Charles Simic

Corta la comedia

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Si es gracioso, entonces, obviamente, no puede ser serio, dirรก la gente. No estoy de acuerdo. La comedia nos dice tanto sobre el mundo como la tragedia. De hecho, si se aspira a una seriedad genuina, debe darse cabida a ambas visiones: la cรณmica y la trรกgica. Aun asรญ, casi todo el mundo prefiere infundir pena a ser sujeto de burlas. Por cada millรณn de poemas que lamentan el cruel destino de un alma profundamente incomprendida y eternamente doliente, existe un poema gracioso de Russell Edson o de Kenneth Koch.
     Lo que nadie quiere confesar es que hay tanta gente sin sentido del humor como gente sin sensibilidad estรฉtica. ยฟCรณmo se da a entender a alguien que algo es gracioso o que algo es hermoso? Pues bien, no se puede. No es habitual escuchar a la gente confesar que no entiende un chiste. Las personas que carecen de sentido del humor nos ven como simples tontos. Nuestras acrobacias verbales y nuestros rostros distorsionados por la risa les resultan irritantes e infantiles. Sรณlo si se hallan en franca inferioridad numรฉrica suplicarรกn que se les explique el chiste. Todo el mundo, alguna vez, ha presenciado o participado en una tentativa tan absurda. No puede hacerse. Es mรกs fรกcil hablarle a un ciego sobre la gloria de un atardecer o a un sordo sobre un solo de Charlie Parker.
     La sensibilidad estรฉtica se puede cultivar o desarrollar, pero ยฟquรฉ pasa con la cรณmica? ยฟNace uno con sentido del humor, o puede adquirirlo?
     Supongo que las dos cosas, pero no es fรกcil. Si te quieres mucho a ti mismo tienes pocas posibilidades. Los engreรญdos desean que el mundo camine de puntillas a su paso y se acerque sรณlo para contemplarlos con silenciosa admiraciรณn. Toda la nociรณn de jerarquรญa y las instituciones que le dan soporte dependen de la ausencia del humor. La dimensiรณn ridรญcula de la autoridad no debe mencionarse. La Iglesia, el Estado y la academia coinciden por completo en esta idea. El emperador desnudo se pasea siempre entre sรบbditos silenciosos. Todo cuanto es espiritual, enaltecido y abstracto considera lo cรณmico como algo profano y blasfemo.
     Es imposible imaginar una teorรญa cristiana o fascista del humor. Al igual que la poesรญa, el humor es subversivo. El รบnico remedio, dirรกn los ideรณlogos de cada bando, es la prohibiciรณn absoluta. La edificaciรณn moral es un negocio macabro, y la dictadura de la virtud, como sabemos, tiene un aire fรบnebre, como de cementerio. La ironรญa y el ingenio mordaz se reservan รบnicamente a las clases superiores y a sus lacayos mรกs cercanos. Los criados de los poderosos y sus perros tienen permitido exhibir su dentadura y morder si es necesario.
     Por lo general esperamos de la buena literatura que sea solemne, aburrida y, por consiguiente, edificante. Asistรญ, por ejemplo, a una de las primeras puestas en escena de Krapp’s Last Tape, de Beckett, en Nueva York. El pรบblico del pequeรฑo teatro estaba formado por personas de ambos sexos, de alto nivel intelectual. Al inicio de la obra aparece un viejo en el escenario tratando de abrir un cajรณn del escritorio frente al que estรก sentado. El cajรณn estรก atascado. El viejo tiene que tirar con fuerza y descansar despuรฉs de cada intento. Finalmente el cajรณn cede. El hombre lo abre a la mitad, nos mira, busca a tientas en su interior y encuentra lo que estรก buscando. No podemos verlo, por supuesto, pero รฉl sรญ puede, y estรก muy contento con su descubrimiento. Lentamente nos revela un plรกtano comรบn y corriente. Despuรฉs de una pausa dramรกtica, el viejo comienza a pelarlo.
     En ese instante, un hombre sentado a mi espalda comenzรณ a reรญr con estrรฉpito. Para mi sorpresa, la gente comenzรณ a chistarle, algunos incluso se volvieron hacia รฉl enojados y agitaron los puรฑos ante su cara. “Menudo imbรฉcil”, dijo la hermosa mujer sentada a mi lado. Lo que ella quiso decir fue: No estรก permitido desternillarse de risa en presencia del arte elevado. Como un asiduo y obediente aficionado a los conciertos que se duerme durante una sinfonรญa de Mahler y despierta al tรฉrmino de la misma para aplaudir vigorosamente, se espera de nosotros que nos sometamos al arte y a la literatura con la misma falta de entusiasmo con la que nos sometemos a una medicina desagradable pero beneficiosa.
     La literatura seria tiene, supuestamente, un importante mensaje que impartir, y el problema con lo cรณmico es que no lo tiene. En cualquier caso, si la comedia tiene un “mensaje”, no se trata del tipo de mensaje con el que podemos estar cรณmodos. La filosofรญa de la risa nos recuerda que vivimos en medio de contradicciones, empujados en una direcciรณn por la cabeza, en otra por el corazรณn, y en una tercera por nuestros รณrganos sexuales.
     No hay que olvidar los eternos gritos de la carne: ยกOh! ยกAh! y ยกJa ja!
     Si alguna vez se extinguiese el humor, los seres humanos nos quedarรญamos sin almas.
     Debemos comenzar filosรณficamente con la idea de la risa. No puedo imaginar una sociedad mรกs horrible que aquella donde la risa y la poesรญa estรฉn prohibidas, donde la insana enajenaciรณn de los ricos y los poderosos, asรญ como las hipocresรญas de los clรฉrigos y los polรญticos, pasen inadvertidas. En el mundo en que vivimos, la mayor parte de la energรญa intelectual se gasta protegiendo del ridรญculo a aquellos que proclaman la verdad eterna.
     Los griegos, por otro lado, fueron capaces de ridiculizar a sus propios dioses.
     Me pregunto, ยฟhay algo mรกs sano que eso?
     Yo tendrรญa a una sociedad por casi perfecta cuando en ella se practicaran las artes de la mรกs elevada irreverencia y Russell Edson fuera su poeta laureado. ~

โ€” Traducciรณn de Daniel Saldaรฑa Parรญs

 

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