México censura YouTube

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Sobre advertencia no hay engaño. A principios de 2007, el sitio de internet YouTube fue censurado en Turquía. Cuando Google, el gigante cibernético dueño de esa web, pidió una explicación a las autoridades turcas, los hipersensibles de Estambul argumentaron que algunos videos del sitio atentaban contra la imagen de Mustafá Kemal Ataturk, el fundador de la Turquía moderna. Después de un largo debate, la gente de Google decidió impedir el acceso a ese contenido desde dentro de Turquía, pero optó por permitir su uso libre en el resto del mundo. La decisión no dejó contentos a todos en Google. De entre los directores hubo quien defendió la naturaleza libérrima de internet y, antes que nada, el código de ética de YouTube, que prohíbe videos racistas o de corte fanático, pero permite el contenido político. Aun así, y a pesar de que los videos “contra Ataturk” no eran más que parodias inanes, Google decidió atender las quejas del gobierno turco. No obstante, la censura engendra más censura, como Orwell bien sabía. Al poco tiempo, el gobierno turco comenzó a quejarse con mayor fervor, esta vez exigiendo que Google negara el acceso en todo el mundo a videos en contra la turqueidad. De manera sensible, Google resistió la presión: la censura dentro de Turquía no tenía por qué convertirse en la censura en el planeta entero. Algo similar pasó cuando el gobierno de Tailandia exigió a Google que retirara de YouTube una serie de videos que “insultaban” al rey, acto considerado criminal bajo la ley tailandesa. Una vez más, Google decidió respetar las leyes locales: bajó los videos claramente ilegales en Tailandia, pero optó por dejar abierto otro contenido que había disgustado a los tailandeses y que no violaba estatuto alguno, como los que no contenían llamados a la violencia ni expresiones fanáticas. Al final, Google cedió a la censura pero mantuvo, hasta donde pudo, la libertad de expresión que hace de internet un auténtico foro global.

Dentro de poco, Google enfrentará un nuevo y complicado reto con las leyes locales. Pero esta vez no será en Turquía, Tailandia o China. El siguiente debate para YouTube será decidir si acepta retirar contenido proveniente de México, ese nuevo escenario de la censura política. Y es que se veía venir. Apenas comenzó a aplicarse la nueva ley electoral y la equidad ya se ha convertido en bozal. La reforma electoral, que arrebató el derecho de participación política en los medios de comunicación masivos a la sociedad civil, he engendrado lo que muchos se temían: un enorme Big Brother. En la semana que termina, algunos consejeros del IFE dejaron entrever que, en aras de proteger la limpieza del proceso electoral en México, el órgano regulador podría exigir a YouTube retirar contenido político si alguien así lo requiere. Es una vergüenza. Pero mucho peor fue la respuesta de YouTube. Ricardo Blanco, vocero del sitio para América Latina, hizo el disfavor de anunciar que estaría dispuesto a “cooperar” con el IFE. Sería bueno conocer la opinión de los jefes del señor Blanco. Porque si bien es cierto que YouTube acató la disposición de censura de los gobiernos de Tailandia y Turquía, también es verdad que la empresa sólo decidió impedir el acceso de los usuarios a aquel contenido que incitara a la violencia o usara lenguaje de odio o prejuicio. ¿Entraría en esa categoría un video del plantón de Paseo de la Reforma o un montaje de la ilustre carrera política de René Bejarano? ¿Qué tal un montaje de imágenes de Enrique Peña Nieto junto a Arturo Montiel o, mejor aún, un breve video contando ciertos pasajes de la historia priista en el siglo XX? ¿O incluso un fragmento de esa magnum opus del documentalismo imparcial mexicano que es Fraude 2006, de Mandoki? Ya imagino el rostro del consejo de Google cuando el señor Ricardo Blanco les llame para informarles que en México se exige la censura de cientos de videos de carácter político por considerarlos impropios para la impoluta democracia mexicana.

Y eso será sólo el principio. Porque habrá que avisarle al IFE que internet es mucho más que YouTube. Pensemos en el auténtico gigante social en la red: Facebook, sitio que resultara fundamental para Barack Obama en la elección del año pasado. ¿Hablará el IFE con Facebook para que se cancele la posibilidad de formar grupos como el de “Creo que puedo encontrar a más de 100 mil personas que les cague El Peje”, una sociedad cibernética con cerca de 30 mil miembros? ¿Es ilegal este acto de libre asociación, que incluye correos constantes entre los miembros y, claro, videos ciertamente severos en contra de Andrés Manuel López Obrador? Y no sólo está Facebook. El IFE tendría que irse poniendo en contacto con Twitter, donde ya alguien seguramente tuvo la idea de cubrir minuto a minuto la campaña electoral en tonos que distan mucho de la higiene orwelliana que pretenden los consejeros.

En suma, a las cosas por su nombre: la interpretación de la reforma electoral está convirtiendo a México en un país de histéricos, en donde la libertad de expresión está cada vez en mayor desventaja y las acusaciones por una supuesta guerra sucia se vuelven cada día más estridentes y, peor aún, desinformadas. Ninguna democracia en el mundo se ha construido sobre los cimientos de la censura. Eso hay que dejárselo a quienes defienden una monarquía o se rasgan las vestiduras por los atentados mediáticos a su intocable identidad nacional. Que sean ellos quienes censuren a sus ciudadanos, ellos quienes tengan que “cooperar” con leyes dignas del Gulag.

– León Krauze

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(Ciudad de México, 1975) es escritor y periodista.


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