Esta semana se ha confirmado lo que ya era un secreto a gritos, y ruego clemencia por el chiste malo. Axl Rose, lรญder de Guns N’ Roses, serรก el nuevo vocalista de AC/DC durante su gira europea, en sustituciรณn de un Brian Johnson que estรก cada vez mรกs sordo. Tanto como para encomendar el micrรณfono de su mรญtica banda a Axl Rose. Efectivamente, es una noticia terrible.
Pero no es de mรบsica de lo que venรญa a hablar. A propรณsito del relevo entre las dos estrellas del rock and roll, el otro dรญa un buen amigo comentaba: “Me recuerda a la reflexiรณn de Polanski en El quimรฉrico inquilino, cuando se pregunta cuรกntas partes puede perder un cuerpo (un brazo, una pierna, etc.) antes de dejar de llamarlo ‘yo’. ¿Una cabeza sin cuerpo sigue siendo yo? ¿Cuรกntos miembros puede perder un grupo manteniendo su nombre?”.
Es la paradoja de Teseo, aquella vieja leyenda griega que narraba asรญ Plutarco: “El barco en el cual volvieron desde Creta Teseo y los jรณvenes de Atenas tenรญa treinta remos, y los atenienses lo conservaban desde la รฉpoca de Demetrio de Falero, ya que retiraban las tablas estropeadas y las reemplazaban por unas nuevas y mรกs resistentes, de modo que este barco se habรญa convertido en un ejemplo entre los filรณsofos sobre la identidad de las cosas que crecen; un grupo defendรญa que el barco continuaba siendo el mismo, mientras el otro aseguraba que no lo era”.
El dilema, claro, no tenรญa una soluciรณn fรกcil: ¿podรญa aquel barco continuar siendo el mismo despuรฉs de que se le hubieran reemplazado todas sus tablas?
El barco de Teseo habรญa visto pasar a cientos de marineros por su cubierta. Los hombres iban y venรญan, pero el barco se mantenรญa a flote muchos aรฑos despuรฉs. Por AC/DC ha pasado, a lo largo de su historia, cerca de una treintena de mรบsicos. Sin embargo, las siglas de la banda continรบan en pie sin dejar de llenar estadios. La paradoja de Teseo o la de AC/DC, que tanto han ocupado a los filรณsofos, dan cuenta de otro fenรณmeno que ha sido objeto de estudio de la ciencia polรญtica: la ley de conservaciรณn de las instituciones, valga como instituciรณn un barco, una banda de rock o un cuerpo.
Las instituciones tienden a perpetuarse. Se trata de convenciones humanas que se transmiten en el tiempo a travรฉs de la cultura. Dice Francis Fukuyama que el hecho de que se transmitan a travรฉs de la cultura les confiere un valor intrรญnseco mediante una serie de mecanismos psicolรณgicos y sociales. Y por este motivo las instituciones son muy difรญciles de cambiar. Hay un conservadurismo inherente a las instituciones humanas, un conservadurismo que lo es en el sentido mรกs literal y oakeshottiano de todos: el de la subsistencia. Esto es lo que permite a las instituciones sobrevivir a sus miembros y perdurar.
El declive de las instituciones se produce siempre ante la contingencia de una circunstancia cambiante. Entonces, la instituciรณn se enfrenta al desafรญo de adaptarse a la nueva realidad. Cuando el entorno cambia, dice Fukuyama, se produce una disyuntiva entre las instituciones existentes y las necesidades actuales, y es en ese dilema donde suele hallarse el preludio de la decadencia polรญtica.
Cuando el barco de Teseo comenzรณ a malograrse, los marineros decidieron reemplazar las tablas podridas para que el barco se mantuviera a flote. Cuando Brian Johnson perdiรณ el oรญdo, AC/DC buscรณ un vocalista sustituto que permitiera a la banda seguir girando. Asรญ, unos y otros lograron adaptarse a las circunstancias cambiantes para que su instituciรณn sobreviviera.
En los รบltimos aรฑos, las instituciones espaรฑolas se enfrentan a un reto parecido. La crisis econรณmica, despuรฉs polรญtica y social, puso de manifiesto la existencia de una contradicciรณn entre las instituciones existentes y las nuevas necesidades. El problema es que las instituciones estatales son mรกs difรญciles de cambiar que las tablas de un navรญo o el cantante de un grupo de rock. Cuanto mรกs grande es el cuerpo social, mรกs pesado, y mรกs costosa, por tanto, su transformaciรณn. Ademรกs, como advierte Fukuyama, las instituciones estรกn respaldadas por legiones de interesados arraigados que muestran una gran aversiรณn al cambio.
Espaรฑa se encuentra en esa encrucijada. Debe adaptar sus instituciones a la nueva realidad que nos dejรณ el paso de la recesiรณn econรณmica. Si no lo consigue, se enfrenta a la decadencia polรญtica. El parlamento espaรฑol dispone de apenas unos dรญas para ponerse de acuerdo en la investidura de un presidente, pero todo parece indicar que no habrรก gobierno. Todo apunta a que las cรกmaras quedarรกn disueltas muy pronto, y a que estamos abocados a unas nuevas elecciones que no disiparรกn la incertidumbre. La reforma y adaptaciรณn de las instituciones, que apenas se han remozado desde la transiciรณn, es el gran desafรญo de nuestro tiempo. El problema es que los actores en juego no parecen dispuestos a sacrificar su protagonismo polรญtico por el bien del sistema. Obedecen a su propia ley de conservaciรณn, por la cual ellos son necesarios y las instituciones solo contingentes. No entienden que de nada sirve conservar el timรณn cuando el barco estรก podrido.
[Imagen]
Aurora Nacarino-Brabo (Madrid, 1987) ha trabajado como periodista, politรณloga y editora. Es diputada del Partido Popular desde julio de 2023.