A fines del aรฑo pasado, un grupo de conspicuos abajofirmantes alzรณ la voz para impedir el cierre de El Dรญa, en solidaridad con los trabajadores del diario, sobre quienes pendรญa la amenaza de una liquidaciรณn. Mรกs allรก de su eficacia polรญtica, el desplegado tuvo un carรกcter informativo, pues muchos lectores ignorรกbamos que el periรณdico aรบn existรญa. Pasado su efรญmero esplendor de los aรฑos 60, cuando era uno de los pocos espacios abiertos a la protesta civil, el viejo diario lombardista cerrรณ filas con el oficialismo y fue perdiendo lectores hasta convertirse en un sucedรกneo del papel higiรฉnico, utilizado como material de lectura en algunas peluquerรญas de Celaya. La prรกctica de inyectar vida artificial a un periรณdico en bancarrota suele perseguir fines polรญticos inconfesables. Por lo comรบn, detrรกs del aparente dueรฑo del diario hay un distinguido priista que trata de hacer mรฉritos o ejercer presiรณn para obtener puestos o canonjรญas. Sin embargo, los defensores de la prensa paraestatal, responsables de que El Dรญa siga decorando los kioscos, suponen con extraรฑo candor que sostener plazas de trabajo en cadรกveres subvencionados por el erario beneficia al gremio periodรญstico.
ย ย ย ย ย La red de corruptelas que mantiene con vida a los diarios oficialistas perjudica en primer lugar a quienes tienen la desgracia de trabajar en ellos. En la prensa comercial, el afรกn de lucro ha engendrado vicios como el amarillismo y el chantaje a las figuras pรบblicas. Pero cuando el dueรฑo de un diario no quiere ganar lectores, sino adular a funcionarios o dar zancadillas a enemigos polรญticos, ningรบn fotรณgrafo, reportero o articulista puede esperar que la buena calidad de su trabajo se traduzca en un aumento de ingresos. Escribir en un diario semiclandestino, cuyo director no hace nada por aumentar el volumen de ventas, pues obtiene financiamiento por otros conductos (publicidad oficial pagada a precios inflados, maquila de impresos para dependencias pรบblicas, etcรฉtera) termina por malograr el talento del periodista mejor dotado. La figura emblemรกtica del reportero borrachรญn y resentido que recibe embutes proporcionales al ridรญculo tiraje de su periรณdico no naciรณ por generaciรณn espontรกnea: es la consecuencia mรกs deplorable de haber trasladado la sinrazรณn burocrรกtica al terreno del periodismo.
ย ย ย ย ย La costumbre mexicana de imprimir periรณdicos superfluos naciรณ en la primera mitad del siglo XIX, gracias al afรกn protagรณnico de los caudillos con ambiciones presidenciales. En la รฉpoca de los pronunciamientos, el primer paso para conquistar el poder era publicar un diario donde “los verdaderos patriotas” reprobaban la gestiรณn gubernamental a nombre del pueblo cansado de sufrir. La abundancia de periodistas con un ambiguo sentido de la lealtad, a los que el Gallo Pitagรณrico llamรณ “muebles de traspaso”, facilitaba la proliferaciรณn de publicaciones coyunturales que desaparecรญan una vez alcanzado su objetivo polรญtico. Como respuesta a los ataques de “la facciรณn impรญa” empeรฑada en sembrar la discordia civil, los caudillos publicaban diarios subvencionados por el erario, los llamados periรณdicos ministeriales.
ย ย ย ย ย Si exceptuamos las รฉpocas de Juรกrez, Madero y Lรกzaro Cรกrdenas, la historia del periodismo mexicano ha sido una larga lucha para impedir que el Estado controle y tergiverse la opiniรณn pรบblica. Bajo la dominaciรณn del PRI, la simulaciรณn de las libertades postergรณ durante dรฉcadas el surgimiento de diarios independientes. El gobierno se valiรณ de la censura y la amenaza de cortar el suministro de papel para escamotear al pรบblico la รบnica informaciรณn que de verdad le importaba. Los polรญticos en disputa por la presidencia usaban la prensa como un biombo para echarse lodo a trasmano. Quien deseara estar bien informado debรญa saber en quรฉ secretarรญas cobraba cada articulista, con quiรฉn habรญa cenado la noche anterior, cuรกl era su gallo en el juego por la sucesiรณn y a quiรฉn buscaba beneficiar cuando criticaba la gestiรณn de tal o cual funcionario. Fuera del cogollo polรญtico, sรณlo algunos privilegiados tenรญan acceso a ese cรณdigo secreto. El gran pรบblico debรญa conformarse con una lectura incompleta y superficial de los diarios, que nunca penetraba el oscuro lenguaje de los periodistas alquilados para enviar seรฑales equรญvocas. Incluso en los diarios con altos tirajes, la noticia mรกs importante del dรญa solรญa ser un criptograma que sรณlo interpretaban con acierto 50 o 100 hermeneutas acostumbrados a leer entre lรญneas.
ย ย ย ย ย Ese complejo sistema de exclusiรณn informativa alcanzรณ su apogeo en tiempos del legendario Carlos Denegri, que a pesar de su notoria corrupciรณn escribiรณ por muchos aรฑos la columna polรญtica mรกs leรญda del paรญs. Vendido al mejor postor, Denegri nunca tuvo autoridad moral, pero la gente necesitaba leerlo para asomarse a los entretelones de la polรญtica, asรญ fuera por una ventana turbia. Hoy serรญa imposible que un rufiรกn tan obvio tuviera peso en la opiniรณn pรบblica. A costa de grandes sacrificios, los periodistas de Mรฉxico han conquistado por fin una independencia real, privilegio de doble filo que muchas veces utilizan para exhibir su pequeรฑez y su tonterรญa. Sin embargo, el periodismo ministerial aรบn existe, y en los estados donde gobiernan los caciques del PRI es una carga muy onerosa para los contribuyentes. El cierre de El Nacional parecรญa anunciar que el gobierno abandonaba la subvenciรณn de periรณdicos autistas. Pero de nada sirve haber cerrado nuestro Granma si el gobierno se vale de prestanombres para controlar otros diarios que desempeรฑan la misma funciรณn. Si yo fuera el doctor Zedillo, me molestarรญa pagar tanto por recibir elogios que nadie lee. Ya pasaron los tiempos en que el seรฑor presidente necesitaba recurrir al autobombo para sentirse querido. En un paรญs donde La Gรผereja tiene 40 puntos de rating, hasta un actor de su talla puede cosechar un aplauso sincero. –
(ciudad de Mรฉxico, 1959) es narrador y ensayista. Alfaguara acaba de publicar su novela mรกs reciente, El vendedor de silencio.ย