Hasta 1930 leyรณ Beckett a Schopenhauer, digo โhastaโ porque la doctrina del filรณsofo cuadra con precisiรณn en las obras del irlandรฉs. Me explico: Todos los filรณsofos han coincidido en juzgar que el fin primero de la vida humana es alcanzar la felicidad. Todos, menos Schopenhauer, y eso por la sencilla razรณn de que para รฉl la felicidad es imposible de alcanzar.
Para el alemรกn, el pesar, el sufrimiento, es el hecho fundamental de la vida humana. El placer es meramente ausencia de dolor, por ejemplo, el placer que nos colma al beber un vaso de agua fresca no es mรกs que alivio de la sed que nos oprimรญa.
El verdadero pecado del humano es haber nacido, muestran los trรกgicos griegos, Schopenhauer y Beckett. Pero en el sutil escritor irlandรฉs reconocemos una diferencia especรญfica que lo separa de todos los grandes trรกgicos de la aflicciรณn pesimista y es sustento de su estilo, a saber, que en Beckett la desgracia y el dolor aparecen unidos a la risa y el dolor es, al mismo tiempo que penoso, cรณmico, tan penoso como ridรญculo y chistoso.
Y asรญ risa y dolor se dan juntas sin que ninguno de esos contrarios se desnaturalice o pierda su filo. Para mรญ este extraรฑo matrimonio de sufrimiento y risa, estas bodas inesperadas son marca de fรกbrica del fascinante maestro del absurdo.
Y en lo que sigue ofrezco una muestra, y al mismo tiempo prueba, de estos tan singulares como regocijantes abrazos.
Oigan esta cita de Beckett: โSi en el mundo habรญa dos cosas que desagradaban a Watt, estas cosas eran, una, la luna, y la otra, el solโ, figura en la novela de Beckett con el nombre del protagonista, es decir, Watt.
El arte de Beckett desemboca en el dominio cabal de una zona difรญcil, incรณmoda, riesgosa para el artista, la zona de lo grotesco.
โโยฟDรณnde tiene los brazos? โpreguntรณ.โ (Samuel Beckett, Watt.)
Wittgenstein sostuvo que una de las palabras que mรกs han estorbado y confundido esa extraรฑa disciplina llamada estรฉtica es la palabra belleza. Algunos lunรกticos conceptuales llegaron a afirmar que la estรฉtica es la ciencia de la belleza, cuando ni es ciencia ni su asunto es la belleza. No entremos ahora a discutir esta curiosa propensiรณn acadรฉmica, bรกstenos decir que un paso mรกs y adjetivos como โbelloโ o โhermosoโ son meras exclamaciones โlo que harรญa que, como se quejaba Ortega y Gasset, hablรกramos de arte como quien habla de jamones.
De hecho, disponemos de un vocabulario muy rico y abundante para hablar de arte; usamos palabras como โlentoโ, โarabescoโ, โchistosoโ, โaburridoโ, โplotโ, โprecisoโ, โmajestuosoโ, โtristeโ, โridรญculoโ, โeleganteโ, โestructuraโ, โviejoโ… (ยฟQuรฉ palabra no podrรญamos emplear para comentar una obra de arte?) Pocas veces, y solo para expedir con facilidad nuestros juicios o entablar rรกpidos acuerdos, caemos en tรฉrminos como โbelloโ o โhermosoโ (sustituibles por โยกpadre!โ, โa todo darโ o โtienes que verlo, leerlo, oรญrloโ). Entenderรญamos, creo, mejor el arte si estudiรกramos cuidadosamente cรณmo nos valemos de voces como โeleganteโ o โridรญculoโ para filiar procedimientos estรฉticos. Una de estas palabras รบtiles y nobles es la voz โgrotescoโ, que es la palabra que tanto cuadra con el arte del maestro Sam Beckett. Continuarรก… ~
(Ciudad de Mรฉxico, 1942) es un escritor, articulista, dramaturgo y acadรฉmico, autor de algunas de las pรกginas mรกs luminosas de la literatura mexicana.