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Los aรฑos de los vales de comida

(ya vendrรกn luego el pase de autobรบs

y los anรกlisis digitalizados en el saco

y la brรบjula apuntando al hospital mรกs prรณximo).

Los aรฑos de “seรฑor” (hace tanto del “mano”, ya ni hablar del “campeรณn”),

de invisibilidad, de baqueteado pacifismo,

de la sonrisa tentativa en quien es duro-de-oรญdo,

de articulaciones rรญgidas y pequeรฑos dolores

que acabarรกn conmigo. El noveno complemento

de frescas –correosas– cรฉlulas, la Baja Edad Media

(digamos 1400 ac –en el calendario geolรณgico),

los aรฑos de incalculable media que se extiende,

los aรฑos de especulativa cuenta regresiva,

desde una terminal desconocida,

pues el largo tallo todo

–esquisto, vรฉrtebras, panquรฉs, plaquetas, platos–

no se tendrรก ya mรกs en equilibrio, y no se corresponde ademรกs

con ese algo que al fondo de los ojos dice “yo”

y se siente inseguro y verde y tipludo

y quiere su chambrita al subir al estrado y se sonroja

cuando lee “sin desdeรฑar vos el seno de la Virgen”.

Los aรฑos de trepar las escaleras de dos en dos

(nunca en fin de semana),

una excรฉntrica deuda con El desierto de los tรกrtaros de Dino Buzzati,

los aรฑos de deliberada ligereza al andar,

percibida como un guiรฑo a Franz Josef

que pensaba con las rodillas y un Fiaker vienรฉs de ruedas de caucho.

Los aรฑos en que empiezan a acumulรกrsenos los muertos.

Los aรฑos de indolencia y de novarum rerum

incupidissimus, los aรฑos de baratas adquisiciones

e irresponsables aplazamientos, o de baratos

aplazamientos y adquisiciones irresponsables,

de apatรญa, de miniaturismo, de irascibilidad,

de haber sido blando conmigo mismo, duro conmigo mismo,

y sin que me importara ni entendiera ni lo uno ni lo otro.

Los aรฑos de relecturas (a un brazo de distancia).

Los agriamente odiados aรฑos profesionales,

los demoledores aรฑos de indulgencia, los aรฑos sin retos

y zonas de confort y a salvo en mi parcela.

Los aรฑos sin recuerdos o de rala memoria.

Los aรฑos de ir en los elevadores

bajo las luces del elevador en el espejo del elevador,

sintiรฉndome y viรฉndome como un estropajo,

un plato con la costra de queso endurecida bajo una plancha infrarroja.

Los aรฑos de tomarse una de mรกs

y comerse una de mรกs, los aรฑos de insomnio,

de quedarse dormido, de arrugas y de lonjas y pesadez

y de la peluquera que se ofrece a recortarme las cejas.

Los aรฑos del desagraciado fiambre en preparaciรณn.

Los aรฑos para escoger: sild or flamber.

…? ~

______________

Versiรณn de Pedro Serrano.

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