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Querida Claudia:
Esta es una mínima respuesta a tus objeciones a mi reseña de tu libro. Tengo muchas discrepancias, pero me limito a responder algunas porque atañen a la ética.
     El tono pedante que te molesta es el que siempre uso en mis notas, porque no debo involucrar la simpatía o antipatía que tenga para un autor en el juicio sobre el trabajo.
     No sé qué hayas entendido por inicuo, pero desde luego el trabajo lo es. Y lo es toda obra que sólo toma un punto de vista. No puedo admitir como excusa el poco espacio para tratar ciertos asuntos, porque tu libro tiene más de quinientas páginas, muchas de ellasrepetitivas y alguna que otra inicua; pudieron extenderse cincuenta o más, que quien se atreviera a leer quinientas iba a leer seiscientas sin ningún problema.
     Pero asombra que le llamen minucias a los reparos por las inexactitudes; en una biografía la exactitud de las efemérides es tan importante como la buena redacción periodística.
     Decir que no repararon en algunos programas porque sean arcaicos esinsostenible, y menos si dedican varias páginas a las telenovelas más antiguas. La verdad es que en muchos asuntos su investigación fue endeble y poco rigurosa, entre otras cosas porque consultaron pocas fuentes directas e indirectas.
     Lo mismo me parece tu respuesta inicua al decir que sí hablan de Pimpstein, pero omites hablar de Alonso, y le das mucha más importancia a otros programas menos interesantes. Y la cantidad de veces que se cite a alguien no quiere decir que se le da más importancia.
     No quiero rebatirte cuestiones de opinión, pero sí cuestiones de exactitud: cuando se creó Timbiriche se calcó el esquema de Parchís, que fue el de combinar niños y niñas, hasta le pusieron nombre de juego de mesa (parchís esconocido en México como parkasé; timbiriche es un juego muy popular también; Parchís cantaba "y yo soy la ficha azul", aunque el dato parezca inicuo), y trataba de jalar público infantil.
     Insisto, si hubieras leído el Informe de Novo (no las referencias) hubierasencontrado la explicación que no dassobre el carácter de la televisión mexicana, y si hubieras cuando menoshojeado La vida en México en el periodopresidencial de Miguel Alemán habrías evitado muchas erratas.
     Lo más grave del asunto es proclamar que leer noventa libros es leersuficiente. Albert Goldman para escribir Lives of Lennon entrevistó a cerca de 1,200 personas y leyó cerca de seiscientos libros. Me agarras leyendo la vida de los Kennedy; los autores, sólo en entrevistas, registran cerca de tres mil, y no hay un solo párrafo que no esté sustentado por testimonios directos o bibliografía o hemerografía. Noventa libros tal vez sean demasiados para alguien que no lee, pero, ¿tú, Claudia? –
Con la admiración de siempre.  

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