Durante las รบltimas semanas, la prensa espaรฑola ha reabierto la discusiรณn sobre un fenรณmeno recurrente en las fiestas de San Fermรญn, en Pamplona. Varios textos publicados en diarios como El Paรญs y El Mundo son acompaรฑados de fotografรญas en las que una joven es llevada a hombros, sin camiseta, mientras una multitud de hombres la manosea. Las opiniones coinciden. Hay dos formas de leer esas imรกgenes.
La primera es que se trata de una acciรณn consentida, que la protagonista de la imagen lo estรก pasando estupendamente, y que el hecho de desnudarse (asรญ sea parcialmente) es una invitaciรณn. La segunda es tajante: se trata de una agresiรณn sexual, porque participar del momento y quitarse la ropa no significa bajo ninguna circunstancia que se estรฉ dando entrada al abuso, “que una mujer muestre sus pechos no significa barra libre para que todo el mundo que estรฉ alrededor tenga derecho a tocรกrselos”.
En contraste, en ciudades como Nueva York, el derecho de las mujeres a pasearse en pรบblico libremente, con el pecho desnudo, no solo supone que cualquier abuso en su contra sea sancionado, sino que ademรกs excluye que se les detenga o finquen cargos por lascivia o exposiciรณn indecente, pues su derecho es igual al que ejercen los hombres cuando simplemente deciden no usar camiseta.
La cuestiรณn espaรฑola involucra a los medios que, de acuerdo con las visiones mรกs radicales se han convertido en una suerte de cรณmplices al reflejar y proyectar al mundo agresiones sexuales. En un plano mรกs autocrรญtico, hay cierta conciencia de que con el tratamiento que dan a estos temas las empresas periodรญsticas influyen en la percepciรณn que la sociedad tiene acerca de ellos. La mayorรญa de los medios de comunicaciรณn —advierte uno de los anรกlisis— incluye en sus galerรญas numerosas fotos de acoso a mujeres durante la celebraciรณn, “por lo que el contexto facilita considerarlas como algo divertido, simpรกtico, alegre”.
En nuestro paรญs, la iniciativa de empujar a las jรณvenes a mostrar los pechos para entretenimiento de la multitud parte incluso de los organizadores de festivales como el Vive Latino, aun cuando existen antecedentes de muchachas que terminaron siendo desnudadas y manoseadas por la turba durante la celebraciรณn por un triunfo de la Selecciรณn Nacional de futbol.
La tendencia a naturalizar la violencia sexual, convertir en algo ocurrente la visiรณn de la mujer como un pedazo de carne u objeto de uso estรก presente de manera cotidiana tambiรฉn en los medios mexicanos. La revista H para hombres es ejemplar; la oferta en portada de sus รบltimos dos nรบmeros lo muestra: “¡Llรฉvatela a la cama!… Sexo por edades. Dime cuรกntos aรฑos tiene y te decimos cรณmo”, “Por sus nalgas la conocerรกs. Tipos de trasero y su personalidad”.
El despliegue en interiores es un manual para cretinos que clasifica a las mujeres por su edad, hรกbitat y costumbres (“por lo regular andan en racimos de tres a seis chicas en tacones con vestidos entallados y maquillaje), proporciona consejos sobre el anzuelo que debe usarse para obtener sexo de ellas y quรฉ hacer cuando ya se les usรณ para pasar el rato (“Inventa un compromiso profesional […], eso bastarรก para irte sin remordimientos por la puerta grande”).
El texto tambiรฉn ilustra a sus lectores sobre las menores de edad y advierte que las que se encuentran entre los 16 y los 18 aรฑos estรกn en una edad de “consentimiento sexual”, es decir, que legalmente pueden decidir tener sexo. Eso sรญ, el anรกlisis incluye una nota que llama a la responsabilidad: “No importa la edad que tenga, pรณrtate como un adulto: usa siempre condรณn”.
La sabidurรญa vertida en los textos no es mera ocurrencia, sino que estรก basada —segรบn dicen los editores— en la experiencia de “conquistadores expertos en traseros y comportamiento femenino”, quienes en sus tratados sobre la mujer observan que aquellas con glรบteos anchos y carnosos “tienen un espรญritu incansable y un carรกcter que les impide conquistar sus metas. Suelen ser dramรกticas y tienden a culpar a otros de sus irresponsabilidades”, mientras que las de trasero pequeรฑo son sinceras, honestas y “hacen casi cualquier cosa por amor”. En todos los casos se ofrece una receta de cรณmo conquistarlas.
El problema del contenido de la revista H para hombres va mรกs allรก de presunciones culturales sobre el rol de la mujer en la sociedad; en las pรกginas de la publicaciรณn hay un discurso cargado de profunda violencia de gรฉnero, que elabora categorรญas taxonรณmicas en las que las mujeres son equiparadas con objetos sin ninguna complejidad y cuya personalidad puede explicarse por el tamaรฑo o la forma de una parte de su cuerpo.
Los clรกsicos de la misoginia universal, como Paul Julius Moebius, reunรญan datos para probar cientรญfica e irrefutablemente que la mujer era dรฉbil de mente y cuerpo. Otto Weininger hablaba en Sexo y carรกcter de su ductilidad, su extraordinaria facilidad para dejarse influir y sugestionar por los juicios ajenos. “De una mujer se puede hacer lo que se quiera”, “la mujer podrรก parecer una cosa u otra, pero siempre es lo mismo: nada”, “la mujer empieza y acaba en la vida sexual”, se lee en varios puntos del trabajo; sin embargo, la culminaciรณn de su tesis es la frase “el hombre tiene un pene, pero la vagina tiene una mujer” (pรกgina 99).
En todos los casos el universo femenino es reducido a un bufete para que los hombres se sirvan. Los reportajes sobre dรณnde y cรณmo ligar a chicas que practican yoga para tener sexo con ellas y “sacarle provecho a su flexibilidad” (H para hombres, junio de 2013, pรกg. 128), es una celebraciรณn del acoso sexista.
Sexo y carรกcter fue publicado en 1903 y su autor se suicidรณ a los pocos meses. Ciento diez aรฑos despuรฉs, los manuales para cretinos se editan en tirajes de 293 mil ejemplares al mes.
Periodista. Autor de Los voceros del fin del mundo (Libros de la Araucaria).