Unomásuno, periodismo que resta

Ese periodismo que necesita de profesionales para decirles a los lectores con datos fiables y hechos lo que sucede en su entorno se extinguió.
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La historia del Unomásuno, la que importa, se inició el 14 de noviembre de 1977. Fue uno de los dos proyectos periodísticos más valiosos que nacieron del golpe de julio de 1976 perpetrado contra Excélsior por el gobierno de Luis Echeverría. Con un cabezal en Courier New que asemejaba la tipografía de una máquina de escribir, el diario se convirtió en un referente, indócil, crítico, espacio de muchos de los debates del proceso de transición que nos llevó a esta democracia germinal, como la llama José Woldenberg 

La historia de ese proyecto que se proponía tener una actitud antimonologante y participar en una sociedad íntegra en sus divergencias, llegó a su fin algún día de 1989, cuando se les quitó el control a sus fundadores para ponerlo en manos de un soldado priista de cuatro sexenios que colocó en la Dirección a la más rancia y vieja guardia del diarismo nacional.

Ese periodismo que necesita de profesionales para decirles a los lectores con datos fiables y hechos lo que sucede en su entorno se extinguió. En 2002 cuando la empresa se encontraba en etapa casi terminal, Naim Libien Kaui, empresario propietario de otros periódicos en el Estado de México (entre ellos el aún existente Diario Amanecer) se convirtió en dueño de la empresa a cambio de una ridícula cantidad.

Su apuesta periodística, según le dijo a la revista Etcétera era clara: “no seremos viles ni soeces. La veracidad, reitero, será nuestra prioridad, nuestra mística”. Casi al mismo tiempo, un grupo de reporteros le contaba a Proceso que las órdenes eran que solo serían publicadas notas informativas de aquellas dependencias y personajes públicos que estuviesen dispuestos a pagar por ellas y, que quien no pagara sería atacado hasta que acudiese a sus oficinas a “buscar un arreglo”. “Nos dio una especie de licencia para extorsionar y chantajear”, aseguró la subdirectora del diario.

Reeditando las viejas formas de la genuflexiónante el presidente de la República (sirvan como ejemplos estas portadas: 1, 2 y 3[1]) y con una agenda peculiar,Unomásuno ha cumplido ya varios años usando sus primeras planas para adjetivar y ridiculizar a políticos, al grado de dedicar ediciones especiales de 135 páginas para denostar a un director de Comunicación Social y a su familia por no haber liquidado varios pagos por pautas publicitarias.

Objeto de fotomontajes ridículos, apodado como “Rata-Bala”, el gobernador de Puebla es llamado en sus páginas asesino, represor, criminal, atracador, mitómano y dictador, entre otros adjetivos. El Estado de México, para los editores del diario no es sino un territorio de ejecuciones y pobreza, miseria y muerte, sin rumbo, en manos del crimen, al borde del abismo y paraíso de la extorsión, gracias a un gobernador incapaz y mentiroso. El escarnio en el lugar de la información.

El lodazal “crítico y veraz” construido en los años recientes por los Libien, se volvió noticiael pasado 16 de diciembre. Autoridades estadounidenses dieron a conocer, a través de un reporte del Departamento del Tesoro, que a través de su relación con Naim Libien Tella, la organización criminal de Los Cuinis ha utilizado a Unomásuno para impulsar sus actividades de tráfico de droga. Libien Tella, vicepresidente de Unomásuno, dice Estados Unidos, ha tenido una larga relación personal con Abigael González Valencia, líder de este grupo de la delincuencia organizaday quien ha estado involucrado en el narcotráfico desde la década de los noventa.

Sin embargo, para los directivos del diario, tras las acciones del Departamento del Tesoro hay intereses oscuros que pretenden callarlos por negarse a venderse. Es decir, que su periodismo crítico y veraz ha molestado a las autoridades mexicanas, que tratan de amedrentarlos y buscan, como en otros medios de comunicación, que exista “contubernio para bajar la línea editorial”. Todo (todo), dicen, es producto de una campaña oficial en su contra, mientras subrayan amargamente que no se les da publicidad oficial.

Incapaces de sumar, representantes del matonismo editorial que coloca mensajes de primera plana para que sean vistos por alguien, los dueños de Unomásuno se fabricaron la mañana del 18 de diciembre una primera plana en la que le gritan al mundoque son víctimas de una supuesta “ley mordaza”, ilustrada por un moño negro que aparentemente declara la muerte de la libertad de expresión.

Nadie los ha acompañado y nadie los acompañará en su duelo. No hay dolientes por este Unomásuno tan muerto hace mucho.~

 


[1] Aunque acá pueden verse otras tantas: 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10

 

 

 

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Periodista. Autor de Los voceros del fin del mundo (Libros de la Araucaria).


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