos condiciones โen la era de internetโ facilitan la circulaciรณn de los viejos tรณpicos del antisemitismo โtanto de corte medieval como naziโ adoptados indistintamente por voces de izquierda y de derecha.
โAntisemitismoโ es un tรฉrmino ambiguo, y por ello conviene aclarar โprimero en negativo, por lo que no esโ su significado. Criticar la fundaciรณn de Israel, teniendo en cuenta el altรญsimo costo que tuvo que pagar desde entonces el pueblo palestino, no implica un acto antisemita: historiadores israelรญes han documentado mejor que nadie ese drama. Criticar la polรญtica exterior israelรญ en las รบltimas dรฉcadas conlleva aรบn menos una actitud antisemita: de hecho, los propios israelรญes liberales y de izquierda han visto en los asentamientos un acto de ocupaciรณn inadmisible, cruel y, a fin de cuentas, contraproducente. Criticar la reciente ofensiva en Gaza tampoco supone albergar un prejuicio antisemita: existen argumentos serios โesgrimidos por autores israelรญesโ contra su desproporciรณn y una indignaciรณn general por el sacrificio de la poblaciรณn civil.
Hechas esas salvedades, creo que a raรญz de la guerra de Gaza afloraron nuevamente, pero con mรกs intensidad que en 2009, dos actitudes preocupantes: una roza el antisemitismo, otra lo asume abiertamente. La primera es la parcialidad noticiosa y editorial de muchos medios con respecto al tema, como si la ofensiva israelรญ se hubiera dado (casi) en el vacรญo, sin la provocaciรณn de los proyectiles de Hamรกs sobre Israel y sin el descubrimiento de los tรบneles. E igual que en 2009, tampoco se documentรณ el hecho de que Hamรกs puso en situaciรณn de riesgo a su poblaciรณn civil.
Ese รฉnfasis condenatorio no se ha visto en otras tragedias: pienso en Chechenia, donde fueron torturadas y muertas decenas de miles de personas. (Y podrรญa mencionar tambiรฉn los casos actuales de Siria e Iraq.) La doble moral resulta inexplicable. Nadie comparรณ entonces a los rusos con los nazis. Habrรญa sido una infamia, a pesar de lo que hicieron en Chechenia. Y es que los rusos sufrieron indeciblemente a manos de los nazis. Los judรญos sufrieron aรบn mรกs. Otorgar a las vรญctimas la identidad de los victimarios es una perversidad moral.
Ahรญ reside la segunda actitud, francamente antisemita. Su expresiรณn mรกs socorrida es la amalgama de maldad: la equiparaciรณn de la esvรกstica con la Estrella de David, que a su vez supone la equiparaciรณn de la tragedia de Gaza con el Holocausto. Se trata de dos fenรณmenos distintos que, por su magnitud y naturaleza, no pueden ser homologables. La amalgama de todos los males conduce a la banalizaciรณn del mal. Y aรบn mรกs decisiva que la diferencia cuantitativa es la diferencia de sentido.
El Holocausto representรณ la voluntad (cumplida en un 50%) de exterminar un pueblo, de borrarlo, de tratar a niรฑos, mujeres y ancianos como plaga y no como personas. Este exterminio no fue solamente un crimen contra los judรญos sino contra el concepto mismo del ser humano. La inteligencia, la racionalidad y el lenguaje desaparecen si no asumimos una semejanza radical entre los hombres.
En el caso actual, son los fundamentalistas islรกmicos de Hamรกs quienes quieren borrar a la poblaciรณn israelรญ. Ni en esta ofensiva ni en ninguna otra Israel se ha propuesto exterminar a la poblaciรณn palestina. Aun en medio de la guerra, Israel no cesรณ de enviar los camiones de ayuda humanitaria a Gaza.
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Vuelvo al recuerdo de mi abuelo. Habrรญa repudiado el fanatismo de Hamรกs. Habrรญa reprobado la polรญtica de ocupaciรณn. Le habrรญan avergonzado los racistas y fundamentalistas en Israel. Le entristecerรญa la irrupciรณn del antisemitismo en Mรฉxico y le habrรญa resultado incomprensible que proviniese de medios de izquierda. No quiero imaginar su rostro ante los reclamos de โechar a los judรญos mexicanos al marโ o la mentira โrepetida mil veces, hasta volverla verdadโ de que todos los mexicanos de origen judรญo somos traidores a Mรฉxico o encabezamos una conspiraciรณn mundial o apoyamos al gobierno de Netanyahu o amasamos inmensas e ilรญcitas fortunas. Pero imagino sus palabras: aquรญ naciste, aquรญ fundaste una familia, aquรญ has trabajado y leรญdo, aquรญ morirรกs. ~
Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial Clรญo.