Guía personal para el estudio

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No todo está dicho sobre la Revolución mexicana. Hay ángulos poco vistos o no integrados a una visión general. La presente guía tiene el propósito de explorarlos al tanteo, esperando su ratificación, corrección o refutación por historiadores profesionales.

 

 

Hay que ampliar el contexto de la Revolución a toda la América árida, desde Nebraska hasta Aguascalientes y todos los focos de modernización en ambos lados. Los hilos conductores son las similitudes económicas y políticas y su interacción: regiones productoras de materias primas, revolucionadas por una transformación económica acelerada, dependientes de la inversión y el expolio de Wall Street, razón por la cual desarrollaron una ideología antiyanqui y populista característica.

Los motores de esta transformación son el ferrocarril, las grandes empresas mineras, petroleras, agrícolas, ganaderas y madereras, la banca, el telégrafo, el teléfono, el correo, las publicaciones periódicas de gran tiraje, las oleadas migratorias y los flujos circulares de mano de obra. Todo lo cual produjo una homogeneización acelerada de formas de explotación, prácticas laborales, técnicas, información, organización y aspiraciones sociales. Esto incluye la lucha por la tierra, que en México era de larga data, pero que resultó transformada por la valorización causada por la expansión económica. La causa de la revuelta agraria no está en los viejos agravios, sino en formas de explotación más modernas e intensas.

La agitación agraria en el suroeste de Estados Unidos es el antecedente inmediato de la agitación agraria mexicana. La “Homestead Act” fue promulgada en 1862, pero de los 500 millones de acres repartidos entre esa fecha y 1904, solo 80 millones fueron para granjeros. El resto fue para las grandes empresas. De ahí la agitación y la invasión de predios. La mayor parte de la tierra fue repartida a partir de la primera década del siglo XX, en medio de gran actividad populista y progresista. El influjo de esta agitación en México ha sido poco investigado, pero debió de ser poderoso, considerando la interacción comercial, técnica y laboral. Muchos agrónomos mexicanos estudiaron y trabajaron en Estados Unidos. Madero estudió agricultura en Berkeley e introdujo nuevas técnicas a las tierras de su familia.

Las grandes organizaciones campesinas, obreras y cooperativas del suroeste y el medio oeste de Estados Unidos dominaron la política en esas regiones, primero como organizaciones independientes y luego integradas al Partido Demócrata. La Southern Alliance ganó en 1890 las legislaturas de ocho estados, seis gubernaturas y cincuenta escaños en el Capitolio. Estas fueron las bases del sistema de partido casi único con muy poca alternancia que dominó la agenda política y social de Estados Unidos hasta fines del siglo XX Arkansas tuvo alternancia después que México.

La era progresista ha sido la más cercana a una revolución socialista en Estados Unidos. No la hubo porque la experiencia de la guerra civil estaba fresca y las elecciones eran respetadas con todo y fraudes. La participación de las mujeres fue muy importante para contener la rabia masculina. Finalmente, a partir de Teddy Roosevelt los gobiernos fueron adoptando la agenda progresista con saltos y retrocesos. El gobierno de Estados Unidos terminó aceptando la Revolución mexicana porque coincidía con sus propios objetivos de igualdad y progreso. La perseverancia mexicana en su soberanía contribuyó a modelar la política exterior de Estados Unidos, también con saltos y retrocesos.

 

 

La homogeneización de México con el suroeste de Estados Unidos empezó a manifestarse dentro del gobierno mexicano a partir de 1890, con la etapa económica intervencionista del Porfiriato. Se abre paso un toma y daca fiscal con las grandes empresas extranjeras bajo el argumento de la facultad del Estado de imponer modalidades de interés público a la propiedad privada. La ley bancaria y la adopción del patrón oro en 1905 están en esta línea. Varios gobiernos estatales introducen leyes de protección a los trabajadores. La primera nacionalización de los ferrocarriles ocurre en 1908 bajo el argumento de que esa era la tendencia en Estados Unidos.

La regulación de los ferrocarriles y otros monopolios en Estados Unidos es consecuencia de la movilización agraria en el suroeste y el medio oeste. Los agricultores preferían quemar el grano antes que entregarlo al ferrocarril por las altas tarifas de almacenamiento y transporte. El primer fallo a favor de los agricultores es la sentencia Munn vs. Illinois (1876), que dice: “Cuando la propiedad es usada de tal manera que afecta a la comunidad at large, queda investida de interés público.” Siguieron varias decisiones en el mismo sentido en muchos estados. Estos antecedentes son más directos y relevantes para la legislación mexicana que los remotos derechos de la corona española sobre el suelo y el subsuelo.

Las huelgas precursoras de la Revolución mexicana también se explican en el contexto de interacción con Estados Unidos. La demanda “A trabajo igual salario igual” de la huelga minera de Cananea y la ferrocarrilera de Chihuahua habla por sí misma. La fuerza de trabajo se movía entonces hacia ambos lados de la frontera. Como no había contratos laborales estables, los trabajadores eran despedidos y recontratados con frecuencia. Trabajadores mexicanos despedidos se movían a trabajar en minas, campos agrícolas y empresas madereras o ganaderas en Estados Unidos, formando flujos circulares. Así podían comparar salarios y condiciones de trabajo.

Hay pues una continuidad de tendencias económicas, políticas y sociales dentro y fuera del gobierno mexicano, desde el Porfiriato hasta la Constitución de 1917. El constituyente José Natividad Macías hizo una gira por Estados Unidos en busca de información para redactar el artículo 27. Los constituyentes agrónomos estaban al tanto de la problemática agraria de ese país. Henry George, autor de una doctrina moralista de la propiedad agraria, tuvo influencia ideológica importante en ambos países. Antonio Díaz Soto y Gama era un “socialista a la Henry George” (José Vasconcelos).

 

 

Otro aspecto poco examinado de la Revolución mexicana es la gran cantidad de líderes que eran autoridades electas (alcaldes, diputados y gobernadores) o tenían cargos públicos al momento del triunfo de Madero o inmediatamente después (Obregón, Carranza, Elías Calles, Zapata, Abraham González, Maytorena, Diéguez, Cabral, Pesqueira y un largo etcétera). Este hecho matiza fuertemente el supuesto de que el Porfiriato era una “ficción democrática aceptada”. La Revolución originalmente fue un alzamiento de autoridades electas por la restauración de la Constitución de 1857. Su identidad “constitucionalista” está plenamente justificada.

Es impresionante que estos líderes hicieran campañas electorales en plena Revolución. En las narraciones de la guerra es común encontrar nombres revolucionarios que suspendían su actividad militar para participar en elecciones. Calles abandonó el frente de batalla para hacerse elegir como gobernador de Sonora en 1915. Obregón recorrió todo el país para hacerse elegir presidente en 1920. Los zapatistas, cuando tomaban una plaza en Morelos, entregaban el mando a las autoridades electas. Y qué decir de Madero, cuyo apego excesivo al credo democrático fue la causa de su desgracia.

El Porfiriato fue algo más que una ficción democrática. Su apego característico a la formalidad constitucional fue al mismo tiempo una intensa pedagogía cívica capaz de valorar el abismo entre la forma y el contenido. No todas las autoridades electas eran incondicionales de Díaz, o a lo menos este no podía saber si lo eran, pues no podía conocer a todos los aspirantes. Se guiaba más bien por los atributos de fama pública y responsabilidad personal de cada uno. Tal parece ser la razón de que, a la hora de la usurpación, hubiera tantos líderes democráticos en armas. Influyó también el cierre de los empleos públicos por la crisis de 1907-1908, que volvió inconforme a mucha gente. Zapata llegó a tener más de treinta agrónomos en sus filas.

François-Xavier Guerra describe la sociedad prerrevolucionaria como “una sociedad totalmente en movimiento. Movimiento físico de los hombres en el espacio, cambio del peso específico de las regiones, del equilibrio de las ciudades y del campo, diversificación profunda de las actividades humanas”. Eufemio Zapata tenía negocios en Veracruz. Emiliano Zapata, comerciante, tenía correspondencia con gente de diversas partes de México y Estados Unidos. Morelos era una región moderna, el mayor productor de azúcar en el mundo, por donde transitaban muchos forasteros.

Esta sociedad en movimiento fue el “nuevo pueblo” al que apeló Madero: 65 por ciento de los actores maderistas directos tenían estudios superiores, 16 por ciento eran maestros. A partir de 1900, los clubes liberales entran en contacto con sus similares de Estados Unidos. Grandes cantidades de liberales mexicanos se exiliaron allá y fueron protegidos de muchas maneras por líderes y organizaciones progresistas. Madero tuvo allá una red de contraespionaje para contrarrestar la red del gobernador Creel. Los revoltosos / Rebeldes mexicanos en los Estados Unidos 1903-1923 de W. Dirk Raat contiene mucha información sobre el tema.

No es entonces casual que Madero haya obtenido el apoyo casi unánime de los liberales, los escritores independientes y las sociedades mutualistas. Su abrumadora legitimidad es anterior a la elección de 1910, lo cual explica la violencia de la respuesta a su arresto y a su asesinato después.

¿Por qué México, con bases democráticas tan promisorias, se volvió no democrático? Un factor es el asesinato mismo de Madero, que inició el retroceso de la democracia; otro es la larga duración de la guerra revolucionaria, cuya destrucción abatió el espíritu independiente y dio lugar a la formación de gavillas depredadoras encabezadas por caudillos; otro factor más es el efecto de arrastre revolucionario, que atrajo a muchos jóvenes sin experiencia política ni educación; fueron ellos los que dieron mala fama a la Revolución en la ciudad de México. Y, last but not least, la Primera Guerra Mundial, que borró el sentido de estabilidad del periodo precedente. Carranza es un líder de ese periodo; Obregón y Calles son líderes pragmáticos del nuevo periodo. ~

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(Santa Rosalía, Baja California Sur, 1950) es escritor y analista político.


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