David Bowie: reality bites

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”Nunca jamás envejeceré / mejor me cuido”, canta David Bowie con cierta resignación en Reality, el disco que presentó el pasado 8 de septiembre durante un concierto transmitido simultáneamente desde Londres
     a diversos cines del mundo. En ese mismo tema (“Never get old”) asume su condición de Dorian Gray y la condena implícita: “Nunca habrá suficientes drogas / nunca habrá suficiente sexo / nunca habrá suficientes balas.” Tras veintiséis álbumes —en una irregular pero siempre interesante trayectoria—, el escucha de Bowie debería agregar: nunca habrá suficientes canciones, nunca habrá suficientes Bowies… Aunque el Camaleón llegue a repetirse en ciertos temas y atmósferas que recuerdan tiempos mejores, siempre tiene nuevos y atrayentes sonidos bajo la manga. De hecho, Reality se distancia —para bien y para mal— de sus cuatro trabajos anteriores: Outside, un disco oscuro e incomprendido; Earthling, un gozoso jugueteo con el jungle y la electrónica; Hours, y Heathen, quizá los álbumes donde explota con mayor fortuna la densidad y la melancolía de su singular voz.
     Bowie adereza Reality con algunas incursiones acústicas, poco comunes en su última etapa. Se escucha una guitarra flamenca en “Pablo Picasso”, una armónica en “She’ll drive the big car” y unos bongoes en “Days”. Además, su voz, salvo en el tema “Bring me the disco king”, aparece discreta, caminando junto con la evolución de cada pieza, y no desgarrándose y descendiendo a las profundidades a las que nos tenía acostumbrados. Estamos hablando, sin duda, de un Bowie serenado.
     Su mayor acierto fue volver a trabajar con el productor Tony Visconti. De tal mancuerna han resultado varios de los discos clásicos de Bowie: The Man Who Sold the World, Heroes y Scary Monsters, entre otros. Visconti ha sabido entender como pocos las múltiples facetas del Camaleón, proporcionándole el trasfondo sonoro ideal para su camuflaje. En Reality le permite desvanecerse sin mayores daños. Bowie parece pedirlo en la mencionada “Bring me the disco king”: “Apuñálame en la oscuridad / déjame desaparecer.”
     Por otra parte, se extraña la presencia del extraordinario guitarrista Reeves Gabrels, quien se había vuelto un indispensable en su banda. Gabrels también faltó en Heathen, pero fue sustituido, entre otros, por Dave Grohl (ex Nirvana) y el legendario Pete Townshend (ahora lamentablemente involucrado en escándalos de pornografía infantil). Esto repercute en la falta de texturas y en el sonido plano que registra Reality. Es Mike Garson, su fiel escudero en los teclados (remember Aladdin Sane), quien más aporta para llenar dicho vacío.
     Bowie sigue incluyendo tributos (ahora se trata de “Try some, buy some”, del desaparecido George Harrison, y “Pablo Picasso”, de Jonathan Richman), pero no hay comparación con los magistrales covers que hizo en Heathen de los temas “Cactus” (los añorados Pixies) y “I’ve been waiting for you” (Neil Young). Destacan, en cambio, la pegajosa “New killer star” —primer sencillo del álbum—, “Looking for water”,
     “Days” y “Bring me the disco king”, una canción, por cierto, grabada originalmente para el Black Tie, White Noise (1993), que inexplicablemente había permanecido inédita.
     En general, Reality se disfruta, se deja escuchar. A lo largo de sus once tracks prevalece el pulso de un artista fiel a sí mismo y comprometido con el mundo que lo rodea —de ahí el título del disco. Como el mismo Bowie lo ha expresado, las calles de Nueva York vibran en cada compás. Sin embargo, no está a la altura de sus recientes trabajos. ¿Estará al fin cansado el incombustible Camaleón? No lo parece. Probablemente se trata de un álbum de transición. Sólo está limpiando su pistola, en espera de nuevas balas y mejor puntería…
     Mientras tanto, David Robert Jones sigue fresco y joven a sus 56 años de edad. Fuma y bebe. Tiene una hermosa mujer (Imán), una hija de tres años (Alexandria Zahra) y una cabellera envidiable. No tiene prisa. En una entrevista publicada por El País, afirma: “Mi corazón cree que ya no hay posibilidad de sorprender, que todo está hecho. Pero mi otro lado me dice que hay esperanza, que siempre hay algo nuevo que hacer y por lo que luchar.”
     Como en la fábula de Wilde, somos nosotros —simples mortales— quienes envejecemos con cada disco suyo, en el lienzo más gastado de la realidad. ~

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Su libro más reciente es el volumen de relatos de terror Mar Negro (Almadía).


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