En una รฉpoca en que las figuras mรกs importantes de la poesรญa norteamericana declaraban sin pudor su aversiรณn por la mรฉtrica y las formas tradicionales, Robert Frost –siempre al margen de los experimentos modernistas– escribรญa poemas que sus contemporรกneos habrรญan llamado "anticuados”. Atento siempre a la integridad prosรณdica de la poesรญa, Frost renegaba de la proliferaciรณn del verso libre, esa manera “de jugar tenis sin usar red”. El poema “Reparar el Muro” –el que mejor capta el arte poรฉtico de Frost— hace alusiรณn (cuando compara la reparaciรณn del muro con un juego campestre) a esta metรกfora.
En el poema, el narrador (presuntamente Frost mismo) se reรบne con su vecino a reparar, como cada primavera, el muro en la lรญnea divisoria de las propiedades. Algo hay que no es amigo de los muros, nos dice el narrador en la primera lรญnea del poema, y luego el mismo narrador intenta persuadir a su vecino de la inutilidad de ese ritual que los reรบne: el muro serรญa รบtil si uno de los vecinos tuviera vacas, por ejemplo, pero ese no es el caso. Ademรกs, algo hay que no es amigo de los muros, algo que se encarga de injuriarlos cada invierno. El vecino, en dos ocasiones distintas, tan solo responde “buen muro, buen vecino” y continรบa con el ceremonioso ritual de la reparaciรณn del muro.
Por supuesto, el resumen anterior no le hace justicia a la riqueza narrativa del poema, pero lo esencial, para el propรณsito de ir seรฑalando posibles interpretaciones, es que hay dos vecinos que se reรบnen esporรกdicamente en la lรญnea divisoria de las propiedades y se entregan (de forma un tanto ceremoniosa) a la tarea de reparar el muro que los separa. Para la sensibilidad modernista, interesada en la erosiรณn de las fronteras y en la inclusiรณn de lo que antes habรญa sido excluido, esa idea de que la atenciรณn a las fronteras es indispensable para cultivar relaciones satisfactorias es bastante conservadora, sobre todo si el รฉnfasis recae en las fronteras entre las categorรญas sociales de la รฉpoca. El poema, por cierto, reconoce que las fronteras son problemรกticas: el narrador dice "hay que plantearse / a quiรฉn uno va a incluir, a quiรฉn excluir, / y quiรฉn puede acabar con un disgusto”. Sin embargo, si se lo mira con una lente psicolรณgica en lugar de sociolรณgica, la idea de que reparar fronteras es una forma de atender a la integridad de las relaciones humanas es ciertamente muy sensata.
La interpretaciรณn psicolรณgica de “Reparar el Muro” es interesante y valiosa, pero el poema no se queda en esto. Frost era un arquitecto magistral de poemas con distintos niveles de interpretaciรณn, y “Reparar el Muro” describe tambiรฉn, de manera muy hermosa, el proceso de creaciรณn poรฉtica. En esta interpretaciรณn, el vecino es un alter ego de Frost mismo, la reparaciรณn del muro es el proceso de ediciรณn del poema, y el ligero antagonismo entre los dos personajes es la tensiรณn interna de ese proceso. Y, claro, la ediciรณn de un poema involucra la reuniรณn de dos mentes ligeramente antagรณnicas que sin embargo colaboran: una de las dos mentes se inclina por derribar el artificio estructural, pero la otra insiste, sin mayores pretensiones intelectuales, en reafirmar lo que la tradiciรณn, ese repositorio de conocimiento ancestral, nos ha enseรฑado. Es el equilibrio entre esos dos impulsos lo que genera la poesรญa de alguien como Robert Frost.
Por supuesto, a un poeta de la inteligencia de Frost no se le escapaba nada, asรญ que hay otra interpretaciรณn interesante del poema que involucra a poeta y lector. En esta interpretaciรณn, el muro es lo que deja al lector afuera, lo que no le permite del todo penetrar el sentido, y el narrador es el lector que se acerca de nuevo al poema. (Hay que notar, en esta interpretaciรณn, que en el poema el narrador intenta meterse en la cabeza del vecino). Quizรกs el lector quiera derribar el muro, pero la lectura es una reconstrucciรณn de la frontera entre poeta y lector, y el poeta (el vecino) reitera esta pequeรฑa verdad.
En todo caso, cualquiera que sea el nivel de lectura que capte la imaginaciรณn del lector, “Reparar el Muro” es un poema muy rico. Pese a que Frost fue un poco injusto con el verso libre (los mejores practicantes del verso libre se sujetan a otras limitaciones portentosas que juegan el papel de la red a la que Frost se refiere), la relaciรณn de Frost con la poesรญa es compleja: en “Reparar el Muro” vemos clara evidencia de que, pese a que se entrega de buena gana a la reparaciรณn ritual del muro cada primavera, tambiรฉn Frost siente el impulso de derribarlo.
Algo hay que no es amigo de los muros. ¿Quรฉ es ese algo? El poema no nos dice de manera explรญcita quรฉ es lo que, cada invierno, se enemista con los muros, pero cualquier persona que haya vivido un invierno en Nueva Inglaterra sabe muy bien quรฉ es lo que derrumba los muros, y hay una palabra en inglรฉs para designar a ese enemigo: Frost.
Reparar el Muro
Algo hay que no es amigo de los muros,
Que hincha la tierra helada a sus cimientos,
Que arroja al sol las piedras desde el borde
Y abre brechas por donde caben dos.
Lo que hace el cazador es otra cosa:
Lo he reparado tras seguirlo a donde
No ha dejado ni piedra sobre piedra
Persiguiendo al conejo a su guarida
Para animar al perro. รstas son brechas
Que nadie ve formarse –no hay ni pista–
Pero en la primavera hay que enmendar.
Se lo anuncio al vecino tras la cuesta;
Luego, un dรญa, en la lรญnea divisoria,
Nos encontramos a rehacer el muro.
El muro nos separa mientras vamos.
A cada cual las piedras que le tocan.
Unas, รณvalos, otras, casi esferas,
Las hechizamos para balancearlas:
“¡Quรฉdense ahรญ hasta que nos demos vuelta!"
Nuestros dedos se agrietan al asirlas.
Cierto, es juego campestre, como tantos,
Uno contra otro. Para mรกs no da:
Donde vivimos no hace falta muro:
รl es de pinos, yo de manzanares.
Mis manzanos no van a ir a comerse
Las piรฑas de tus pinos, le seรฑalo.
รl responde, “Buen muro, buen vecino".
La primavera es travesura, y pienso
Quรฉ podrรญa meterle en la cabeza:
"¿Por quรฉ «buen muro, buen vecino»? ¿No es
Eso una pauta para donde hay vacas?
Pero aquรญ no tenemos ni una vaca.
Antes de repararlo hay que plantearse
A quiรฉn uno va a incluir, a quiรฉn excluir,
Y quiรฉn puede acabar con un disgusto.
Algo hay que no es amigo de los muros,
Que los derriba”. Quiero decir “duendes”
Pero no son exactamente duendes,
Y prefiero que รฉl sea quien lo diga.
Lo veo con una piedra en cada mano,
Como un salvaje troglodita armado.
La sombra en que se mueve me parece
Mรกs que sombra de ramas o de selva.
No indaga el estribillo de su padre
Y tanto le complace recordarlo
Que repite, “Buen muro, buen vecino”.
Robert Frost
Versiรณn del inglรฉs de Pedro Poitevin a partir de una versiรณn de Rhina Espaillat
(Friburgo, 1973) es doctor en lรณgica matemรกtica y profesor en Salem State University, en Massachusetts, EUA. Sus poemas en inglรฉs y espaรฑol han aparecido en Rattle, River Styx, y la Revista de Poesรญa de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Su primer libro de poemas, titulado Perplejidades, fue publicado por Cooperativa La Joplin en Mรฉxico, D.F., en el 2015.