Ilustraciรณn de Margaret Harrison

Las mujeres de Playboy

ยฟPuede decirse que Hugh Hefner fue un editor visionario?ย 
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A Fabiola Garcรญa Mayagoitia, mi madre feminista

 

Hefner, ¿visionario?

¿Puede decirse que Hugh Hefner fue un editor visionario? Es mucho lo que Playboy le debe a Esquire e incluso a Modern Man. Ambas ya habรญan creado la nueva identidad del hombre de clase media, al que podrรญa denominรกrsele “soltero en la ciudad”. El contenido de estas revistas predecesoras pretendรญa, por una parte, promocionar el consumo de “lo sofisticado” (expresado en muebles modernos, equipos de sonido de alta fidelidad y ropa de moda para cada ocasiรณn social) y, por la otra, promover la libertad sexual por medio de dibujos y fotografรญas de mujeres jรณvenes en “poses provocativas”. En suma, publicaciones anteriores a Playboy llevaban tiempo recetando la fรณrmula de placer sexual y consumista a los lectores estadunidenses. Mejor aรบn, Hefner trabajรณ un tiempo como redactor de Esquire, conocรญa bien ese proyecto editorial, en el cual se inspirรณ para hacer la revista que lo harรญa una celebridad.

Considerando el contexto editorial que antecediรณ e influyรณ en Playboy, quizรกs su reputaciรณn de visionario pueda salvarse si, mejor, lo vemos como caricaturista. En sus tiempos de estudiante se encargรณ de las ilustraciones de Shaft, la revista humorรญstica del alumnado de la Universidad de Illinois y lo cierto es que mantuvo esta vocaciรณn despuรฉs de graduarse. Aรฑos mรกs tarde, el Chicago Daily News publicรณ un artรญculo dedicado a Hefner, titulado “How a Cartoonist Lives”. Si mรกs que un editor, fue un dibujante, ¿puede decirse que la Conejita fue su mejor caricatura?

La evidencia apunta a lo contrario. En 1937, quince aรฑos antes de que se publicara el primer nรบmero de Playboy, Gil Elvgren dibujaba pin-ups para calendarios y otros medios publicitarios.

 

Por su parte, Elizabeth Fraterrigo argumenta que algo le debemos a Hefner en tรฉrminos grรกficos. Fastidiado de que las modelos siempre fueran retratadas en las mismas locaciones (la playa) y descreรญdo de las fotografรญas que se tomaban en estudios porque “se sentรญan artificiales”, Hef quiso que la Playmate fuera the girl next door.

Por esta razรณn, insiste Fraterrigo, las Conejitas son representadas en acciones especรญficas y situadas en lugares precisos:[1] escogen una blusa frente al clรณset de su habitaciรณn, preparan un martini en el bar de la casa, cuelgan la imitaciรณn de un cuadro de Picasso en la pared de la sala. 

¿Fue asรญ que naciรณ la versiรณn pornogrรกfica de la chica de a lado? En mi opiniรณn, Fraterrigo se equivoca: si bien algunas pin-ups fueron dibujadas encima de una plasta de color –sobre un fondo azul elรฉctrico o una base color crema parecida a una pรกgina sin volumen– lo cierto es que Elvgren tambiรฉn las situรณ en diferentes escenas de la vida cotidiana estadunidense y llevando a cabo las tradicionales acciones domรฉsticas femeninas. 

Reconozco que es ocioso otorgar el premio “Yo lo Hice Primero” a cualquiera de los dos. Sin embargo, me llama la atenciรณn la inquietud de Playboy, Modern Man, Esquire por conseguir que las imรกgenes de las pin-ups fueran “lo mรกs reales posibles”. Es una compulsiรณn que comparten diferentes gรฉneros de pornografรญa, mรกs volcada al realismo que la tradiciรณn artรญstica occidental, la cual pasรณ varios siglos buscando tรฉcnicas y mรฉtodos que le imprimieran a la pintura la misma ilusiรณn de lo real. Pareciera que tanto la pintura figurativa como la pornografรญa se obsesionaron con la realidad.

Centerfold, Playboy, ca. 1950.

Si las pรกginas de Playboy no son tan innovadoras en tรฉrminos de tipografรญa, composiciรณn de pรกginas, estilo de fotografรญa y contenido, entonces ¿quรฉ le debemos?, ¿cuรกl es su legado? Quizรกs una simple pero eficaz lecciรณn de mercadotecnia. Mencionรฉ que la pin-up era un producto que llevaba dos dรฉcadas circulando en el mercado, mucho antes del primer ejemplar de Playboy. Lo que hizo Hefner fue tomar este producto genรฉrico… y estamparle un logo.

Entre 1953 y 1975 cada portada insiste, mรกs que en mujeres semidesnudas, en la marca del conejito. En una de ellas, la cabeza y las orejas del conejo se imprimen sobre la piel que “no se bronceรณ” en la espalda de una mujer que toma el sol junto a la alberca. La lengua de otra mujer lame el pegamento de un sello postal con el logo de Playboy. Los dedos de un guante blanco insinรบan las orejas de un conejo. En las copas de un brassiรจre blanco se advierte la cabeza del animal; los tirantes son sus orejas. En una portada mรกs, la mano de un hombre baja el cierre de un vestido: otra vez, los tirantes blancos son las orejas y las nalgas, la cabeza del conejo. Asรญ, mรกs que una aportaciรณn grรกfica, Hefner hizo un branding de las pin-ups, un branding que marcรณ sobre el cuerpo de las mujeres. 

No es difรญcil percatarse de la contradicciรณn entre la imagen del hombre sofisticado y la Playmate producida en serie. Ya sea que trabajaran como meseras en los clubs o que se les fotografiara para la revista, Hefner le puso un uniforme a su producto para diferenciarlo del resto: si bien mantuvo el corset ajustado, agregรณ un par de accesorios: el corbatรญn y, estรก claro, las orejas y colas de conejo, de modo que el consumidor obtuviera siempre lo mismo. En McDonald’s, dos panes de hamburguesa, una rebanada de carne molida, un cuadro de queso amarillo; en Playboy, la conejita que llegรณ a aburrir al mismo Hefner. 

 

Hefner, ¿defensor de la libertad?

A sus 89 aรฑos, Hefner se complace al contar la historia de su encontronazo con las leyes de censura del gobierno de Estados Unidos. El 4 de junio de 1963 fue arrestado por publicar y circular fotografรญas de Jayne Mansfield desnuda y semidesnuda. Desde su exoneraciรณn, son varios los que han escrito acerca del papel que รฉl jugรณ en la defensa del irrenunciable principio de la libertad de expresiรณn en Estados Unidos.

Comparemos esta imagen del hรฉroe liberal con otra. En 1971 la policรญa de Londres clausurรณ la exposiciรณn de la feminista Margaret Harrison por cargos de difamaciรณn: Harrison habรญa dibujado a Hefner vestido con corset, medias y tacones negros, una diadema con orejas de conejito y la cabeza de un conejo tapando su pene.[2] ¿Por quรฉ la autoridad censurรณ esta caricatura si era tan jovial y divertida como las de Playboy? Mejor aรบn, ¿a quiรฉn se le permite el recurso de la risa y a quiรฉnes no? ¿Entre los 50 y los 70, la burla fue un privilegio mรกs del hombre rico, blanco, heterosexual y estadunidense? ¿Lo es ahora?



[1]Elizabeth Fraterrigo, Playboy and the Making of the Good Life in Modern America, Nueva York, Oxford University Press, 2009, pp.: 43, 110, 123, 124, 170, 202.

[2]Ver Helena Reckitt (ed.), Arte y feminismo, Nueva York, Phaidon Press Limited, 2005, p. 68

 

 

 

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(Ciudad de Mรฉxico, 1986) estudiรณ la licenciatura en ciencia polรญtica en el ITAM. Es editora.


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