‘Zero Dark Thirty’ y las dos bombas de Hitchcock

Las dos bombas de Hitchcock, la de la sorpresa y la del suspenso, estallan en la película de Kathryn Bigelow. Extrañamente, son la misma bomba.
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Hay una respuesta muy conocida en las entrevistas que le hizo François Truffaut a Alfred Hitchcock en 1962. Truffaut le pide al viejo maestro que precise “la distinción que debe hacerse entre suspenso y sorpresa”. La respuesta dice:

La diferencia entre el suspenso y la sorpresa es muy simple… Nosotros estamos hablando, acaso hay una bomba debajo de esta mesa y nuestra conversación es muy anodina, no sucede nada especial y de repente: bum, explosión. El público queda sorprendido… Examinemos ahora el suspenso. La bomba está debajo de la mesa y el público lo sabe… La misma conversación anodina se vuelve de repente muy interesante porque el público participa de la escena. Tiene ganas de decir a los personajes que están en la pantalla: “No deberías contar cosas tan banales; hay una bomba debajo de la mesa y pronto va a estallar”. En el primer caso, se ha ofrecido al público quince segundos de sorpresa en el momento de la explosión. En el segundo caso, le hemos ofrecido quince minutos de suspenso.

(De El cine según Hitchcock de Truffaut, publicado en los libros de bolsillo de Alianza en 1974 [pdf]. Los mp3 de las entrevistas originales están acá; la parte relevante, en la entrevista número 3.)

En Zero Dark Thirty (2012) de Kathryn Bigelow hay una escena singularísima. Contiene dos bombas, la de la sorpresa y la del suspenso, con esta particularidad: son la misma bomba. Va así. Después de pasar por un retén, la agente de la CIA Maya llega con retraso a una cita con su colega Jessica en un restaurante. La conversación es algo anodina: disculpas por el retraso, algo sobre el trabajo, un posible ligue, una llamada telefónica. No sucede nada especial y de repente: bum, explosión.

Se ha ofrecido al público unos segundos de sorpresa, ¿cierto? Sí, pero sólo a una parte del público. Toda película requiere algún conocimiento del mundo. A veces, simplísimo. En la hipotética película de Hitchcock de los dos hombres que platican, se requiere que el espectador sepa que estar cerca de una bomba al momento de su explosión suele ser mortal. Otras veces no es tan simple. Zero Dark Thirty requiere, indispensablemente, saber qué sucedió el 11 de septiembre de 2011 en Nueva York (los atentados no se ven, sólo se escuchan voces de auxilio, probablemente reales, sobre una pantalla negra) y quién fue Osama Bin Laden. En la escena de la bomba es útil un conocimiento bastante más avanzado. Al principio de la escena vemos a Jessica de espaldas, entre varios comensales, esperando a Maya. Entonces, como en otros momentos de la película, se nos dan datos de localización en tipografía blanca:

Entre la aparición de esos letreros y la explosión hay dos minutos. Para quien esté al día en atentados terroristas en Pakistán y sea particularmente bueno con las fechas (cosa no sencilla: en 2008 hubo cuarenta incidentes de terrorismo en ese país) serán dos minutos de suspenso extremo. Querrá decirles a las dos mujeres que platican: “No deberían contar cosas tan banales; hay una bomba en el hotel y pronto va a estallar”. Dentro de él habrá una tensión: sabe que estallará una bomba en cualquier momento, tiene la certeza de que pase lo que pase Bin Laden estará muerto al final de la película, quiere intuir que Maya sobrevivirá para cumplir esa misión… ¿O es posible que la maten?, ¿morirá Jessica en su lugar?… Alguien va a morir sin duda en un momento más pero ¿quién?, ¿quién? Y entonces, no de repente sino por fin, después de dos minutos eternos: bum, explosión.

Muchísimas películas juegan con esos dos o más niveles de conocimiento. La mayoría envía avances telegráficos al espectador: son como pequeños spoilers contenidos dentro de cada película. Ninguna, que yo sepa, había utilizado las dos bombas de Hitchcock al mismo tiempo, con su señal telegráfica o su spoiler interno, de una forma tan literal y tan eficaz.

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Escritor. Autor de los cómics Gabriel en su laberinto y Una gran chica (2012)


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