A las faldas de la maga

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En el canto X de la Odisea, el hรฉroe llega a la isla Eea y espera en el barco mientras veintidรณs de sus hombres van tierra adentro y dan con el palacio de la maga Circe, quien los recibe amable, los agasaja, los envenena y los convierte en cerdos. A todos menos al lรญder, que da aviso a Odiseo. Este se adentra solo en la isla y –con una pequeรฑa ayuda de Hermes– resiste el hechizo de Circe, salva a sus compaรฑeros y pasa un aรฑo en gran amorรญo con la maga. Ahora bien, la isla Eea, segรบn los historiadores romanos, de hecho existe. Pero no es una isla sino una montaรฑa. Una montaรฑa con cara de mujer.

A cien kilรณmetros al sureste de Roma, en la costa de la regiรณn del Lacio, estรก el Parco Nazionale del Circeo. Abarca ochenta kilรณmetros cuadrados con un promontorio, un bosque, varias dunas, cuatro lagos salinos y una isla. El promontorio o Monte Circeo estรก rodeado por mar en todos sus lados excepto el norte. Mientras que su cumbre alcanza los quinientos cuarenta metros sobre el nivel del mar, la tierra que al norte lo ata al continente tiene apenas quince. Siendo tan baja, es difรญcil divisarla. Visto desde el mar, incluso desde el otro lado de la bahรญa, el monte parece una isla. Su cresta, de cinco kilรณmetros de largo, asemeja un perfil. Frente recta, nariz de bolita, labios carnosos. Solo le faltan los ojos. El perfil, por supuesto, de la maga Circe.

En el lado este de la cresta, se encuentra le mura ciclopiche. Restos de una muralla de construcciรณn ciclรณpea, es decir, de grandes piedras unidas sin argamasa. Son bloques enormes, minuciosamente cortados y encimados, en los que uno puede caminar o sentarse con los pies colgando sobre el despeรฑadero que, cientos de metros abajo, se clava en el deslumbrante mar Tirreno. Protegรญa un asentamiento romano o quizรกs volsco, llamado Circeii. Pero el monte estuvo habitado desde mucho antes: en 1939 se encontrรณ, en una de sus cuevas, un crรกneo de Neandertal.

Al final de la repรบblica romana, Circeii bajรณ del monte a las orillas del Lago di Paola, uno de los cuatro del parque, conectado al mar por un canal romano. A sus orillas pueden observarse las ruinas de unas termas y dos enormes cisternas perfectamente conservadas. El dueรฑo de los terrenos alrededor del lago me explica que este varias veces ha amanecido blanco con las panzas de peces muertos flotando. Parte del problema fueron las excavaciones para un canal moderno, que se frenรณ, pero avanzรณ lo suficiente como para romper el equilibrio original entre agua dulce y salada (que a su vez determina la cantidad de oxรญgeno). La otra parte es contaminaciรณn y calentamiento global. Vemos una hermosa garza blanca y me permite hacer ¡oh! antes de lamentarse: “Normalmente migran en octubre.” Estamos a 5 de agosto.

Donde termina el canal romano, a las faldas del monte, estรก la Torre Paola. Es cilรญndrica e imponente. Se alzรณ en 1563 como defensa contra los piratas. Mientras la construรญan, un grupo de sarracenos bajรณ por el acantilado y se robรณ la guarniciรณn. Para evitar futuras sorpresas, se elevรณ de mรกs la cara que da al monte, generando una estructura de testuggine (de tortuga). La torre resistiรณ diversas batallas hasta el siglo XIX. Hoy estรก abandonada y no se puede visitar, pero en teorรญa estรก en proceso de expropiaciรณn con el fin de alojar un museo de torres costeras que cuente la historia del territorio Agro Pontino.

La torre es perfectamente visible desde la alargada playa de Sabaudia, cuyos encantos atraen cada aรฑo a miles de visitantes a San Felice Circeo (nombre actual del Circeii). En invierno, el pueblo es un paraรญso adormecido, con apenas un bar abierto. En verano cuesta trabajo abrirse paso entre motos, pizzerรญas y romanos. El centro (il paese, como le dicen los locales) estรก rodeado por otra muralla, medieval, tambiรฉn asentada sobre piedras ciclรณpicas. En temporada baja es mรกs fรกcil ver que, pese a su estado altamente panorรกmico, San Felice vive de espaldas al mar, sin pescar apenas, de su agricultura. Esto se debe en gran parte a La Bonรญfica, que es la misma razรณn por la que usted aรบn hoy puede adquirir, en ciertos pueblos de la regiรณn, un plato de porcelana con la cara de Benito Mussolini.

Veamos: el territorio Agro Pontino refiere a la tierra baja que mencionรฉ antes. Tiene incluso partes bajo el nivel del mar que, naturalmente, tendรญan a inundarse. Era zona de paludi (pantanos) y, sin embargo, fรฉrtil y ocupada en la รฉpoca romana, hasta que la malaria expulsรณ a los pobladores. Luego, desde Apio Claudio (312 a. C.) hasta el comandante Fedor Maria von Donat (1900), pasando por varios papas, intentaron drenar la regiรณn. Existe un plan de Leonardo da Vinci, quien claramente nunca visitรณ la zona porque a los lagos salinos –alargados y paralelos a la playa– los dibujรณ como perfectas circunferencias. Solo en el siglo XX, con el Consorzio della Bonifica di Latina, una corporaciรณn semigubernamental del gobierno de Mussolini, la zona se drenรณ. Se trajo gente del norte, de la regiรณn del Vรฉneto, y se les dio tierras. Se levantaron granjas y ciudades donde antes solo hubo pantano. Asรญ hoy, a diez minutos del antiquรญsimo San Felice, hay ciudades de ochenta aรฑos de edad. Lugares amarillitos y cuadradotes, de rigurosa estรฉtica fascista. De creerle a los sanfelicianos, aรบn hoy no se mezclan con los nuevos vecinos. “Trabajan mucho”, es como me los describe uno. Me recuerda a un proverbio que leรญ en el Dizionario del dialetto circeiense, de Andrea de Sisti (autor de tres libros sobre San Felice): Va truรฉnnรซ dรซ laurร  e prega Diรซ dรซ nรซn truร . Va buscando trabajo y le ruega a Dios no encontrarlo.

Fue para conservar un pedazo de palude que se declarรณ, en 1934, el parque nacional. Hoy, fuera de algunas construcciones abusivas en la parte mรกs soleada del monte (mansiones de actrices y exgobernadores, nada que sorprenda a esta mexicana), el parque se encuentra bien conservado. En la zona boscosa hay ciervos y jabalรญes libres. Con un poco de imaginaciรณn, es fรกcil creerse en la isla Eea como la describรญa Virgilio en la Eneida: “ร“yense allรญ, a deshora de la noche, rugido de leones reluchando por romper sus cadenas; รณyense cerdosos jabalรญes y osos, que se embravecen en sus jaulas, y aullidos de espantables lobos, a quienes la cruel Circe, a favor de poderosas hierbas, trocรณ la figura humana en semblante y cuerpo de fieras. ~

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(ciudad de Mรฉxico, 1983) es narradora. Umami, su primera novela, saldrรก en Literatura Random House en febrero 2015.


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