Una vez vi
expuesto
el batรณn azul
que Gustav Klimt
usaba para trabajar,
bajo el que mal escondรญa
su robusta desnudez,
su piel inusualmente tostada
(para un vienรฉs)
y su lascivia de cada dรญa.
Tras ser el atuendo para pintar
y luego,
en el jardรญn silvestre
a unos pasos del estudio,
celebrar
con el baile de las ninfas y el sรกtiro,
la prenda deslavada,
extendida bajo un cristal
y enmarcada sobre un muro,
me conmoviรณ con mรกs cercanรญa
que cualquier cuadro suyo
con todo el poderรญo de la belleza.
Serรก que en ese trozo de tela sin esplendor
habitaba toda la humanidad frรกgil
del fauno sin siesta
y el reseco residuo de su llanto. ~
23-12-09