Hace algunas semanas, en medio de las protestas y bloqueos de profesores de la CNTE, una radiodifusora pagรณ planas publicitarias en varios medios impresos para promover su espacio informativo de medio dรญa. La mayor fortaleza del periodista encargado de la emisiรณn aparecรญa destacada en mayรบsculas: "¡MAESTROS HUEVONES!”, seguido de la frase “Eso que tรบ piensas, รฉl sabe cรณmo decirlo…”
La tarjeta de presentaciรณn del espacio noticioso empezaba por menospreciar a los radioescuchas, a los que ve como un ente monolรญtico que comparten, sin matices, las opiniones de un conductor, cuyo valor consiste en encausar correctamente los enojos que aquรฉllos no saben expresar.
En un trabajo acerca de las concepciones del periodismo entre los periodistas mismos, Joaquรญn Sotelo y Francisco Cabezuelo dan cuenta de un sector de comunicadores que toman partido y se convierten en actores polรญticos que se sienten llamados a desarmar diabรณlicas maquinaciones de un villano, desbaratando asรญ sus siniestros planes.“Si antes considerรกbamos al pรบblico capaz de asumir decisiones racionales, ahora se le reconoce una necesidad de guรญas, de referentes. La prensa asume entonces una funciรณn didรกctica”, dicen.
En otro รกmbito, hace unos dรญas, el equipo de Mรฉxico se quedรณ a poco de ser eliminado de la Copa del Mundo 2014; el desastre deportivo y comercial fue conjurado gracias al triunfo, en los minutos finales y en otro juego, de la selecciรณn de Estados Unidos. La transmisiรณn televisiva de una de las dos cadenas que transmitieron el encuentro terminรณ con un largo desahogo del narrador, quien increpaba desde su palco a los jugadores: “¡Que les quede claro toda su vida, ustedes no hacen nada por la camiseta, ustedes no impulsan al equipo! ¡Ustedes no nos meten a la copa! ¡Es Estados Unidos; no ustedes y su soberbia, no ustedes y su infamia!” (Un poco antes habรญa ocurrido algo similar con un diario deportivo).
De manera fortuita, unas horas mรกs tarde el periodista peruano Jaime Pulgar Vidal escribirรญa un texto en el que distingue entre los“verdaderos periodistas” y los hinchas que van con “una libreta, un lapicero en la mano y un sinfรญn de palabrotas como aquellas que vociferan los aficionados cada vez que estรกn en la tribuna”.
El autor plantea que, sin dejar de sentir y de creer, el periodista de cualquier รกmbito deberรญa asir el mundo con otras herramientas; “uno no es vocero del hombre de la calle porque hemos estudiado para distanciarnos de รฉl, para comprender los hechos y para hacerle llegar a nuestros lectores o auditores —es decir el hombre de la calle—, un mensaje que le permita comprender un hecho determinado… Si fuรฉsemos voceros del hombre de la calle, actuarรญamos como รฉl, insultando o mostrando nuestra molestia”.
La importancia del rating o a las cifras ha degradado, sin embargo, el ejercicio de la profesiรณn. El criterio de buen periodista depende cada vez menos de la precisiรณn de la informaciรณn que transmite; su รฉxito o fracaso estรก determinado por una cuenta de resultados que vienen dados por otros factores. En efecto, en ocasiones el periodista se distingue de los miembros de las barras bravas apenas por un diploma que le “permite acercarse a los personajes a los que el hombre comรบn y corriente no tiene llegada, para insultarlos o alabarlos” (ver a partir del minuto 2:06).
El periodismo no consiste en una mera transacciรณn de informaciรณn, ni es solo una correa de transmisiรณn entre las fuentes y el pรบblico. Se trata tambiรฉn de ser detonadores de debates que favorezcan la formaciรณn dialรฉctica de una opiniรณn pรบblica, mรกs que limitar la participaciรณn de la audiencia a responder una encuesta o invitar a adjetivar por Twitter a un funcionario o grupo social. En el fondo estรก una forma nueva de entender el periodismo —deportivo o no, polรญtico o no—,una manera de acercarse a los hechos “comprometida con lo sustancial, con el largo plazo, superadora de lo anecdรณtico, trascendental de la mera efemรฉride y de la estrechez del aquรญ y ahora”.
Periodista. Autor de Los voceros del fin del mundo (Libros de la Araucaria).