El viaje del Beagle

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Siempre vale la pena repasar El viaje del Beagle, el diario de Charles Darwin durante aquel viaje suyo alrededor del mundo entre 1831 y 1836, de sus 22 a sus 27 aรฑos, que le permitiรณ hacer las observaciones donde se basarรญa luego para su teorรญa del origen de las especies. Es un libro en verdad extraordinario y en el cual no se sabe quรฉ admirar mรกs: si la pasiรณn del cientรญfico o la precisiรณn de su prosa.

Vaya como primer botรณn de muestra la descripciรณn de su llegada a Brasil, a Salvador de Bahรญa, el 29 de febrero de 1832:

 

 

Encanto sรณlo es una palabra dรฉbil para expresar los sentimientos de un naturalista que ha paseado por primera vez por un bosque brasileรฑo. La elegancia de las hierbas, la novedad de las plantas parรกsitas, la belleza de las flores, el centelleante verde del follaje, y sobre todo la general exuberancia de la vegetaciรณn, me llenaron de admiraciรณn. Una mezcla altamente paradรณjica de sonido y silencio impregna las partes umbrรญas del bosque. El ruido de los insectos es tan fuerte que hasta puede ser percibido desde un barco fondeado a varios cientos de yardas de la costa; en el recogimiento del bosque, en cambio, parece dominar por el contrario un silencio total.

 

 

Al promediar el diario, el Beagle deja atrรกs el estrecho de Magallanes, donde Darwin habla de Fuegia [sic], la muchacha fueguina que habรญa vivido un tiempo en Inglaterra y que, junto con otros dos fueguinos, tambiรฉn llevados a Londres por la anterior expediciรณn, regresaba ahora a su tierra natal. Cuando aรฑos despuรฉs prepara la ediciรณn de su diario, Darwin aรฑade la siguiente nota a pie de pรกgina en este episodio:

 

 

El capitรกn Sullivan, que desde su viaje con el Beagle estuvo ocupรกndose del levantamiento topogrรกfico de las islas Malvinas, oyรณ en 1842 (?) de labios de un cazador de focas, que en el lรญmite occidental del estrecho de Magallanes habรญa subido a bordo de su barco una nativa que hablaba un poco de inglรฉs. Era sin sombra de dudas Fuegia Basket. Viviรณ (me temo que esta palabra posiblemente oculta una doble interpretaciรณn) algunos dรญas a bordo.

 

 

Y sigue el viaje. En Chile, en una excursiรณn al Cerro Campana, nuestro viajero anota:

 

 

Los guasos chilenos, quienes equivaldrรญan a los gauchos en la Pampa, son de una manera de ser completamente distinta. Chile es el mรกs civilizado de ambos paรญses, y en consecuencia sus habitantes han perdido una parte considerable de su carรกcter individual. Las distinciones de rango estรกn mรกs marcadas: el guaso no considera en modo alguno a todos como sus iguales, y me sorprendiรณ mucho que mis acompaรฑantes no quisieran comer conmigo y al mismo tiempo. Este sentimiento de desigualdad es una consecuencia necesaria de que existe una aristocracia de la riqueza. Dicen que hay unos pocos latifundistas que poseen rentas de 5.000 ยฃ y 10.000 ยฃ anuales, desigualdad en la riqueza que uno no encuentra, creo yo, en ninguno de los ganaderos del lado oriental de los Andes.

 

 

Pรกginas mรกs adelante, Darwin pasa por la experiencia casi mรญstica de las Galรกpagos, y sus descubrimientos en ella, que servirรญan de inspiraciรณn a El origen de las especies, y el Beagle va camino de Tahitรญ, para lo cual atraviesa el Archipiรฉlago Bajo o Peligroso, como se conocรญa a Tuamotรบ a causa de la escasa altura de sus islas y de sus mil y un insidiosos arrecifes:

 

 

Vimos numerosos de esos notablemente curiosos anillos de tierra coralina a escasa altura por encima del nivel del mar, los cuales son llamados โ€œislas lagunasโ€. Una larga y resplandeciente playa blanca estรก cubierta por un festรณn de vegetaciรณn verde, la lรญnea se adelgaza rรกpidamente en ambas direcciones y desaparece tras el horizonte. Desde el tope del mรกstil puede distinguirse en el centro de ese anillo una gran extensiรณn de agua tersa.

 

 

Lo que este pรกrrafo nos enseรฑa โ€“de momentoโ€“ es que aรบn no debรญa ser usual (o conocida) la palabra โ€œatolรณnโ€. Darwin en Tahitรญ:

 

 

Nada me ha alegrado mรกs que sus habitantes. En la expresiรณn de sus rostros hay una dulzura que prohibe de entrada pensar en lo salvaje, y una inteligencia que muestra que se adelantan en la civilizaciรณn. La gente normal deja completamente desnuda la parte superior del cuerpo durante el trabajo, y justo asรญ se muestran los tahitianos del modo mรกs favorable. Son muy altos, anchos de hombros, atlรฉticos y bien proporcionados. La mayorรญa de los hombres van tatuados, y esos ornamentos acompaรฑan con tal gracia el dinamismo del cuerpo que el efecto es muy elegante. Un dibujo frecuente, que varรญa en sus pormenores, recuerda la copa de una palmera. Brota de la lรญnea media de la espalda y se expande atractivamente hacia ambos costados. La comparaciรณn puede resultar sorprendente, pero encontrรฉ que el cuerpo de un hombre exornado de esa manera parecรญa el tronco de un รกrbol noble, abrazado por una planta trepadora.

 

 

Darwin llega con el Beagle a Sydney:

 

 

A la tarde estuve paseando por la ciudad y regresรฉ lleno de admiraciรณn por el lugar. Es un testimonio completamente extraordinario de la potencia de la naciรณn britรกnica. Aquรญ, en una tierra bastante menos prometedora, se ha conseguido mucho mรกs en algunas docenas de aรฑos que durante la misma cantidad de siglos en Sudamรฉrica.

 

 

Esta sรญ que es una afirmaciรณn bastante poco cientรญfica, dirรญa yo. ยฟAlgunas โ€œdocenas de siglosโ€? ยฟCuรกntas? Hasta el buen Darwin pierde el buen sentido cuando entra en juego el nacionalismo. Quรฉ horrorโ€ฆ Pero ahora debo rectificar mi precipitada observaciรณn acerca de que en aquellos tiempos aรบn no debรญa de ser usual (o conocida) la palabra โ€œatolรณnโ€. El 1 de abril de 1836, cuando el Beagle llega a las islas Cocos โ€“o Keelingโ€“, en el ocรฉano รndico, Darwin anota:

 

 

Es una de las islas lagunas (o atolones) de formaciones madrepรณricas parecidas a las del Archipiรฉlago Bajo, cerca del cual pasamos.

 

 

O sea, que conocida sรญ que lo era, aun cuando quizรกs no usual. En cualquier caso, en nuestro Diccionario de Autoridades, de 1726, la voz no figura todavรญa. Y en el Covarrubias, claro estรก, mucho menos.

Escribe Darwin el 12 de abril de 1836:

 

 

Estoy contento de que hayamos visitado estas islas [las Cocos]: semejantes formaciones ocupan sin duda alguna un rango de los mรกs elevados entre las cosas maravillosas de este mundo. Con una sonda de 7.200 pies y a una distancia de sรณlo 2.200 yardas de la costa, el capitรกn Fitz Roy no encontrรณ fondo: la isla configura pues una alta montaรฑa submarina cuyas laderas estรกn mรกs cortadas a plomo que los mรกs abruptos crรกteres volcรกnicos. La cumbre en forma de platillo de una taza tiene un diรกmetro de casi diez millas, y cada uno de sus รกtomos, desde la mรกs รญnfima partรญcula hasta el mayor pedazo de roca en este gran hacinamiento โ€“que sin embargo es pequeรฑo en comparaciรณn con otros atolonesโ€“, lleva la marca de haber sido fijado en una estructura orgรกnica. Nos sorprendemos cuando los viajeros nos informan de las gigantescas medidas de las pirรกmides y de otras grandes ruinas, ยกpero cuรกn completamente insignificantes son las mayores de ellas, comparadas con estas montaรฑas de piedra que se han acumulado gracias a la acciรณn de diferentes moluscos diminutos!

 

 

Y uno jurarรญa que el raro encanto poรฉtico de esta pรกgina reside en una mezcla de la visiรณn de Darwin โ€“en su saber redimensionarnos a las pirรกmides en comparaciรณn con la grandeza de la Naturaleza, y sus mediciones expresadas en pies, yardas y millas. Si los pies y las yardas se convirtieran de pronto en metros, y las millas en kilรณmetros, dirรญa yo que el sabor del texto perderรญa considerablemente.

Darwin, en Santa Helena, se aloja en una casa que describe como situada โ€œa un tiro de piedra de la tumba de Napoleรณnโ€. Pero la entrada verdaderamente interesante en su diario es otra:

 

 

Uno de los dรญas observรฉ algo extraรฑo: me hallaba al borde de una llanura limitada por un gran declive de aproximadamente mil pies de profundidad, cuando vi a barlovento, a una distancia de pocas yardas, algunas golondrinas de mar luchando contra una brisa muy poderosa, mientras que el aire, allรญ donde yo me encontraba, estaba completamente tranquilo. Me acerquรฉ hasta el borde del precipicio, donde la corriente de aire era desviada hacia arriba por el acantilado, extendรญ mi brazo y percibรญ enseguida toda la potencia del viento. Una barrera invisible de dos yardas de ancho separaba una calma chicha completa de una fuerte corriente de aire.

 

 

Los ojos de los cientรญficos ven โ€“literalmenteโ€“ lo que el comรบn mortal nunca serรญa capaz de ver, o quizรกs sรญ, pero sin pararse a averiguar la causa. El regreso a Inglaterra incluye una nueva visita a Salvador de Bahรญa, para, como dice Darwin, โ€œcerrar la mediciรณn cronomรฉtrica del mundoโ€. Zarpan luego camino a casa, pero unos vientos desfavorables les obligan a volver a las costas brasileรฑas, y el Beagle fondea en el puerto de Pernambuco, la ciudad mรกs neerlandesa del continente americano. Y Darwin comenta cรณmo fue que estando allรก, quiso conocer la vecina Olinda:

 

 

La vieja ciudad me pareciรณ mรกs atractiva y tambiรฉn mรกs limpia que Pernambuco. Aquรญ tengo que recordar algo que sucediรณ por primera vez en nuestra peregrinaciรณn quinquenal, a saber: que choquรฉ contra la falta de cortesรญa. De malhumorada manera me denegaron en dos casas distintas el permiso de cruzar sus jardines y poder subir a una montaรฑa yerma, para contemplar desde allรญ el paisaje, y sรณlo a regaรฑadientes me lo concedieron en una tercera. Estoy contento de que tal cosa me sucediera en el paรญs de los brasileรฑos, pues no estoy bien predispuesto hacia ellos, un paรญs tambiรฉn esclavista y por lo tanto moralmente depravado. Un espaรฑol se hubiera avergonzado sรณlo de pensar en no acceder a ese favor o de tratar con groserรญa a un extranjero.

 

 

El 2 de octubre de 1836, despuรฉs de cuatro aรฑos, nueve meses y cinco dรญas, el Beagle fondea por fin en aguas inglesas, en Falmouth, y Darwin pudiera tal vez parafrasear prematuramente un famoso verso (y que a la postre fuera el epitafio) de Stevenson: โ€œHome is the scientist, home from the seaโ€, en casa estรก de vuelta el cientรญfico, de vuelta de la mar. ~

 

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