#NiUnMinutoDeSilencio, Universidad de Guanajuato, 23 de julio, 2015

Ayotzinapa y la solidaridad

¿Cómo expresamos la solidaridad más allá de ese instante? ¿Cómo pasar de la expresión de solidaridad a la acción? ¿Cómo mantenemos ese "lazo que ata a la comunidad"
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"Ayotzinapa ha de ser un punto de no retorno" decía Epigmenio Ibarra el jueves pasado en el evento Ayotzinapa: Ni Un Minuto De Silencio en el marco del Festival Internacional de Cine de Guanajuato.

Omar García, normalista sobreviviente del enfrentamiento con policías en Iguala, no tiene duda: "de aquí en adelante habrá marchas cada año para conmemorar los eventos del 26 de septiembre, al igual que el dos de octubre…y quizás la movilización social nos lleve un día a conmemorar algo que no sea una derrota más".

A diez meses de Ayotzinapa, en México y en el mundo sigue presente la memoria de los 43 y aunque parecía que habíamos tocado fondo, se siguen sumando Tanhuato, Ostula, miles de muertos más, miles de desaparecidos más, y fosas y tambos con restos no identificados.

¿Qué nos queda? preguntaba Epigmenio. Su respuesta: participar, ocupar todos los espacios, informarnos, recordar.

La de Omar García: meterse al agua y aprender a nadar; sólo se aprende a luchar, luchando.

La de Eréndira Ibarra: crear conciencia y solidaridad para poder transformar la realidad.

Escribe Rossana Reguillo que "la solidaridad está hecha de muchos pedacitos de nosotros mismos, de ese pedacito que es capaz de sentir compasión, sufrir con el otro; de ese otro trocito con el que sabemos, sin palabras, que la difícil o intolerable situación de las y los otros es también asunto mío."

Una y otra vez escucho a quienes participan en foros de discusión, dentro y fuera del país, sobre la situación en México, preguntar: "¿pero qué podemos hacer? Quiero hacer algo pero no sé qué". La Caravana del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, lo mismo que el padre Solalinde, las caravanas de madres centroamericanas, o los colectivos que bordan por la paz, se remiten una y otra vez a la idea de la solidaridad al responder a estas inquietudes.

Los familiares y amigos de los 43 se encuentran con expresiones de solidaridad en todo el mundo: carteles, arte de denuncia, marchas, protestas, postales, velas, miles de personas que los ayudan en el camino y asisten a escucharlos. Es esperanzador ver todas estas expresiones dentro y fuera del país, vernos unos a otros y saber que nos mueve algo similar, que a pesar de las diferencias nos une la misma indignación, las mismas ganas de saber y de hacer, pero ¿es suficiente? ¿Cómo pasar de la expresión de solidaridad a la acción?

Una mexicana activista que vive en Canadá me decía en marzo que a raíz de Ayotzinapa la comunidad mexicana en ese país se unió por primera vez. Una comunidad migrante muy diversa, de estudiantes, empresarios, profesionistas, trabajadores agrícolas, refugiados y migrantes indocumentados, generalmente divididos por cuestiones de clase social, por estatus migratorio y por geografía, finalmente coincidió en algo más allá de la celebración de las fiestas patrias. Pero ¿qué pasa después de ese momento de solidaridad, ya sea en Montreal, en París o en Veracruz? ¿Cómo expresamos la solidaridad como un compromiso que va más allá de ese instante? ¿Cómo mantenemos ese "lazo que ata a la comunidad", como lo describe Rossana Reguillo?

 

Si Ayotzinapa es realmente un punto de no retorno, si la memoria de los 43 es un recordatorio constante de lo que está deshecho en el país, estas expresiones de solidaridad, estos gritos de "vivos los queremos", "justicia", "Ayotzi Vive, la lucha sigue", ¿pueden convertirse en algo más duradero? ¿Algo que contribuya a reconstruir el tejido social en México? ¿Algo que empiece a sumar esos "pedacitos" a los que se refiere Reguillo – trocitos de compasión y compromiso que parecen lejanos, intangibles ante a tantas violencias, tanta indiferencia y tantos silencios?

Mis respuestas a estas preguntas todavía son insuficientes, pero sé que solo puedo responderlas junto a otros.  Frente al dolor, el miedo, los cuestionamientos, las frustraciones y la desesperanza, nos queda abrir espacios para participar, pensar y articular en comunidad; espacios de exigencia y propuesta, espacios de duelo y recuerdo pero, sobre todo, de reconciliación y reconstrucción (pienso en RECO, Bordamos por la Paz, Nuestra Aparente Rendición o el Memorial New's Divine como algunos de los caminos que se abren).

 

 

 

Más fotos y videos del evento aquí.

 

 

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es profesora de estudios globales en The New School en Nueva York. Su trabajo se enfoca en las políticas migratorias de México y Estados Unidos.


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