Dios, patria, pueblo

La religiรณn, el nacionalismo y el populismo ofrecen soluciones fรกciles a problemas difรญciles, proveen una identidad colectiva para individuos que se sienten aislados y levantan un muro entre el ellos y el nosotros.
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Decรญa Lord Acton que la francesa habรญa sido la primera revoluciรณn cuyo objeto no fue la restauraciรณn de un orden polรญtico anterior mancillado, sino que puso fin al Antiguo Rรฉgimen para implantar uno nuevo y laico, uno para el que no se conocรญa experiencia, uno que solo habรญa sido imaginado. Decรญa tambiรฉn que tres habรญan sido los productos del ensayo galo: el igualitarismo, el socialismo y el nacionalismo. Y vaticinรณ que serรญa este รบltimo el que acabarรญa devorando a los otros dos y se impondrรญa.

La guerra francoprusiana de 1870 inaugurarรญa la edad de oro de los nacionalismos, que alcanzarรกn su clรญmax en la Segunda Guerra Mundial: los peores pronรณsticos de Lord Acton se habรญan cumplido. El nuevo siglo, sin embargo, amaneciรณ por fin apaciguado. La caรญda del muro de Berlรญn, una dรฉcada antes, habรญa puesto tรฉrmino a la guerra de las ideologรญas. Parecรญa que la democracia y el libre mercado ya no tendrรญan contestaciรณn. El mundo posmoderno serรญa el cielo del individualismo, renegarรญa de veleidades gregarias y uniformizadoras, y se esforzarรญa en la construcciรณn del yo.

Todo eso es cierto y sin embargo ha sido contradicho por la realidad en las รบltimas dรฉcadas. La mayor amenaza terrorista internacional la encarna en nuestros dรญas una organizaciรณn de carรกcter religioso. Los principales problemas territoriales a los que hacen frente los paรญses occidentales hoy no son interestatales, sino intraestado. Y los movimientos sociales europeos en auge, bien de derecha xenรณfoba, bien de izquierda antisistema, han disuelto al individuo en un caldo al que llaman pueblo.

Religiรณn, nacionalismo y populismo. Dios, patria y pueblo. Puede sonar paradรณjico, pero el mundo posmoderno es tambiรฉn un mundo en el que repuntan los colectivismos que tanto temรญa Lord Acton. Fue Samuel Huntington quien nos dio una pista de lo que podรญa estar pasando. El profesor explicaba el resurgimiento islรกmico no como una anomalรญa excepcional de la modernidad, sino como un producto tรญpicamente de su tiempo. Decรญa que el progreso tรฉcnico que trajo el petrรณleo habรญa contribuido a mejorar la imagen que los รกrabes tenรญan de su cultura, habรญa producido un cierto orgullo en una sociedad siempre eclipsada por Occidente.

Pero, al mismo tiempo, las condiciones econรณmicas creadas por la modernidad habรญan roto los lazos tradicionales que unรญan a los individuos, transformando las relaciones en las familias, el barrio y la escuela. Los individuos se descubrรญan de repente aislados en un mundo cambiante y extraรฑo. Esta situaciรณn de extraรฑeza nos anuncia el trรกnsito de la vida en comunidad a la vida en sociedad. Y ante la anomia, el islamismo se ofrecรญa entonces como una ideologรญa capaz de llenar el vacรญo causado por la modernizaciรณn, que calmaba su ansiedad y proporcionaba un sentido de pertenencia.

Creo que es algo parecido lo que puede explicar tambiรฉn el rebrote del nacionalismo y el populismo. Atendiendo a Espaรฑa, en los รบltimos aรฑos y especialmente con la recesiรณn econรณmica, hemos visto crecer el independentismo en Cataluรฑa. Hay quienes seรฑalan que el รฉxito del nacionalismo catalรกn obedece a un proceso de ingenierรญa social puesto en marcha por las รฉlites regionales hace 40 aรฑos. No cabe duda de que la Generalitat ha sido un รณrgano propagandรญstico del nacionalismo imprescindible para su crecimiento, pero me parece una explicaciรณn insuficiente. Al proselitismo se le ha unido la existencia de un nacionalismo histรณrico, latente y endรฉmico en amplias zonas de Cataluรฑa, que no podemos ignorar, y un catalizador necesario: la crisis.

La crisis econรณmica supuso un gran varapalo para extensas capas de la sociedad espaรฑola. La frustraciรณn de expectativas fue enorme porque venรญamos de dรฉcadas de crecimiento sostenido que quedaron en suspenso de un dรญa para otro. El endiablado ritmo de destrucciรณn del empleo durante la recesiรณn llevรณ a los ciudadanos a la desafecciรณn, el pesimismo y la desconfianza en las instituciones para solucionar sus problemas. En este escenario, el nacionalismo se presentรณ en Cataluรฑa como una ideologรญa que proveรญa un vรญnculo emocional grupal y proporcionaba una esperanza para las generaciones defraudadas, al mismo tiempo que ofrecรญa un culpable externo para todos los problemas de los catalanes, asรญ como la seguridad de que las penurias de la ciudadanรญa acabarรญan tan pronto como Cataluรฑa diera un portazo y saliera de Espaรฑa.

En el resto del paรญs, bien porque no existรญan movimientos nacionalistas previos, bien porque allรก donde existรญan la hipรณtesis del secesionismo era percibida mรกs como un riesgo que como una oportunidad, la anomia causada por la crisis encontrรณ otras vรญas de canalizaciรณn. El descontento ciudadano estallรณ en el movimiento 15M, que despuรฉs fue articulado polรญticamente en torno a un nuevo partido, Podemos. El espaรฑol no es un caso singular: por toda Europa han proliferado, en los รบltimos aรฑos, partidos antiestablishment de izquierda y derecha. Son diversos, pero les une su carรกcter populista, que ofrece una identidad grupal, un enemigo fรกcilmente reconocible (las รฉlites) y soluciones sencillas para problemas complejos a los que los partidos tradicionales no han sabido dar respuesta.

Asรญ, religiรณn, nacionalismo y populismo presentan puntos en comรบn. Los tres ofrecen soluciones fรกciles a los ciudadanos frustrados del mundo posmoderno, los tres proveen una identidad colectiva para individuos que se sienten aislados e indefensos, y los tres levantan un muro entre el ellos (los infieles, Espaรฑa, la casta) y el nosotros (los hijos de Dios, Cataluรฑa, la gente).

Hace unos dรญas, รรฑigo Errejรณn, secretario polรญtico de Podemos, publicaba un artรญculo en CTXT donde ilustraba muy bien esta relaciรณn estrecha de los colectivismos. El nรบmero dos de Pablo Iglesias afirmaba: “Si el marketing apela a la decisiรณn volรกtil del consumidor, la polรญtica popular interpela a la emociรณn de la pertenencia y a la pasiรณn polรญtica de los momentos fundacionales. La primera es presente perpetuo y plano, la segunda implica cierta idea de trascendencia y por tanto de religiรณn laica, cรญvica y democrรกtica en el caso de los proyectos progresistas. Es ese tipo de emociรณn que se vive en los actos de Podemos”.

Mรกs adelante aรฑadรญa: “El segundo carril, de lรณgica mรกs cultural, refiere a la tarea mรกs lenta de construcciรณn de una red asociativa, de espacios de ocio y socializaciรณn y apoyo mutuo, a una mรญstica compartida, a una comunidad polรญtica y un acervo cultural e intelectual que, mรกs allรก de los avatares electorales, funde una forma nueva de ser en comรบn, un proyecto de patria”.

ร‰l mismo describe el proyecto popular como un proceso que aรบna las caracterรญsticas de un relato religioso y se afana en un ejercicio de nation building que reinvente la patria. Este adanismo que habla de una “nueva forma de ser en comรบn”, esta tendencia a pensar que estamos en un tiempo nuevo, en un renacimiento polรญtico, es tambiรฉn una constante en los colectivismos, desde el Estado Novo fascista de Portugal hasta las canciones comunistas que proclaman: “La era estรก pariendo un corazรณn”.

Hay sin embargo un obstรกculo para el progreso de todos estos movimientos. Una barrera a la teocracia, al nacionalismo y al populismo. Lo seรฑala Errejรณn al final de su artรญculo. Vivimos en “una sociedad altamente institucionalizada en la que la crisis de sus รฉlites y partidos no es crisis de Estado”. Efectivamente, contamos con instituciones que, aunque maltrechas, continรบan gozando de legitimidad democrรกtica, y ese es nuestro muro de contenciรณn contra los colectivismos. De ahรญ que sea una tarea especialmente trascendente e inaplazable la reforma, actualizaciรณn y regeneraciรณn de las instituciones. Pero, para eso, hace falta un gobierno, claro.

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Aurora Nacarino-Brabo (Madrid, 1987) ha trabajado como periodista, politรณloga y editora. Es diputada del Partido Popular desde julio de 2023.


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