Humanos de molde

La mentalidad prejuiciosa siempre tiene las maletas prestas para viajar de un grupo social a otro.
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Son un peligro. Donde quiera que estén. No se puede confiar en todos. Son violentos. Sería un error dar cobijo a alguno de ellos sin hacer un profundo análisis y una cuidadosa investigación sobre su pasado.

Tradicionalmente, son inadaptados. Son altamente destructivos, incluso entre ellos mismos. ¿No son esas razones suficientes para evitar a toda costa que cualquiera de ellos se asiente en nuestro territorio en cualquier condición? ¿Se pueden atender principios de humanismo en su caso, cuando para ellos, como sociedad, es lo que menos valor tiene?

Los párrafos anteriores podrían ajustarse a cualquier comunidad. Generalizaciones o expresiones discriminatorias propias del discurso de odio que racionaliza la animadversión y el desprecio por el otro, que podrían referirse lo mismo a una identidad étnica o nacional o a un grupo social, pero que en este caso han sido publicadas en las páginas del diario mexicano El Universal como una columna contra el asilo a migrantes sirios en nuestro país.

El autor, cita “fuentes diplomáticas, políticas y académicas” y añade que “tradicionalmente, por su cultura, costumbres y religión, los sirios  […] quieren una realidad de acuerdo a sus creencias, en las que no cabe ninguna expresión de disidencia”.La conclusión de los anónimos consultados por el columnista es que las características de los sirios incuban un peligro para el mundo.

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Jesús Casquete, investigador del Centro de Estudios sobre Antisemitismo en Berlín, advierte que cuando se mete a todos los integrantes de una comunidad étnica, religiosa o nacional en un mismo saco, se omite una constatación sociológica fundamental: la pluralidad de intereses y valores entre sus integrantes. Ignorar esa diversidad es fruto de una mentalidad simplista que hace de los otros una caricatura prejuiciosa antes que reparar en la intrínseca pluralidad de los grupos humanos.

El académico establece que desde esta estructura mental es fácil que germinen argumentos contra otros, pues “la mentalidad prejuiciosa siempre tiene las maletas prestas para viajar de un grupo social a otro”, de manera que cambian los objetos de la estigmatización, también los adjetivos contra cada grupo, pero prevalece el maniqueísmo del nosotros frente a ellos fuente de toda suerte de amenazas, la idea de que los humanos salen por grupos de un molde.

El artículo publicado por El Universal defiende en el fondo un estilo de vida y un conjunto de valores que desprecian la multiculturalidad en un país de grupos con rasgos lingüísticos y culturales tan disímiles como este, empleando trampas argumentativas, conjeturas infundadas y presuposiciones, que dicen al lector que los sirios no son también esos que huyen de los genocidas y que han muerto en numerosos naufragios frente a las costas de Turquía, Grecia, Egipto y Libia.

Se atribuye a John Stuart Mill que las ideas pierden su “inmunidad” cuando son expresadas en circunstancias tales que el solo enunciarlas constituye una incitación decisiva para cualquier acto lesivo. Eso es justamente lo que hace este discurso discriminatorio en particular. Promueve, sino el odio, sí la exclusión contra un grupo al que calumnia, y contra miles de personas en función de su pertenencia a esa comunidad.

Como establece la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, debe hacerse una distinción entre el lenguaje que explica las razones detrás de un hecho (en este caso el rechazo a dar refugio a ciudadanos sirios) y las expresiones que fomentan tal actitud. En este caso, el lenguaje y la lógica argumentativa permiten determinar a cuál ámbito pertenecen las expresiones en la columna referida.

Sin embargo, bajo la premisa del libre intercambio de ideas, más que imponer restricciones a la libre expresión lo que sí puede defenderse es el debate público, pues “la libertad completa de contradecir y desaprobar nuestra opinión es la condición necesaria para que podamos afirmar su certeza en la práctica de la vida”.

En el mejor de los casos, y trayendo a cuenta a Mill, el colaborador de El Universal ha sido descuidadamente indiferente con el destino de las personas contra las que carga, desde las palabras de otros, no advirtiendo el peso de excluirlos de los miles de refugiados que, huyendo de dictaduras, fueron acogidos en este país, donde se quedaron a construir. ~

 

 

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Periodista. Autor de Los voceros del fin del mundo (Libros de la Araucaria).


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