Cuando salรญ de Venezuela rumbo a Madrid, a finales de julio pasado, el paรญs estaba encendido por los cuatro costados. Balas. Bombas lacrimรณgenas. Tanquetas. Muertos. Heridos. Los venezolanos se habรญan sublevado contra la dictadura de Nicolรกs Maduro. Lo arriesgaban todo. Sin exageraciรณn: sonaban las trompetas del Apocalipsis. Hasta se hablaba de una guerra civil. Regresรฉ a Caracas hace poco y el paisaje luce diferente. Ya no traquetean las escopetas de la Guardia Nacional o las de la Policรญa Bolivariana. Ya no hay gente cerrando las calles. Ya no hay marchas multitudinarias. Acรก las cosas cambian en un instante. Cinco minutos equivalen a un aรฑo. Y dos meses, que fue lo que tardรฉ fuera, corresponden a una era geolรณgica. Me sorprendiรณ mucho que aquella batalla campal mutara a esta aparente calma de hoy. Bestiario: parece que a la fiera que se insubordinรณ contra el rรฉgimen chavista le hubiesen inyectado un calmante para apaciguarla. Godzilla domesticado.
Mi peluquera, que tiene su negocio en la conflictiva zona de Altamira, donde cayeron varios estudiantes durante las manifestaciones que ocurrieron entre abril y julio, describe la metamorfosis mejor que un sociรณlogo: es una paz ficticia. Cierto. Los venezolanos no han claudicado. Las protestas languidecieron, pero el descontento estรก intacto. El malestar social es una energรญa en reposo. Un monstruo que en cualquier momento se levanta. O es un monstruo que ahora no muestra sus colmillos porque se ocupa de una faena mรกs civilizada: las elecciones regionales que se celebrarรกn el prรณximo 15 de octubre para escoger a los gobernadores de los 23 estados. Peligro: el reino de fusiles que tiene a Maduro como monarca se tambalea cuando la pugna se desplaza del conflicto de calle al terreno electoral. En la esgrima del voto, Maduro es dรฉbil. Ya ocurriรณ en las parlamentarias de diciembre de 2015: la oposiciรณn conquistรณ 110 curules mientras que el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) apenas obtuvo 55 escaรฑos.
Justo por el shock que le produjo semejante resultado fue que el chavismo dinamitรณ la vรญa del referendo revocatorio y colocรณ en hibernaciรณn la convocatoria para las elecciones regionales, que, segรบn la Constituciรณn, debรญan realizarse en diciembre pasado. La matemรกtica del voto constituye el gran dolor de cabeza del rรฉgimen. ยฟY por quรฉ entonces Maduro aceptรณ ir a las urnas? Paradoja: el cierre del camino electoral desatรณ la furia de los ciudadanos, que optaron por lanzarse masivamente a las calles. El costo fue muy alto: 139 muertos y miles de heridos. Maduro quedรณ en evidencia ante el mundo como lo que es: un verdugo dispuesto a apretar el gatillo con tal de sostenerse en el poder. Pero la presiรณn internacional ha sido enorme. Y la amenaza de que Godzilla salga de su letargo provisional y retome las calles estรก latente. Venezuela roza el precipicio de la hiperinflaciรณn: el alza de precios sumarรก 1.438 por ciento al cierre de este aรฑo, segรบn proyecta la firma Ecoanalรญtica.
Maduro truncรณ la ruta electoral y, por truncarla, ha tenido que regresar a ella. Le urge una vรกlvula de escape. Le urge lavarse la cara ante el mundo. El dictador se unta colรกgeno democrรกtico. Y lo ha hecho apostando a que los ciudadanos, desesperanzados porque las protestas de abril-julio no desembocaron en la caรญda del rรฉgimen, se abstendrรญan masivamente. El PSUV, sin ser mayorรญa, se llevarรญa el grueso de las gobernaciones. Al principio, la jugada pintaba bien. Hay un antecedente: en 2005, la Asamblea Nacional quedรณ bajo control absoluto del chavismo porque la oposiciรณn se abstuvo de participar en las elecciones celebradas ese aรฑo bajo el argumento de deslegitimar al rรฉgimen. Ese parlamento funcionรณ perfectamente: nadie en el mundo lo desconociรณ. Maduro apostaba a que esta vez ocurriera algo parecido. Pero los ciudadanos aprendieron la lecciรณn. Godzilla no se rinde. Los sondeos de la encuestadora Datanรกlisis indican que mรกs de 80 por ciento de quienes se declaran opositores irรก a votar el prรณximo 15 de octubre. Y el Banco de Inversiรณn Torino Capital vaticina que, si se vence la abstenciรณn, la oposiciรณn podrรญa coronar 18 de las 23 gobernaciones en liza. Maduro se unta colรกgeno: el pueblo toma Prozac y se sobrepone.
Los nรบmeros son alentadores, pero no se puede cantar victoria todavรญa. Hugo Chรกvez, un titรกn polรญtico, solรญa citar al pelotero Yogi Berra cada vez que se enfrentaba a una contienda: el juego solo se acaba despuรฉs que se acaba. La tarea es colosal. Las encuestas efectivamente sugieren que la participaciรณn serรก alta. Pero hay que saltar otros escollos. El chavismo tiene bajo su puรฑo al Consejo Nacional Electoral. En 2015, por ejemplo, el CNE colocรณ cerca de la tarjeta de la MUD (Mesa de la Unidad Democrรกtica, coaliciรณn opositora) otra tarjeta con idรฉnticas siglas para confundir al elector. Fue una clonaciรณn perversa. Los votantes no cayeron en la trampa. Para las regionales del prรณximo domingo recurriรณ a una artimaรฑa similar: no eliminรณ del tarjetรณn electoral las candidaturas de la oposiciรณn que ya no estรกn vigentes. En una boleta pueden aparecer dos candidatos de la alternativa democrรกtica, pero solo uno de ellos es el postulado.; el otro es un โfantasmaโ. Si el elector desconoce cuรกl es el verdadero abanderado y marca la opciรณn equivocada, el voto serรก nulo. La MUD enfrenta un desafรญo: instruir a los electores sobre la forma correcta de votar en el breve plazo que queda para que se celebren las regionales. Godzilla no se rinde. Pero Godzilla debe batirse en duelo con King Kong.
(Caracas, 1963) Analista polรญtica. Periodista egresada de la Universidad Central de Venezuela (UCV).