Sr. Director:
En el estupendo texto intitulado "Daniel Cosío Villegas: El estudio del poder y el poder del estudio", que publicó Letras Libres en su edición de mayo, el autor, Lorenzo Meyer, incurre en una afirmación errónea que debe ser enmendada en beneficio de la verdad histórica. Si por "desarrollo estabilizador" Meyer entiende el periodo de evolución económica que se extendió de 1954 a 1970, a la cuenta del mismo no puede achacársele "el caos fiscal del 'neopopulismo', la inflación, el déficit externo, la pésima distribución del ingreso…" Esos cargos son más bien imputables al autodenominado "desarrollo compartido", que se inició con la llegada del presidente Echeverría al poder en 1970. En contraste, el "desarrollo estabilizador" se caracterizó por la disciplina fiscal, el equilibrio de las cuentas externas, una inflación semejante a la de los Estados Unidos, fijeza del tipo de cambio y endeudamiento externo moderado. De ahí que haya sido un periodo de rápido crecimiento económico con elevación continua de los salarios reales. Si acaso algo puede reclamársele al "desarrollo estabilizador" es que no haya impulsado una apertura comercial, la cual ciertamente hubiese resultado en una mejor distribución del ingreso. Como quien dice, fue la tarea que se dejó pendiente. Pero el "desarrollo compartido" se encargó de destruir con saña el cuidadoso y sólido edificio económico que se fincó durante el "desarrollo estabilizador". Ese fue el saldo que nos legó. –
Atentamente,