Lo que pienso de la obra de Álvaro Mutis está en algunos ensayos reunidos en mi libro Paralelos y meridianos (Ediciones del Equilibrista, 2007), en varias reseñas desperdigadas y hasta en su disco de la serie “Voz viva” de la UNAM. Ni voy a repetirme ni a ducharlo con adjetivos. Prefiero evocar su voz de vendaval en la gavia, frente a los entrevistadores azorados (yo incluido), diciendo…
–“A mayor lucidez mayor desesperanza, y a mayor desesperanza mayor posibilidad de ser lúcido”.
–“El gaviero es la conciencia del barco; los de abajo son un montón de ciegos. El gaviero es el poeta, es el que ve más lejos y anuncia, y ve por los otros”.
–“Después de Auschwitz, después de Hiroshima, después de Vietnam, después del gulag, quien guarde alguna ilusión sobre las virtudes y la capacidad de progreso moral de nuestra especie es un cándido y un sandio”.
–“Los humanos son una especie que lleva el sello cainita de matar por placer”.
–“Tengo una ausencia total de interés por todo fenómeno político posterior a la caída de Bizancio en manos de los infieles.”
–“No tengo ninguna capacidad de pensar políticamente y encuentro de una infinita inutilidad toda idea política (a no ser, claro, la monarquía absoluta que, como es de otro mundo, no hay ya nada que hacer. Culpa del tiempo, claro, mía no es). Total incapacidad es la que yo tengo para pensar en términos de derechas o izquierdas o de conquistas sociales. […] No he tenido jamás ninguna sensibilidad ni preocupación ni ocupación política, y soy incapaz totalmente de leerme El manifiesto comunista, o los textos de Primo de Rivera, que me parecen igualmente lamentables, equivocados, demagógicos e inútiles.”
–“Salud y felicidad tienen los pendejos. La felicidad y todo eso sólo pasa en la publicidad y en los falsos paraísos socialistas donde las jóvenes ucranianas se toman de las manos y bailan rodeando el trigo, con banderas rojas. Todo eso pertenece a los anales de la pendejez humana.”
–“No soy muy optimista con relación a este continente. Hemos tenido herencias culturales e históricas terribles. Fuimos conquistados y colonizados por un país en plena decadencia, la España de los Austrias y después de los Borbones. Aquí está muerto todo, está como cubierto de caspa, de polvo, de expedientes, de oficialismo, de burocracia, y los intelectuales están untados, contaminados de eso.”
–“Ningún producto más despreciable, por jesuítico y nauseabundo, que las páginas escritas con pretensiones literarias y propósitos doctrinarios.”
–“La Edad Media me parece una de las épocas más luminosas y claras que ha vivido el hombre de Occidente.”
–“No he vuelto a Coello, la finca de mi familia, y es más, la naturaleza se encargó, muy generosa y bellamente, de desaparecerla. La hacienda quedaba en la confluencia de dos ríos muy caudalosos, y hace un año, se desbordaron y borraron toda la finca. Arrasaron con las carreteras… se borró todo. Ya no tengo nada que ver con todo ello. Todo ha cambiado. Quedó destruido, cosa que me parece magnífica, pues todo quedó intacto dentro de mí.”
–“La poesía es el conocimiento per se. Es el más completo de los conocimientos.”
Leí por primera vez poesía de Álvaro Mutis (Los elementos del desastre) en 1967. Yo tenía diecisiete años y él cuarenta y cuatro. Después, cuando hacía mis pinitos en la Revista de la Universidad, fui a entrevistarlo en 1976 (la entrevista se titula “La vida verdaderamente vivida”): él tenía cincuenta y tres y yo veintiséis. Desde entonces somos buenos amigos y lo quiero mucho, como a su esposa Carmen y a su nieto Nicolás. El domingo pasado, Álvaro cumplió noventa años. Y yo cumplo sesenta y tres. El tiempo no pasa.
(Publicado previamente en el periódico El Universal)