Un escritor con forma de lámpara

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SO IT GOES

Anoche murió Kurt Vonnegut, un escritor con forma de lámpara (esto no es una metáfora: tenía forma de lámpara) que contaba chistes geniales que hacían reír intensamente durante uno o dos segundos para después crear un silencio de vértigo. Lo de su muerte es una banalidad, por supuesto. En sociedades más avanzadas, como la trafalmadoriana, se puede ver el tiempo en su totalidad, así que Vonnegut sigue, y seguirá, vivo a los 23 años, atestiguando el arrasamiento de Dresden por parte de los aliados; y a los 40, fumándose cinco cajetillas de cigarros en un día; y a los 84, muriéndose para siempre. Escribía como el niño que se columpia con gran fuerza, carcajeándose, hasta que llega esa columpiada en la que el niño sabe que se pasó de impulso, y entonces le da miedito. Diversión y riesgo: a ver hasta dónde llegamos. Con Slaughterhouse Five llegó lejos: es una agilísima novela hecha de párrafos de cuatro o cinco renglones, un ritmo que empareja muy bien con el del chain-smoker. Billy Pilgrim, el protagonista, es un personaje memorable y adorable. No tenía forma de lámpara pero sí de Coca-Cola, y pasaba por el mundo como quien va pateando una lata, o mejor: como la lata. Era, Pilgrim, de un patetismo tremebundo, pero digerible gracias al inteligente filtro del humor de Vonnegut. Humor suficiente como para contarnos las tragedias de una guerra peleada por niños mientras sonreímos sin entender por qué. Ahora, para nosotros, la lámpara se apagó, pero para los trafalmadorianos sigue brillando con todos sus watts.

– Julio Trujillo

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