¿Mรกs futbol?, le preguntรฉ, arqueando las cejas. El susodicho sintoniza una estaciรณn de radio que transmite partidos de futbol todo el santo dรญa. Escucha uno tras otro mientras lee las noticias o cocina, mientras trabaja. A ver cuรกnto aguanto con la narraciรณn deportiva como banda sonora de la vida domรฉstica, pensรฉ.
Yo, que no sรฉ ni quรฉ es un fuera de lugar ni me interesa, escucho mรกs bien un murmullo constante. Una coreografรญa de voces que describe a un ritmo uniforme lo que sucede a lo largo y ancho de algรบn campo en algรบn lugar del mundo. Para mรญ, el partido que las voces recrean y acontece solo en nuestra imaginaciรณn –a diferencia de la televisiรณn–, podrรญa o no existir; esta crรณnica tan detallada que sitรบa en un espacio determinado, ciertos movimientos, pases y jugadas especรญficas podrรญa ser una forma del radioteatro. Tarde o temprano el murmullo se interrumpe cuando un jugador anota un gol. La calma del juego es amenazada y las emociones unen a quien habla con quien escucha. La pasiรณn del locutor quiebra la cadencia de la narrativa y si son buenas noticias, el hombre al micrรณfono celebra el gol tomando aire y exhala ceremoniosamente extendiendo la letra“o”, casi cantรกndola, estirando la palabra en ese ritual que tantas veces escuchรฉ en la infancia. Si son malas noticias, se sufre la anotaciรณn con un pronunciamiento breve y sobrio pero confrontacional, porque habrรก consecuencias. Ese es el momento en el que me desprendo de lo que estoy haciendo para preguntar, ¿quรฉ?, ¿quiรฉn?, ¿contra quiรฉn?
Los mundiales de futbol se transmiten a todo el mundo a travรฉs de una sola seรฑal. Es decir, las imรกgenes son las mismitas en todos los canales de televisiรณn y en todas las cabinas de radio. El aรฑo pasado, la mayorรญa de los aficionados en Estados Unidos, aunque no hablaran espaรฑol, eligiรณ ver o escuchar los partidos narrados por latinoamericanos, cuyo relato es entusiasta hasta las lรกgrimas. Cuando interpretamos idiomas que no comprendemos lo primero que intentamos traducir es el tono. Imaginen a ese pรบblico escuchando puros sonidos que comunican las jugadas. La modulaciรณn de la voz, los cambios de volumen e intenciรณn entre palabras activan diferentes partes del cerebro que despiertan alegrรญa, tristeza o rabia.
Como los versos de una canciรณn, la narraciรณn de un partido de futbol anticipa momentos dramรกticos, crea expectativas del clรญmax. Los espectadores se entregan al locutor, quien tiene la responsabilidad de guiar con su entonaciรณn las emociones del pรบblico. Yo no verรญa un partido en la televisiรณn, pero aquรญ me tienen bien al pendiente frente al radio del susodicho, esperando un gol, sin importar de quien.
Ciudad de Mรฉxico