¿Quién filmó a mi operador?

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— Anda, dime la verdad,
si quieres seguir sirviendo
en esta hermosa suidá
que es de la Esperanza asiento:
¿Quién contra mí complotó?
¿Quién provocó el abucheo
que en la tele reventó?
¿Quién realizó ese video
donde a mi achichincle veo
aventándose un blackjack
con un puro y un coñac?
¿Quién captó a Carlitos Ímaz
llenándose de billetes
con una cara de clímax
que antes sólo vi en la unam?
¿Quién contra mí, coludido,
ha mostrado a Bejarano
atragantándose dólars
en el cuello y en las bolsas
y al final de su apellido?
¡Anda dime, dime ya!
¿Quién filmó a mi operador?

— Fuenteovejuna, señor…

— ¿Y quién es Fuenteovejuna?
¡San Benito! ¡No conozco
con ese nombre a ninguna
persona! Te equivocastes.
Te voy a decir quién fue,
pero mientras lo hago, creo
que llegado el momento ha
de que toda la suidá
deba venir en mi apoyo.
Que le den a cada uno
su pescuecito de pollo
y de Pascual una lata.
Solidaridá barata
para apantallar a ése…
¿Cómo dices que se llama?

— Fuenteovejuna, señor…
— No fue ése, te lo digo.
¿Sabes quién me metió al box?
No fue el cisen, ni Salinas,
ni fueron ni Bush ni Fox,
ni la cia ni el Ef Bi Ai;
tampoco fueron Ceballos
ni Cuauhtémoc. Lo que es más:
ni siquiera Díaz Ordaz…
De que hay culpable lo hay,
pero ellos no fueron, no,
los que ficieron complot
y armaron este chanchullo
contra el bello Camelot
que en esta suidá construyo.
Si ellos no fueron, no fue
tampoco ese que tú dices…

— Fuenteovejuna, señor…

— ¡Fuenteovejuna mis déstos!
¡Hubo un bonito complot
urdido en complicidat
contra Lópejobradot,
pues su personalidat
al pueblo le gusta un lot,
como muy bien lo veréis
en el año 2006!
Le guste o le guste no a…

— Fuenteovejuna, señor…

— ¡Y dale la burra al trigo!
No sabes nada, se nota,
del arte del cesarismo…
¡Nadie me ayudó, compadre,
para eso me basto solo:
cuando quiero complotar
comploto contra mí mismo!
Se vio sin más protocolo
en este enorme desmadre
que ha logrado amplificar
mi político onanismo:
yo solito me apabullo
cuando la quiero regar.
Pero se escucha un barullo…
¡Ah, es mi pueblo que ya llena,
con su hambre y con su orgullo,
mi plaza Constitución
y a defenderme se apresta!

— ¡Vivan los hombres famosos
muchos años pues que tienen
la vitoria, y a ser vienen
nuestros dueños venturosos!
(Y ya estando aquí se presta
aprovechar pa pedirle
que ya nos cambie el menú:
un año de pollo basta.
¿No habrá un poquito de pasta
o algún otro carbohidrato,
para pleitesía rendirle
con más ganas y más rato?)

— ¿Ya lo has visto? ¡Dime tú
si una expresión espontánea
más bonita jamás vistes,
más cálida y sufragánea!
¿Cómo llamas, dime tú,
a esta expresión popular
que me eriza la cutánea
con la fuerza de su amor?

— Fuenteovejuna, señor…

— ¡Dale otra vez con lo mismo!
Donde tú ves ovejunas
yo veo pueblo. Pueblo soy
y por mi boca habla el pueblo
(pues yo le lleno la panza)
y al pueblo hablarle le voy:
¡Mira pueblo, que aquí estoy:
tu rayito de esperanza!
¿Y quién podría conducirte
hacia un destino mejor?

— ¿Fuenteovejuna, señor…? ~

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Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.


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