La atracción de los polos

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Trømso es una ciudad noruega en la coronilla del planeta, tan arriba en el mapa y tan cercana al Polo Norte, que sirvió de peldaño para descender al Polo opuesto.
     El cinturón de las últimas ciudades rodea a la Tierra sobre los sesenta grados latitud norte: Anchorage en Alaska, San Petersburgo en Rusia y las cuatro capitales escandinavas se alinean a esta altura. Por su cercanía a la masa continental, Copenhague, Estocolmo, Helsinki y Oslo nos distraen de la magnitud con que la península donde se ubican crece en la dirección que imanta a las brújulas. Oslo, por ejemplo, queda más cerca de Roma que de su frontera con Rusia.
     Quinientos kilómetros por encima de estas ciudades dibuja su perímetro el círculo polar ártico. Todavía otros trescientos kilómetros más arriba, donde la idea de un asentamiento humano numeroso parece inverosímil, se ubica Trømso. Las vías ferroviarias que atraviesan la longitud de Europa y cruzan Siberia hasta terminar en Pekín no suben tan alto. Esta pequeña y próspera metrópoli en la cresta de Noruega surge como la versión contemporánea de la Última Thule, el punto más septentrional del mundo habitado según los griegos antiguos.
     Lo primero que llama la atención al caminar por las calles de Trømso son los osos polares. Enormes y blancos, en posición de ataque o paseándose dócilmente tras la vitrina de algún restaurante. Como si el mismo frío hubiera terminado por vencerlos, habitan los aparadores de tiendas y hoteles, congelados en la hibernación permanente de la taxidermia. Habiéndose prohibido su caza desde 1973, la posesión de uno es el símbolo de distinción que sólo algunos establecimientos puedan costear.
     El licor tradicional de Noruega es el aquavit, un brandy de patata de alta gradación, rudo al pasar por la garganta. Algunas bebidas nacionales involucran en su proceso de destilación la identidad de su país. A principios del siglo pasado, una embarcación regresó después de darle la vuelta al mundo cruzando en dos ocasiones el Ecuador. Al desembarcar, la tripulación encontró un barril que había sobrevivido la sed del viaje perdido en una de las bodegas. Según cuenta la historia, el sabor había mejorado notablemente. Desde entonces hay una producción especial de aquavit llamada linje, Ecuador en noruego, que hace el mismo recorrido vía Australia, añejándose con los cambios de temperatura y el mecer del mar. En la parte trasera de la etiqueta, cada botella detalla su travesía y el barco que tripuló.
     Ese espíritu de cruzar el globo y dejar registro consiguió su victoria más célebre tan sólo unos años después. A pesar de sus inviernos tenaces y sus impuestos astronómicos, en la actualidad, según el más reciente estudio anual de la onu, que conjuga nivel de educación, ingresos y esperanza de vida, los cuatro millones de súbditos del reino de Noruega disfrutan el mejor nivel de vida en el mundo; incluso el rey se trata médicamente en la seguridad social.
     Noruega obtuvo la independencia de Suecia apenas en 1905. Hace un siglo, los mapas todavía mostraban espacios en blanco sobre los que ningún ser humano había puesto pie. La primera carta credencial de esta nación con el mundo fueron sus exploradores. Trømso comenzó como un asentamiento para la caza de morsas, osos polares y focas en las islas de Svalbard, Franz Joseph y Groenlandia oriental. La experiencia de sus traperos y marinos fue invaluable para las primeras expediciones científicas a las regiones polares.
     Fridtjof Nansen fue el primer noruego en dedicarse a fondo a la exploración ártica. Estudió las prácticas tradicionales inuit para adaptarlas al territorio polar; el trineo esquimal que acondicionó para ello es el que aún se usa. Que Nansen fuera propuesto como el primer monarca de Noruega muestra hasta que punto la conquista de los polos se mezcló con la formación del sentimiento nacional noruego.
     En 1909 Roald Amundsen se dirigía rumbo al Polo Norte. Al enterarse de que Robert Peary lo acababa de lograr decidió llevar su bandera al hemisferio opuesto. Lo mantuvo en secreto, pues Robert Scott planeaba la misma empresa por parte de Gran Bretaña. Amundsen temía que los oficiales de su país le hubieran impedido desafiar al Reino Unido, de quien dependían en gran medida. Sólo cuando el Fram, nave que había pertenecido a Nansen, rebasó la costa de Marruecos, anunció a su tripulación el cambio de ruta al Polo Sur. El capitán Scott recibió un telegrama cuando se alistaba en Nueva Zelanda: “Voy rumbo al sur. Amundsen”. La atracción de los polos desató una carrera épica.
     Uno de los recursos imprescindibles en las expediciones a los extremos polares eran los gogles de tintura verde y las casas de campaña de color rojo vivo, como terapia visual contra el blanco infinito de la nieve. Después de octubre, la noche en Trømso es casi absoluta y el sol no aparece en el firmamento; sólo hacia el medio día hay un par de horas de claridad lechosa y crepuscular. Como remedio para la ausencia del sol durante dos meses, Noruega es el país que consume el mayor número de velas en el mundo. Las llamas resplandecen a través de las ventanas, dándole a las casas un halo de cuento de hadas.
     La oscuridad plateada que domina su paisaje invernal contrasta con el verdor de las abundantes coníferas. Si hay árboles en estas latitudes, al igual que condiciones de vida, se debe en buena medida a la corriente que se entibia en las costas del Golfo de México y luego sube. Las aguas oleaginosas del mar se mezclan con las capas de nieve blanquísima, tan densas que alguna gente saca a pasear a su perro en esquís por la costa que rodea a la ciudad.
     Tal vez como una compensación de luz, en algunas ocasiones es posible ver la función que la aurora boreal monta en el cielo: una pirotecnia magnética de colores neón que se produce cuando los electrones proyectados por el viento solar golpean la atmósfera. Ninguna aurora austral alegra el hemisferio opuesto. Ni siquiera ese consuelo tuvieron las dos expediciones que en 1911-1912, bajo temperaturas extremas, compitieron por ser lo primeros en llegar al Polo Sur.
     Amundsen colocó la bandera el 14 de diciembre de 1911. Scott todavía estaba a quinientos kilómetros. Noruega, una nación recién nacida, conquistó el polo opuesto al suyo mientras el imperio de la Inglaterra victoriana sufría su primera gran derrota. Teniendo Trømso como base, Roald Amundsen siguió con otras exploraciones al Polo Norte. En 1926 lo sobrevoló en dirigible, pero dos años después, al tratar de rescatar una expedición perdida, su avión se fue a pique en el Océano Ártico.
     Después de hallar que su meta ya había sido conquistada, la mala suerte que había caracterizado la expedición de Scott empeoró. A los treinta grados centígrados bajo cero se empieza a congelar la piel humana sin protección. A los -38.90C se congela el mercurio. Para marzo de 1912 la temperatura en la Antártica bajaba de cuarenta grados bajo cero. Cuando estaban a 18 kilómetros de la siguiente estación de aprovisionamiento, una tormenta los cercó en una Numancia blanca que fue su tumba.
     La última entrada en el diario del capitán fue el 29 de marzo. Ocho meses más tarde, una partida de rescate encontró congelados su cuerpo y el de sus hombres. Un joven noruego de 21 años, que Scott había enrolado para que enseñara a esquiar a su expedición, fue quien llevó de vuelta los esquís del capitán, dejando sobre la superficie polar un rastro de dos líneas paralelas que la nieve no tardaría en borrar. –

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(Ciudad de México, 1973) es autor de cinco libros de narrativa. Su libro más reciente es la novela Nada me falta (Textofilia, 2014).


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