1.
Cada cosa es un mensaje,
un pulso que se muestra,
una escotilla en el vacío.
Pero entre los mensajes de las cosas
se van dibujando otros mensajes,
allí en el intervalo,
entre una cosa y otra,
conformados por ellas y sin ellas,
como si lo que está
decidiera sin querer el estar
de aquello que no está.
Buscar esos mensajes intermedios,
la forma que se forma entre las formas,
es completar el código.
O tal vez descubrirlo.
Buscar la rosa
que queda entre las rosas.
Y aunque no fueran rosas.
2.
También el infinito
tiene un derecho y un revés.
Los dioses siempre están al derecho,
aunque a veces se acuerden quizá del otro lado.
El hombre siempre está al revés
y no puede acordarse de otra parte.
Pero también el infinito
suele dar vueltas en el aire como una moneda,
que no sabemos quién arroja
con sus giros de sarcásticas guiñadas.
Y así cambian a veces los papeles,
pero no seguramente la memoria.
El hombre es el revés del infinito,
aunque el azar lo traslade un instante al otro lado. ~
© Vuelta, 110, enero de 1985