Una biblioteca libertaria
Hay en Mรฉxico, desde hace treinta aรฑos, una biblioteca particular, abierta al pรบblico, especializada en anarquismo y temas sociales: la Biblioteca Social Reconstruir. Es, ademรกs, una instituciรณn de anarquistas. La fundรณ Ricardo Mestre Ventura (1906-1996) (o Ricard Mestre i Ventura, o โJosรฉ Rieraโ en el Excรฉlsior de los setenta, ochenta y noventa), exiliado de la Guerra Civil espaรฑola y anarquista catalรกn. Es su biblioteca personal, que al cabo de la vida, cuando dejรณ de ejercer sus variados oficios, puso a disposiciรณn de sus correligionarios y de cualquier interesado, atendiรฉndola, cuidรกndola y acrecentรกndola รฉl mismo (con la ayuda de amigos suyos: Eliseo Rojas, Benjamรญn Ramos Ruiz…). La tuvo diez aรฑos โhasta su muerteโ en un despacho mรกs bien amplio de la calle de Morelos, en que brindรณ bastante servicio a los รกcratas de su generaciรณn y a los jรณvenes que iba convenciendo de abrazar el ideario de Proudhon, Bakunin y Kropotkin (y los demรกs ilustres ideรณlogos), y desde luego sin rechazar a otros curiosos ya volรกtiles. Las penalidades pecuniarias la han situado ahora en la calle de Dolores 16, despacho 401 โdos habitaciones mรกs bien pequeรฑas, en que el acervo se apretuja. Allรญ funciona. A duras penas, pero funciona. Y de ella toman nota historiadores y activistas, y la toman en cuenta grupos reducidos โo quizรก no tantoโ de aquรญ y del resto de Latinoamรฉrica, Espaรฑa y el Canadรก.
Mestre, el fundador, desempeรฑรณ en Mรฉxico trabajos diversos. Al final fue editor โde las obras clรกsicas del anarquismo, claro, y de producciones nuevas de ese ideal. Fue siempre un pacifista, enemigo acรฉrrimo de la opciรณn violenta โen Cataluรฑa, cuando la guerra, salvรณ la vida de sacerdotes perseguidos, siendo รฉl un perfecto โindiferente en materia de religiรณnโ.1 Esa labor editorial se puede rastrear โtal vez no enteraโ en la actual biblioteca, entre sus cinco o seis mil tรญtulos (ademรกs de aquellos tres padres, estรกn Tolstรณi, Malatesta, Flores Magรณn, Cappelletti, Montseny, Rocker, Goldman, Fabbri, Thureau, Abad de Santillรกn et al., mรกs textos miscelรกnicos de materia social desde Rousseau).
Al morir el progenitor, laobra iba a quedar encomendada a deudos suyos y a un grupo de amigos. Parece que la sangre se hizo a un lado, y el pequeรฑo cenรกculo se dispersรณ. Entre los discรญpulos tardรญos habรญa unos que a primera vista parecรญan algo excรฉntricos (eran los aรฑos ochenta y noventa). En realidad se trataba de muchachos aficionados al rock, la mรบsica pop y la poesรญa, y por completo rebeldes y contrarios โde actitud, de letra y de mรบsicaโ con respecto a una autoridad tan desprestigiada y poco digna de respeto como podรญa ser la mexicana en esos aรฑos. (Muchos de ellos, actualmente, piensan que seguimos en esencia igual.) La excentricidad estaba en el atuendo: eran los punks. Hoy en dรญa integran el โmovimiento anarcopunk mexicanoโ, mรกs activo, extenso y creativo de lo que reflejan los medios de comunicaciรณn. Uno de sus propulsores, Hรฉctor, tambiรฉn llamado Toby, me recibiรณ en la biblioteca, me brindรณ informes sobre ella y me dejรณ curiosear con toda libertad. Su compaรฑera, Martha Cecilia Garcรญa Juรกrez, le dedica tambiรฉn mucho tiempo a la instituciรณn. Ellos dos son ahora el alma de esa herencia acrecentada y amenazada, y representan su primera defensa y toda su administraciรณn.
A Ricard Mestre i Ventura, la parafernalia de los jรณvenes del traje raro con colgaduras y la greรฑa hirsuta no li fรฉu fred ni calor (โno le dio frรญo ni calorโ), ni lo impresionรณ en absoluto. Los tratรณ de inmediato como a cualquiera โa todos trataba bien: al tรบ por tรบ y fraternalmente; le habrรญa hablado de tรบ al Papa y al teporocho, sus iguales, y no le habrรญa dado ninguna preeminencia a aquรฉl sobre รฉste. Recibiรณ, pues, a los chavos, los tuteรณ, les pidiรณ que lo tutearan, y los instruyรณ en muchos temas… y en el anarquismo. Eran unos cuantos. Y ahora le guardan fidelidad. Ellos, esos punks anarquistas, heredaron al final la biblioteca โpor decir asรญ: los anarquistas estรกn contra las herenciasโ, y los dos que he dicho se encargan de ella todo lo bien que pueden โpor lo comรบn contra una gran precariedad (deben meses de renta y luz, y les cortaron el telรฉfono). Y con absoluto desinterรฉs egoรญsta, y un gran interรฉs por el ideal. La mantienen con lo que colectan para ella en sus presentaciones y conciertos, y llevan, con amigos, un sitio de internet (biblioteca@libertad.org.mx) y un correo electrรณnico (braulion@matemagica.com.mx) donde informan sobre los dรญas en que abre la instituciรณn โel calendario y el horario son irregulares, porque dependen de la disponibilidad de esta รบnica pareja de curadoresโ, y sobre la manera de favorecerla con donaciones de libros y donativos pecuniarios, y allรญ tambiรฉn dan cita para impartir enseรฑanzas acerca del anarquismo y los punks en Mรฉxico y el extranjero, ayer y hoy.
La biblioteca no tiene relaciรณn con su barrio, porque en realidad ese paraje โDolores, Lรณpez, Independencia, Juรกrez, San Juan de Letrรกnโ ya no constituye un lugar de habitaciรณn: todo son oficinas y negocios, restaurantes e instalaciones mรกs o menos turรญsticas, de buena o mala muerte, y bodegas lรญcitas e ilรญcitas.
Tampoco lleva cuenta o estadรญstica del pรบblico que visita y utiliza la instalaciรณn. La gran mayorรญa de los lectores son jรณvenes (entre ellos, nuevos punks y otras derivaciones o colindancias de ellos โlos skatos, los darks, los straight edges, los regueseros). Sรณlo un tercio son mujeres.
El movimiento musical, poรฉtico y social punk โy los otros, sus paresโ ha dado lugar a que renazca el interรฉs, el conocimiento y el compromiso con el anarquismo; si la Federaciรณn Anarquista Mexicana (hija de espaรฑoles exiliados de la Guerra Civil) se extinguiรณ por 1984, ahora en el DF, en Oaxaca, en Chiapas y otros estados de la Repรบblica surgen pequeรฑos grupos anarquistas, o interesados en ese ideario, que lo dan a conocer y lo celebran en conciertos y canciones. Si no aspiran a instaurar la anarquรญa fraternal prรณximamente, sรญ buscan hacer conciencia de la obvia igualdad de todos, y sobre la infamante injusticia y la miseria mayoritaria, y mostrar los caminos de la acracia para acabar con esas lacras, y tambiรฉn procuran โpor lo menos no dejarse engaรฑar por los poderososโ. Con muchos de ellos mantiene la instituciรณn un vรญnculo, a veces estrecho โjunto con algunos centros extranjeros. Llega a suceder, ademรกs, que un profesor de secundaria o preparatoria, enterado de la doctrina libertaria, y de la importancia de Ricardo Flores Magรณn, de Antonio Dรญaz Soto y Gama, del zapatismo (el original morelense), sugiera un buen dรญa a sus alumnos visitar la biblioteca, y entonces, en la pequeรฑa habitaciรณn de lectura, se apersonan โcon cita o sin ellaโ doce, quince, veinte muchachos a acomodarse donde puedan para empezar a abrir los ojos ante un mundo desconocido.
Asรญ pues, con todas las limitaciones que imponen las circunstancias, si en ese momento Ricardo Mestre se asomara a su Biblioteca Social Reconstruir, con aquel gentรญo bisoรฑo leyendo en el suelo y de pie junto a la ventana y acodados en derredor de la รบnica mesa, mal sentados en bancos y cajas, con la guรญa de sus antiguos discรญpulos punks, de seguro que opinarรญa que aixรฒ, tanmateix, va forรงa bรฉ: โesto, con todo, va bastante bien.โ ~
– Juan Puig
Leer: condiciรณn
del desarrollo
El Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012 busca situar a Mรฉxico entre las treinta economรญas mรกs competitivas del mundo. Hoy ocupa el lugar 58. Para superar el enorme desafรญo de subir veintiocho peldaรฑos en los indicadores del Foro Econรณmico Mundial en cinco aรฑos, el PND reconoce que es imperativo seguir una estrategia en tres vertientes: inversiรณn en capital fรญsico, ampliaciรณn de las capacidades de las personas y crecimiento elevado de la productividad. Si tomamos en cuenta que la capacidad de leer y escribir es una condiciรณn necesaria para el desarrollo de otras capacidades y para el incremento de la productividad, cabrรญa suponer que este gobierno buscarรก mejorar sustantivamente las capacidades de lectura y escritura de los mexicanos. Sin embargo, en el PND, la รบnica referencia explรญcita al tema dice: โNo basta con saber leer y escribir; para competir exitosamente hace falta tambiรฉn saber utilizar las computadoras y tener acceso a las telecomunicaciones informรกticas.โ La necesidad de desarrollar la capacidad tecnolรณgica de las personas no se pone en duda, pero para lograrla hay condiciones.
Hace diez aรฑos, la Organizaciรณn para la Cooperaciรณn y el Desarrollo Econรณmico (OCDE) diseรฑรณ una prueba denominada PISA (Programme for International Student Assessment) para evaluar si los estudiantes de quince aรฑos estรกn preparados para enfrentar los retos de incorporarse a la sociedad del conocimiento. La prueba ha tenido tres aplicaciones y Mรฉxico ha participado en todas ellas. Uno de sus componentes fundamentales mide la comprensiรณn de lectura y es bien sabido que los resultados de los jรณvenes mexicanos no han sido satisfactorios. Por ello, hace dos aรฑos Mรฉxico se comprometiรณ, como parte de las llamadas Metas del Milenio de la UNESCO, a hacer esfuerzos adicionales para que, en 2015, los alumnos de quince aรฑos alcancen un nivel de lectura muy superior (ochenta por ciento) al que tienen actualmente (48 por ciento), con base en los indicadores de la PISA. En diciembre prรณximo se publicarรกn los resultados de la prueba que se aplicรณ en 2006; entonces se sabrรก si hay avances, se conocerรก su magnitud y se precisarรก si los cambios se producen al ritmo debido para llegar a la meta en el plazo que se fijรณ.
Mientras un paรญs intenta avanzar otros tambiรฉn lo hacen. En ese sentido, si lo que el PND persigue es el crecimiento de la economรญa nacional, medido en relaciรณn con el desempeรฑo de los paรญses mรกs desarrollados, es preciso reconocer que conviene considerar la velocidad a la que se dan (o pueden darse) los avances de los diversos aspectos que influyen en el incremento de la competitividad del paรญs. Por ende, y a la luz del reto de llegar a ser una de las primeras treinta economรญas del mundo, las autoridades habrรญan de analizar si no serรญa incluso necesario hacer mejorar mรกs rรกpidamente los niveles de lectura (y demรกs factores que repercuten sobre estos niveles, como la disponibilidad de materiales de lectura en la escuela y el hogar), y con ello favorecer el incremento de la productividad y la competitividad, en el tiempo y magnitud establecidos en el PND.
Mรฉxico ha tenido avances alentadores que distan de ser suficientes, pero sobre todo refrendan que el progreso que se busca no puede ser resultado de la inercia, sino de acciones intencionadas. Por ejemplo, entre 2000 y 2005, se logrรณ incrementar la comprensiรณn de lectura de los alumnos de sexto grado de primaria (el nรบmero promedio de alumnos ubicado en el nivel mรกs alto de la escala creciรณ de veintitrรฉs a 33 por ciento y la proporciรณn ubicada en el nivel mรกs bajo disminuyรณ de veinticinco a diecisรฉis por ciento). Estos cambios son mรกs notables si se analizan por modalidad educativa. En 2000, casi la mitad de los alumnos de las escuelas urbanas pรบblicas estaba en los niveles mรกs bajo y bajo y para 2005 la proporciรณn disminuyรณ a uno de cada tres. En el caso de las escuelas rurales, la proporciรณn disminuyรณ doce puntos, de sesenta a 48 por ciento para los niveles mรกs bajo y bajo, en ese periodo, y en educaciรณn indรญgena se redujo en veintidรณs por ciento la poblaciรณn que habรญa en el nivel mรกs bajo, de 51 a 29 por ciento. Sin embargo, esta mejorรญa no ha logrado abatir las diferencias entre estratos socioeconรณmicos, que siguen siendo muy grandes. Por ejemplo, hay 59 puntos porcentuales de distancia entre las escuelas particulares y las indรญgenas, en el nรบmero promedio de alumnos que se ubican en el nivel mรกs alto de comprensiรณn de lectura.
Las investigaciones han mostrado que el factor que mรกs peso tiene en el desarrollo de las competencias comunicativas (hablar, escuchar, leer y escribir) y mayoritariamente responsable de estas diferencias es el capital cultural, una variable que se calcula considerando la escolaridad de los padres, el nรบmero de libros en casa y la frecuencia con la que los estudiantes asisten al cine. Sobre su incidencia hay cada vez mรกs datos disponibles y por ende mayor entendimiento del fenรณmeno, lo que a su vez ofrece mejores circunstancias para impulsar acciones dirigidas a incrementar el capital cultural de las familias y las comunidades. Por ejemplo, hoy se sabe โcon datos precisosโ que el estรญmulo temprano a la lectura crece a medida que se incrementa la escolaridad, pasa de 6.1 por ciento entre las personas sin escolaridad a 55.4 por ciento entre los universitarios. El 81 por ciento de la poblaciรณn reporta tener libros en el hogar, aunque en nรบmero limitado (37 por ciento tiene entre diez y 49 libros, y 36 por ciento menos de diez), pero la cantidad aumenta generacionalmente: hay treinta puntos de diferencia entre los jรณvenes de doce a veinte aรฑos y los mayores de 56 que dicen haber tenido libros en la infancia. Ante la insuficiencia de material de lectura en el hogar, los mรกs de doscientos millones de ejemplares disponibles en las bibliotecas escolares y de aula estรกn ejerciendo una importante funciรณn compensatoria: los padres reportan que sus hijos llevan libros prestados a casa (59 por ciento en escuelas indรญgenas, 74 en rurales y 56 en urbanas) y tambiรฉn reportan leer ellos a sus hijos; mayoritariamente lee la madre (65 por ciento en preescolar general y 43 en preescolar indรญgena), aunque en las comunidades indรญgenas los hermanos mayores contribuyen tambiรฉn con el 35 por ciento de la participaciรณn. Cabe entonces preguntar: ยฟQuรฉ acciones pondrรก en marcha este gobierno para mejorar la comprensiรณn lectora, incrementar el capital cultural de las familias y avanzar al ritmo que el paรญs requiere para ser mรกs competitivo?
Al respecto, hay dos factores crรญticos: la necesidad de conjuntar esfuerzos mediante la articulaciรณn de las polรญticas sectoriales โeconรณmicas, educativas, culturales, de desarrollo social y laboralesโ y garantizar la continuidad de รฉstas, a lo largo de lapsos amplios de tiempo. El Instituto Nacional para la Evaluaciรณn de la Educaciรณn (INEE) destaca ademรกs tres requisitos que se han de tener en cuenta en el diseรฑo de esas polรญticas: sistemas confiables de informaciรณn y evaluaciรณn, un marco jurรญdico que precise el papel de cada actor y que propicie la construcciรณn de consensos en los que puedan sustentarse las polรญticas, y un financiamiento adecuado.
A diferencia de otros comienzos de sexenio, la situaciรณn en materia de planeaciรณn del desarrollo de las competencias comunicativas puede y debe ser distinta. Las autoridades tienen a su alcance informaciรณn muy valiosa procedente de dos encuestas y dos estudios2 realizados en los รบltimos dieciocho meses por instituciones muy acreditadas en la evaluaciรณn de la polรญtica educativa y en la elaboraciรณn de estudios estadรญsticos โcomo la UNAM, el INEGI, la Universidad de Harvard y el INEEโ y cuyo prestigio respalda ampliamente la validez de su informaciรณn. Hoy es posible hacer un diagnรณstico detallado del comportamiento lector de los mexicanos, dentro y fuera de la escuela, y de los factores asociados a รฉl, a partir de datos muy reveladores โalgunos mencionados arribaโ que permiten formular hipรณtesis que sirvan de base para diseรฑar estrategias dirigidas a ampliar las capacidades de la poblaciรณn; en particular, su capacidad de leer y escribir, de contrastar y comprender textos diversos. Y si, como establece el PND, ampliar las capacidades de los mexicanos es un imperativo para el desarrollo, entonces la construcciรณn de una agenda de polรญtica pรบblica en esta materia, en la que concurran autoridades, iniciativa privada y sociedad civil, es impostergable. ~
โ Elisa Bonilla Rius
Ordenar la periferia
1.
Vista desde el centro, la periferia es un lugar nebuloso, casi inexistente. Su destino parece ser deslizarse hacia la invisibilidad y lo que ahรญ sucede estรก coloreado con la paleta del sueรฑo. En el borde, los hechos y las cosas se combinan con reglas particulares, distantes pero similares a las que operan en el centro, aparentemente sรณlido y definido.
La periferia y el centro se relacionan con rispidez consanguรญnea. La primera se comporta ingobernable y adolescente, preocupada por sus maneras y su relevancia.
2.
Apenas si leemos fracciones de libros, nos dicen los estudios. Sin embargo, en la pantalla, en el pรกramo virtual al que accedemos a diario, nos topamos con borbotones de textos y mensajes extendidos. Quizรก la distancia que mantenemos con la letra impresa estรฉ modulada por la cotidiana ligereza y sencillez que le exigimos a nuestro entorno. Tal vez dedicarle demasiado tiempo a desentraรฑar y apreciar las cadencias de un endecasรญlabo parezca un dispendio, un lujo. Cualquiera que sea la razรณn, como una epidemia, todas las regiones del paรญs padecen el mismo mal: el libro es parte del anaquel menos visitado en un delicatesse.
Desolador como puede ser, el panorama en la periferia es escandalosamente ignorado. Se sabe poco, y cuando se sabe, el centro omnรญvoro lo integra al trajรญn de novedades que preside. Los libros de la periferia terminan engrosando los anaqueles de una biblioteca apenas visitada, sitiada por las dificultades a las que obliga el arte.
En este paรญs, en el que la periferia se asume como todo el espacio que rodea a la capital, es vergonzoso el desconocimiento del acontecer literario mรกs allรก de algunas de las diecisรฉis delegaciones y otros nรบcleos aislados. Resulta fรกcil decir que no se sabe porque nada sucede mรกs allรก.
3.
En la red, escenario virtual de tantas reivindicaciones, un sitio aspira y logra darle al lento libro de los mรกrgenes la visibilidad que estรก pidiendo. www.excentricaonline.com, portal sin ostentaciones ni florituras, alberga los empeรฑos de las regiones mรกs invisibles, las menos atendidas. Heredero de los catรกlogos por correspondencia, pero mรกs amable para quien la recorre, y del boletรญn de noticias en torno al mundo editorial, este sitio y sus enlaces imponen una suerte de orden sobre el nebuloso panorama. Instaura un centro justamente en el espacio sin centro, para que por fin la periferia se reconcilie con su antagonista. Entre los vรญnculos se halla la informaciรณn bibliogrรกfica de los fondos estatales de cultura, las universidades, las publicaciones periรณdicas y las editoriales que subsisten en los estados.
Como herramienta de bรบsqueda y como testimonio de las persistencias, el sitio es encomiable. Cada uno de los enlaces supone un vistazo informado a los mundos alternos, al corazรณn de la periferia. Al mismo tiempo, las entradas en este fichero resultan desconcertantes: ยฟquรฉ, de entre todas aquellas ediciones, supone un hallazgo?, ยฟquรฉ vale la pena ignorar?
4.
Pensar este espacio sin su formato virtual, sin la acelerada capacidad de renovarse, nos llevarรญa a un catรกlogo atacado por una caducidad apresurada. El acervo que contiene excentricaonline.com aprovecha de lo virtual la actualidad mรกs necesaria, la que disipa el polvo que se le quiere imponer por fuerza a la periferia.
El sitio, que busca โinternacionalizar los esfuerzos locales, regionalesโ, tiene en su contra la velocidad de crucero de la industria editorial. Excentricaonline.com hace la labor de archivo, devela lo que permanecรญa oscurecido. Sin embargo, el mundo editorial persiste en su caminata a paso lento, tanto que los libros desaparecen como un punto en el retrovisor.
5.
Siglo tras siglo hemos afirmado que cada uno es el centro de su propia esfera. Los lรญmites de nuestra injerencia se vuelven, en potencia, mรกs amplios aรฑo tras aรฑo; todo depende de los medios con los que contamos. Una computadora y una lรญnea telefรณnica dividen a los que pueden acceder al jardรญn de las delicias (que William Gibson bautizรณ como ciberespacio), respecto de los que se tienen que conformar con la rala oferta de la biblioteca pรบblica frente a su casa. O, para decirlo en tรฉrminos que nos ataรฑen, entre los que pueden sรณlo vivir โen conversaciรณn con los difuntosโ y los que, ademรกs de โescuchar con los ojos a los muertosโ, pueden arrimarse a los vivos que conversan, con palabras entrecortadas y faltas de ortografรญa, en pequeรฑos recuadros parpadeantes sobre una pantalla.
Excentricaonline.com cumple con sus objetivos, tiende un puente virtual entre los interesados y sus objetos del deseo. Iniciativas como รฉsta hacen evidente tambiรฉn una brecha perniciosa entre el lector y el libro. El sitio se actualiza constantemente; sin embargo, el ejemplar, en su soporte material, paradรณjicamente, termina siendo el componente mรกs elusivo de este binomio; no alcanza a actualizarse, es decir a aparecer, y el deseo queda en suspenso. Por fortuna conocemos sus seรฑas… pero quizรก las pรกginas impresas y empastadas son ya perifรฉricas, lejanas, nebulosas, casi inexistentes. ~
– Pablo Duarte
Almadรญa: Oaxaca en el mapa editorial
No es arriesgado aventurar que hoy es de la Editorial Almadรญa el puesto que hace medio lustro ocupaba Sexto Piso en las conversaciones calificativas del gremio local โla juventud, la sorpresa, la esperanza. Mรฉrito no menor teniendo en cuenta que se han colado en las sobremesas y papeles capitalinos sin moverse de Oaxaca, ciudad origen y bandera del proyecto. Pero รฉste, a diferencia del liderado por Francisco de la Mora, Luis Alberto Ayala Blanco y compaรฑรญa, cuyas pretensiones se limitan a mantener su firma consolidada dentro del mercado independiente, aboga por ser mรกs que una editorial. Por lo pronto, es uno de los vรฉrtices del triรกngulo cultural oaxaqueรฑo dirigido por Guillermo Quijas y que conforman ademรกs la librerรญa Proveedora Escolar y la Feria del Libro de Oaxaca. Sus libros aprovechan, aparte de esto, la situaciรณn privilegiada de la ciudad como referente mundial de las artes plรกsticas, presentando a modo de portada obras de artistas locales (si bien empiezan a abrirse a pintores de todo Mรฉxico).
A efectos legales, Almadรญa โeufรณnico nombre sugerido por la editora Ave Barrera que alude a los troncos hechos balsa pirenaicos que se arrastran unidos rรญo abajoโ naciรณ hace dos aรฑos; en rigor, forma parte de un plan que ya tramaba el abuelo materno de Quijas, Ventura Lรณpez, hace mรกs de cincuenta aรฑos, cuando fundรณ la Proveedora Escolar. El profesor Lรณpez, aparte de vender libros, imprimรญa algunos tรญtulos, cediendo parte del tiraje a los autores como regalรญas, y organizaba eventos culturales en la comunidad. Cuando el nieto tomรณ las riendas de la empresa familiar, era su intenciรณn seguir ese espรญritu, expandiendo y formalizando el negocio, en el que trabaja tambiรฉn una pieza no menor de este engranaje, verdadero ejemplo de matriarcado juchiteco: la arquitecta Claudina Lรณpez, responsable de la importante galerรญa Quetzalli, del pintor Francisco Toledo, y la madre de Quijas, de la que Juan Villoro, invitado en el encuentro de escritores en Oaxaca del pasado marzo, habla con devociรณn llamรกndola โmadre Tierraโ.
Para Guillermo Quijas, estaba claro que a la distribuciรณn que proporcionaba la Proveedora y a la difusiรณn que suponรญa la Feria del Libro de Oaxaca, faltaba la rueda del triciclo que se encargara de la producciรณn, una editorial. Para concretar los planes familiares, hubo de aparecer, de vuelta a la civilizaciรณn, un catalizador, una figura polรฉmica y acreedora de un aura suficientemente atractiva, en Oaxaca y fuera de ella, como para convertirse en emblema de la casa: Leonardo Da Jandra. ยฟCรณmo se unieron el orden y el trabajo meticuloso de la familia Quijas Lรณpez y la jubilosa anarquรญa del escritor hasta el pasado aรฑo residente de una playa de Huatulco en una cabaรฑa hecha con sus propias manos? โCuando vivรญa en la selva โcuenta รฉl mismoโ solรญa bajar al pueblo una vez por semana. En una de esas idas recibรญ un correo electrรณnico de una mujer que se llamaba Carla Zarebska, para invitarme a presentar un libro suyo, Guadalupe. Cuando la conocรญ personalmente quedรฉ fascinado por su inteligencia y belleza. Enseguida me dijo que era dificilรญsimo encontrar mis obras en librerรญas; entonces despotriquรฉ contra la pรฉsima labor de distribuciรณn de la editorial Planeta. La segunda o tercera vez que nos vimos surgiรณ la propuesta: ยฟy por quรฉ no hacemos una editorial? Pero el proyecto se frustrรณ porque Carla se fue con su esposo a vivir a Mรฉrida. Me quedรฉ con las ganas, y al conocer a Guillermo Quijas, comenzamos a darle vida al proyecto.โ
Es Da Jandra quien coordina el consejo editorial โdel que forman parte Martรญn Solares y Tryno Maldonado, entre otrosโ que determina la enseรฑa de toda editorial, el catรกlogo (el propio Guillermo Quijas, a la hora de explicar los criterios de selecciรณn, no esconde que de ello se encarga la โgente capacitadaโ que los apoya), y quien desgrana la polรญtica editorial: โAl contrario de editoriales como Acantilado y Atalanta, no apostamos de arranque a autores raros ya muertos o a libros valiosos pero inรฉditos en castellano.
Algo es indiscutible: en estos dos aรฑos Almadรญa ha conseguido colocar a Oaxaca en la actualidad mรกs allรก de la pintura contemporรกnea y el conflicto de la appo, y en estos meses pasados ha cruzado incluso el Atlรกntico: con el Fondo de Cultura Econรณmica, por ejemplo, ha firmado un convenio para distribuir en Espaรฑa y el resto de Latinoamรฉrica. Por ahora, la nave va. ~
– Yaiza Santos
Leer y odiar en la cafeterรญa
Cioran. Decide leer solamente a Shakespeare. En Brasov, cerca de Rumania, lee todos los dรญas en una cafeterรญa. Por las maรฑanas imparte clases, por las tardes lee a Shakespeare. Una tarde, el profesor de gimnasia del instituto lo reconoce y se sienta a su lado. Cioran le pregunta quiรฉn es: โยฟCรณmo?, ยฟno me reconoce? Soy su colega, soy el profesor de gimnasia.โ Como sabemos, si el hombre que interrumpe la lectura no es William Shakespeare, despierta deseos homicidas, pero Cioran, sin escopeta en mano, continรบa leyendo. Primera nota: desdeรฑa al profesor y continรบa la lectura porque leer en una cafeterรญa, aunque es un sitio pรบblico, es un acto privado. Un acto privado con espectadores. Leer en una cafeterรญa es una conversaciรณn que se desea silenciosa en la dictadura del ruido. Pero en los tiempos que corren, leer en una cafeterรญa es lo mismo que hacerlo en una oficina, en un departamento o en una biblioteca. Sabemos que siempre hay una llamada, un claxon, un taladro detrรกs de cada pared: la torre de Montaigne es la cafeterรญa de la esquina y la celda del monasterio es un vagรณn del metro. Los libros leรญdos en lugares pรบblicos despiertan el morbo del que pasea. Terreno fรฉrtil. Hay mรกs lectores en las cafeterรญas que en un edificio.
Un hombre. Decide leer en una cafeterรญa. Mรกs curiosidad suscita el libro que sostiene un desconocido que su vida. No se puede educar la curiosidad. Pero no interrumpiremos su lectura, no somos incรณmodos profesores de gimnasia. Sabemos cuรกles son los libros mรกs vendidos pero interesa saber quรฉ se lee; hay que empezar, digamos, con รฉl. De modo que tratamos, discretos, de observar la portada del libro, pero la inclinaciรณn no nos permite verla. Tenemos que comprar un cafรฉ, sentarnos cerca para meter nariz. Para ver el tรญtulo tenemos que hacer una sentadilla propia de un profesor de gimnasia. El hombre se da cuenta y, porque nunca dejรณ que le copiaran un examen, pone fin: se lleva la ediciรณn al regazo, no hay manera de saber quรฉ lee. Segunda nota: no quiere que veamos el tรญtulo y no permite que otros husmeen el texto que lo acompaรฑa porque leer en una cafeterรญa, acto pudoroso y exhibicionista a la vez, mantiene los mismos comportamientos del que lee a puerta cerrada. Busca mudar un acto รญntimo a la calle, quiere una intimidad pรบblica. La lectura en las cafeterรญas es un acto vertical que no quiere ser horizontal. Pero lo es: no estรก exento del ruido ni se salva del morbo vecino. Veamos lo que se lee durante una semana en cinco cafeterรญas, en cinco distintos puntos de la ciudad: quince periรณdicos de circulaciรณn nacional (cabe decir que las pรกginas de las secciรณn de espectรกculos terminan desordenadas, onduladas y notablemente estudiadas); seis juegos de fotocopias (entre los que sobresale โLa inteligencia de la empresaโ); un libro de autosuperaciรณn; La casa silenciosa de Orhan Pamuk, Las batallas en el desierto de Josรฉ Emilio Pacheco y Cien aรฑos de soledad; y una carta que, dada la exaltaciรณn de las lectoras, suponemos de amor. Predominantes los periรณdicos, apenas tres libros. No sorprende. Hay mรกs cafeterรญas en una cuadra que lectores en el paรญs.
Schopenhauer. Asiste siempre a la misma cafeterรญa y se sienta en la misma silla. Otra rutina: al tomar asiento deja una moneda sobre la mesa. Todos los dรญas recoge la moneda luego de tomar cafรฉ y se va. Una tarde, una mesera la pregunta por quรฉ lo hace. Schopenhauer responde. Pone la moneda sobre la mesa para entregarla al primero que diga algo interesante en las mesas contiguas. Hablan, en todo caso, de noticias. Tanto las noticias de un paรญs como la primera plana de una historia amorosa. Pero cada dรญa saca y guarda la misma moneda. Tercera nota: guarda a diario una moneda porque asistir a una cafeterรญa, pese a que ninguna frase es digna de su dinero, es estar al dรญa. Y tenemos una tendencia por estar al dรญa. No por nada el blablablรก y los periรณdicos son estelares en nuestras cafeterรญas, como no es gratuito que las secciones de nota rosa sean tan exploradas. Despuรฉs del paseo por cinco cafeterรญas, que se antojaba al lado de Walser, notamos que hay mรกs palabras cruzando de una mesa a otra que palabras impresas. Schopenhauer lo tiene claro, escucha las conversaciones como si subrayara un libro de Shakespeare. Si leyera, en cambio, habrรญa un profesor de gimnasia inoportuno, habrรญa curiosos que querrรญan saber quรฉ lee. Si conversara tal vez una mujer le entregarรญa un peso a cambio de sus frases lรบcidas. El silencio es imposible. No sobresalta. Hay mรกs conversaciones en una cafeterรญa que monedas en el bolsillo.
Una mujer. Nada detiene sus palabras. Es generosa: una, otra y esta otra palabra para su amiga. Escuchamos algunas frases sueltas pero no traemos cambio. Todas hablan de sus problemas amorosos. Un cafรฉ es mรกs barato que el psicรณlogo. No interrumpe al รบnico lector de Pamuk, no fisgonea los periรณdicos en la mesa de al lado ni pone atenciรณn a las palabras que la rodean. Un paso delante de todos, no es una espectadora silenciosa, participa. Cuarta nota: habla porque el chachachรก de las palabras, sobre todo en una cafeterรญa, es la razรณn de su visita. Mientras que Jelinek, por ejemplo, todos los dรญas debe tener algo impreso delante de sus ojos, ella necesita emitir palabras delante de su amiga. Esto es lo protagรณnico en nuestras cafeterรญas. No es Europa. En nuestras cafeterรญas hay mรกs notas inรฉditas del corazรณn que lectores de libros. Nada sospechoso. Los lectores en nuestro paรญs son subversivos. Aquรญ el rebelde trae un libro en las manos.
Una servilleta. รltima nota en una servilleta: hay mรกs profesores de gimnasia que lectores. ~
โ Brenda Lozano
1. Enrique Krauze publicรณ una semblanza de Ricardo Mestre โโMi amigo anarquistaโโ en el nรบmero de julio del 2006 de Letras Libres.
2. Encuesta Nacional de Lectura que realizรณ la UNAM por encargo del Conaculta, y Encuesta Nacional de Prรกcticas de Lectura en las Escuelas de Educaciรณn Bรกsica 2006 que realizรณ el INEGI a solicitud de la SEP. Los estudios son: โLa formaciรณn de lectores en Mรฉxico. Un proceso en construcciรณnโ, resultado de la evaluaciรณn que investigadores de la Universidad de Harvard hicieron al Programa Nacional de Lectura de SEP, publicado en Aprender mรกs y mejor, de Fernando Reimers (coord.), Mรฉxico, FCE, 2006, y Prรกcticas docentes para el desarrollo de la comprensiรณn lectora en primaria, del INEE, 2007. Existe ademรกs otro libro con trece lecturas independientes y contrastadas โDaniel Goldin (ed.), Gabriel Zaid, Nรฉstor Garcรญa Canclini, Richard Uribe, Tomรกs Granados, Federico Reyes Heroles, Renรฉ Solรญs, Julia Flores, Elsa Ramรญrez, Judith Kalman, Fernando Reimers, Gregorio Hernรกndez, Felipe Garrido y Elisa Bonillaโ titulado Encuesta Nacional de Lectura. Informes y evaluaciones, Conaculta-UNAM.