Size y el nacimiento de la escena mexicana

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La historia del rock mexicano aún está por escribirse. En especial el periodo que va de las postrimerías de los setenta a los comienzos de los noventa. Para nuestros grupos no hay wikipedistas; es difícil localizar sus grabaciones, incluso en formato mp3, y en ebay se acrecienta el precio de los discos de Casino Shangai y de Size. Entre tanto, se reitera que la escena del punk rock mexicano comienza con Size y con Dangerous Rythm, que eran fresas de Polanco y de Las Lomas –no lo digo yo, lo asienta un libro: Por los territorios del rock, y lo repiten por toda la red, blogs y e-zines. Nadie puede vivir con un monstruo, documental aún inédito pero cuyo tráilerse puede ver en YouTube, nos muestra a un amanerado Guillermo Santamarina, Tín Larín en sus días punkies, declarando ser el primer o segundo punk en México porque es probable que Illy Bleeding haya sido el primero.

En una revista Interviú de 1978 ¬–edición mexicana, número 24–, un misterioso Jesús Bojalic reseña un concierto de un extraño grupo llamado Salida falsa y aceptada, en un sótano de Coyoacán denominado El tugurio, y charla con el Doctor Morbo, guitarrista, quien no se asume punk. No he vuelto a encontrar referencias del grupo, excepto citado como pionero del punk mexicano. ¿Alguien lo oyó? ¿Qué tocaban? ¿Quiénes lo integraban? Lo curioso es que este grupo contaba con un sintetizadorcista, según informa la crónica, lo que indica que pudiera tratarse de una primera encarnación de Los Pijamas a Go Go: el nacimiento del punk mexicano está vinculado a la accesibilidad de los teclados. No olvidemos que una de las veredas por las que se decantaría la explosión punk sería el punk con sintetizador hasta devenir en el synthpop.

Dangerous Rhythm, en su variante Ritmo Peligroso y en especial su vocalista Piro Pendas (antes: Piro Maniac), logró un reconocimiento más allá de los círculos críticos y de los seguidores incondicionales. Su reunión en el reciente Vive Latino fue un acontecimiento. Size en cambio, quien no logró asentarse en disco –pues su grabación de 1984 se imprimió hasta los noventa– pareció diluirse, como los sonidos de sintetizador en el tiempo. Sin embargo, mientras grupos e iconos longevos adquieren los colores mortecinos de la tricromía expuesta a la luz, Size e Illy Keller se agigantan alcanzando estatus de culto.

En 1978 surge Size con Illy Bleeding (o Illy Kosovo, Illy Godzilla e incluso Illy Keller), Walter Schmidt (también Dennis Sanborns), Carlos Robledo (This Grace) y Dean Style. En sus seis años de existencia dejaron huella con canciones memorables, y patentaron las vicisitudes y el devenir que la escena musical experimentaría a raíz del punk.

Canciones como la emblemática “Tonite” acusan el influjo del punk en el fraseo de Bleeding y en la crudeza de la letra, pero prepondera el elemento bailable, cifrado ya desde el inolvidable intro, con efectos juguetones, líneas funk en el bajo e inquietantes y líricos subrayados de sintetizador, que le otorgan ya un inconfundible sello postpunk. Se trata de la asimilación mexicana de esa experiencia que se decantó hacia la electrónica con instrumentos baratos, que comienza Daniel Miller y expresaron mejor Fad Gadget y Depeche Mode, justo en el sello del primero.

“Tonite” o “Go Go Girl” siguen estando entre las mejores canciones del rock mexicano y sus riffs sintetizados son adictivos. Otras melodías revelan su complejidad mediante una escucha atenta. “Time Trap” se asume plenamente synthpop, un viaje previsible dada la trayectoria de Schmidt y Robredo, pero también del interés de Illy por la escena del New Romantic con su recitativo estilo “bowiano” y es otra canción notable.

Decía que distinguen a Size las texturas de sus acordes sintetizados. Schmidt posee un gran talento para crear riffs atractivos y pegajosos. Pero esos riffs no sólo atraen, a manera de una inteligente motivación ensayística, sino que sostienen la estructura de la composición y permiten los cambios de ritmo sin brusquedad. “Time Trap” y “El diablo en el cuerpo”, composiciones complejas, muestran claramente ese dominio digamos clásico de Schmidt en conjunción con Robledo, quien acentúa la melodía con su teclado, para transitar de un espacio sonoro a otro, puentes con tintes de complejidad barroca. Será en Casino Shangai, en el álbum Film, donde esa maestría musical aprendida por Schmidt y Robledo se exprese con esplendor. Otra banda en espera de su revaloración, integrada por la legendaria Ulalume (Ula) con Schmidt, Robledo y Humberto Alvárez, quienes encarnaron una peculiar interpretación mexicana del New Romantic.

Para fines de año se espera el estreno de Nadie puede vivir con un monstruo, documental de Mario Mendoza. Esperemos que ilumine nuestra consideración de la escena musical de los ochenta y comience la impostergable revisión de Size, retomando sus discos, hoy inconseguibles, y de paso sitúe en el escenario a agrupaciones como The Casuals y Casino Shangai.

– José Homero

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(Minatitlán, Veracruz, 1965) es poeta, narrador, ensayista, editor, traductor, crítico literario y periodista cultural.


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