Los senadores patrios se vieron injustamente condenados a estrenar su edificio de 2 mil seicientos millones de pesos (mas los pendientitos que nunca faltan) cuando aรบn no estaba del todo terminado.
No hay derecho.
Los pobres senadores, รกvidos que estaban para deliberar sobre tantos cuanto acuciantes temas de los que depende la salud de la Repรบblica, se encontraron, primero, con que el sistema electrรณnico de votaciรณn (que tiene tecnologรญa de punta) sufriรณ un desperfecto que los condenรณ a la humillante necesidad de votar alzando el dedito.
(Esta primera votaciรณn histรณrica con e-dedito fue sobrelas modificaciones a la Ley de Desarrollo Sustentable de la Caรฑa de Azรบcar.)
Luego, en la megapantalla que registra los votos aparecieron senadores que ni siquiera estaban presentes, asรญ como un episodio de Bob Esponja.
El sistema de sonido presentรณ graves deficiencias, motivo por el cual no se pudo escuchar a los senadores intercambiando insultos o, en su defecto, exigencias para aumentarle el presupuesto a la cรกmara de senadores.
El sรณtano “uno” se inundรณ cuando se ensayaba el sistema contra incendios, por lo que la humedad acumulada le causรณ reumas a varios legisladores probos y a otros que no son probos.
En el mismo tenor, los senadores Manlio Fabio Beltrones y Fernando Castro Trenti chillaban que le bajaran al aire acondicionado “porque nos vamos a enfermar”.
Despuรฉs, los escritorios de los senadores, que en realidad son e-escritorios, a los que los senadores le injertan una e-tarjeta que activa una computadora de tecnologรญa de punta que se enlaza con la e-megapantalla, no e-funcionรณ por lo que los e-votos se fueron a e-chingar a su madre.
Varios senadores quedaron atrapados en los elevadores porque los botones de subir o, en su defecto, bajar, estaban apuntando no hacia arriba o hacia abajo, sino a los lados.
Otros senadores deambulaban por los corredores sin saber a dรณnde ir, como el senador Pablo Gรณmez, que gritaba “¿Quรฉ, les costaba mucho poner letreros?”
Por su parte el senador Alberto Cรกrdenas que con otros senadores subรญa y bajaba escaleras buscando la sala de sesiones, gritaba: "Me dicen que arriba, me dicen que abajo, pues ¿dรณnde es, carajo?"
Luego resultรณ que de los 128 senadores hicieron acto de presencia sรณlo 98, aunque cobraron todos.
Luego, Juanito logrรณ colarse a la sesiรณn y procediรณ a insultar al Sr. Marcelo Ebrard.
Y, para terminar, lo peor de todo: muchos de los servicios sanitarios con tecnologรญa de punta no funcionaban por lo que muchos senadores tuvieron que hacer sus necesidades de ellos en un sรณlo, รบnico, solitario, solidario excusado, donde las cantidades de e-mierda senatorial comenzaron a acumularse y a confundirse, sin distingo de militancia partidista, hasta constituirse en una espantosa montaรฑa que convocรณ mucho a la reflexiรณn que sรณlo se detuvo con una mociรณn de orden.
Pero tambiรฉn hubo cosas positivas:
Absolutamente todos los senadores lograron enterarse de dรณnde estรกn la pagadurรญa y la agencia de viajes.
Cuando el senador Beltrones apachurrรณ el botocito que sube automรกticamente la bandera en el asta bandera, la bandera se levantรณ automรกticamente.
Acto seguido, el senador dijo con gravedad: “Este nuevo edificio debe ayudar a conciliar las diferencias e impulsar los cambios que la sociedad demanda.”
Y como todo era un relajo y nadie entendรญa que estaba pasando, se suspendiรณ la sesiรณn y los senadores procedieron a atascarse de comida y bebida en el nuevo y lujoso comedor equipado con tecnologรญa de punta.
Es un escritor, editorialista y acadรฉmico, especialista en poesรญa mexicana moderna.