El poder (K) y la gloria

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โ€œLa glorie aime les couronnesโ€ โ€“escribรญa un Chateaubriand plantado entre un mundo que se morรญa y un mundo que querรญa nacer y sin que uno ni otro despertaran en รฉl alguna clase de ilusiรณn. La sentencia de que la gloria anhela las coronas acaba de comprobarse (en una versiรณn degradada, como corresponde a las repeticiones) en la Argentina. Allรญ Nรฉstor Kirchner, ex gobernador de la provincia patagรณnica de Santa Cruz, ex presidente de la repรบblica, conductor titular del Partido Justicialista y actual diputado, acaba de ser nombrado Secretario General de la Unasur (Uniรณn Sudamericana de Naciones). Demรกs estรก recordar que la esposa de Kirchner, Cristina Fernรกndez, ejerce la presidencia argentina. Entre ambos Kirchner โ€“y con el apoyo mayoritario, cabe recordarlo, de sus ciudadanos expresado en las urnasโ€“ se ha creado el poder K. Se trata de un sistema de poder basado muy principalmente en la suposiciรณn de que se es dueรฑo de todas las verdades y que esas verdades, y las consecuencias que de ellas dimanan, son las รบnicas que cuentan. Y esa unanimidad se alcanza a pesar de que el peronismo, fuerza polรญtica de los Kirchner, estรก fragmentado en varias facciones y tiene numerosos liderazgos que tornan casi imposible descifrar allรญ un discurso mรกs o menos congruente.

No obstante (ยฟo a causa de?) esas divisiones partidistas internas, la omnipotencia kirchnerista es la que campea en la Argentina polรญtica de hoy; de ella crece, invasor, un desorden que se ha apoderado de la coyuntura y que mucho la maltrata. El desorden estรก hecho de ruido y confusiรณn, pero sobre todo es un desorden moral: estado de crisis, atizamiento deliberado de la plaza pรบblica, empaรฑamiento de la democracia. Un clima de conspiraciรณn y paranoia se ha situado en el centro de una escena dominada por hechos de corrupciรณn y arbitrariedades oficialistas. Desde que en 2008 โ€“para poner alguna fechaโ€“ el gobierno kirchnerista impuso โ€œretencionesโ€ (obligaciones tributarias) a la exportaciรณn de ciertos productos agrรญcolas y la medida fue rechazada por el Senado, pasando por el caso de una valija con muchos dรณlares que en 2007 llegรณ desde Venezuela presumiblemente para apoyar la campaรฑa electoral de Cristina Kirchner, hasta el exagerado aumento del patrimonio de la pareja hegemรณnica a lo largo de sus gestiones y el รบltimo conflicto entre los poderes del estado acerca de la legitimidad de los decretos de urgencia presidenciales, una especie de gran araรฑa venenosa parece aplastar cualquier tentativa de que discurra una vida saludable, normal, en paz, en los dominios de la polรญtica nacional. Porque, en efecto, los venenos de esa araรฑa incluso han paralizado, letalmente, a una oposiciรณn partida en pedazos que se entretiene en vocear las ambiciones de unos egos desmesurados. Quienes mejor han resistido la contaminaciรณn han sido algunos sectores de la prensa, vueltos desde hace tiempo la bรชte-noir del poder K. Mientras asรญ ocurre, los argentinos de a pie, como es habitual, prosiguen su vida cotidiana y creadora quizรกs mรกs convencidos que nunca de que cada uno de ellos, llรกmense individuos o llรกmense ciudadanos, vale mรกs que la patria que los contiene.

Volvamos a Chauteaubriand. De genio democrรกtico, รฉl cuenta en sus Mรฉmoires dยดoutre-tombe (a veces nervioso, a veces perplejo, siempre incrรฉdulo) cรณmo fue testigo de las aceleradas transiciones de mundos distintos que se cancelaban y se sucedรญan unos a otros: monarquรญa, repรบblica, revoluciรณn… En buena parte de la Amรฉrica Latina de estos dรญas algo similar a esa cadena de transformaciones (convenientemente degradadas, como corresponde a lo que se repite) quisiera fincar sus reales; estarรญamos ante unas transformaciones polรญticas y geoestratรฉgicas, nos aseguran sus responsables, que conducirรญan al continente a una refundaciรณn ideolรณgica y a un resarcimiento de sus dignidades castigadas. Una versiรณn mรกs (tambiรฉn convenientemente degradada, para quรฉ repetirlo) de esas interrupciones periรณdicas con que las sociedades americanas acostumbran descontinuar sus procesos histรณricos con un brusco retorno a la prehistoria.

El caso de la Unasur se inscribe en tal transcurso de metamorfosis de orรญgenes arcaicos que gustarรญan de convertirse en semilleros de futuros luminosos. La Unasur fue una iniciativa de Brasil que despuntรณ en 2001, fecha en que se cumplieron los 500 aรฑos de la llegada de los portugueses a sus tierras. Integrada por casi todos los paรญses de Amรฉrica Latina, en el momento de su lanzamiento parecรญa tener como objetivo doble aislar a un Mรฉxico que miraba hacia el Norte, hacia esos Estados Unidos que tanta ojeriza generan entre la legiรณn de sensibles latinoamericanos ofendidos por las garras del imperio, y acaso suplantar a la OEA (Organizaciรณn de Estados Americanos), amรฉn de situar a Brasil en una posiciรณn central en la regiรณn. Pues bien: esa Unasur que acaba de nombrar a Nรฉstor Kirchner como su primer Secretario General, es, desde el punto de vista de su legalidad en el derecho internacional, una instituciรณn que no existe. Son muchos los paรญses cuyos parlamentos nacionales, como lo mandan los estatutos del propio organismo, aรบn no la han aprobado โ€“y entre ellos figura uno de nombre Argentina. De ahรญ que la amenaza que hizo hace poco el presidente de Ecuador, en el sentido de que varios paรญses de la Unasur estarรญan ausentes en la prรณxima cumbre entre Amรฉrica Latina y la Uniรณn Europea si el presidente de Honduras iba, carezca doblemente de fundamento. Por un lado, la Unasur es, digamos, una suerte de entelequia, o al menos ostenta un dudoso perfil institucional, y, por otro, el argumento que descalifica a Porfirio Lobo podrรญa aplicarse, por caso, a Raรบl Castro y a Hugo Chรกvez, en cuyos paรญses la democracia ha sido puntualmente arrasada. De ahรญ, tambiรฉn, que la reciente entronizaciรณn de Kirchner a las alturas de la Unasur deba entenderse como una manifestaciรณn mรกs del poder K, cuyo afรกn de gloria โ€“como dirรญa Chauteaubriandโ€“ pasa por ganar otra vez la corona en las prรณximas elecciones generales, de modo que en esa ocasiรณn sea Cristina, ya en el colmo de una monarquรญa en trance de perpetuarse, quien entregue los sรญmbolos del poder a Nรฉstor.

โ€“ Danubio Torres Fierro

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(Rocha, Uruguay, 1947) es escritor y fue redactor de Plural. En 2007 publicรณ la antologรญa Octavio Paz en Espaรฑa, 1937 (FCE).


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