El embrujo de Hong Kong

Aร‘ADIR A FAVORITOS
ClosePlease loginn

No podemos saber todavรญa, estando aรบn en activo Wong Kar-Wai, si la aclamada apariciรณn internacional en el aรฑo 2000 de In the mood for love (Deseando amar) fue el arranque de una era audiovisual, la temprana consagraciรณn de un genio o el manifiesto de un nuevo manierismo con filiales por todo el mundo. La nueva era, que sรญ parece haberse confirmado, vendrรญa seรฑalada por la fecha y la procedencia, pues aunque el Oriente ha dado a la historia del cine grandes maestros, sobre todo japoneses, la figura y el origen de Kar-Wai eran mรกs extraterritoriales; la China continental se hizo muy visible en las dos dรฉcadas finales del siglo XX, gracias especialmente a Zhang Yimou y Chen Kaige, aunque, como si se tratase de un relevo, una venganza o un desafรญo, el siglo XXI naciรณ en aquellas mismas latitudes con deslumbrante efervescencia, pero en Hong Kong y en Seรบl, donde, unos meses antes, en 1999, se estrenรณ La isla, la pelรญcula que dio a conocer a Kim Ki-duk, seguido pronto, mรกs en festivales que en cines, de otros muy notables directores surcoreanos.

Pasados veinte aรฑos del descubrimiento de Deseando amar, se ha reestrenado en los cines que han permanecido abiertos en Espaรฑa entre diciembre de 2020 y febrero de 2021 media docena de tรญtulos de Kar-Wai, quien ha patrocinado y cuidado una nueva ediciรณn de esos filmes pasados por el misterioso cedazo del k4; en cada proyecciรณn (al menos en Madrid, desde donde escribo) a las pelรญculas les precede una misma y desenfadada alocuciรณn breve del director. La experiencia de ver en poco mรกs de dos semanas seis tรญtulos suyos (dos de ellos por primera vez) ha sido, ademรกs de absorbente, reveladora. Las dos mรกs conocidas, Deseando amar y 2046, arrostran con gran entereza el paso del tiempo, pero el conjunto adquiere una condiciรณn que solo se hace posible al aplicรกrseles, digรกmoslo asรญ, una โ€œteorรญa de conjuntoโ€: tener no ya un estilo o un mundo formal propio, sino un genuino paisaje ficticio, muy balizado, que podemos sumar al que tantos directores de primera fila supieron crear (Ford, Bresson, Antonioni, Angelopoulos, por no ser exhaustivos).

A la hora de recorrer ese territorio es casi inevitable mencionar dos de las devociones literarias que Kar-Wai ha dado a conocer con cierta insistencia en entrevistas y declaraciones, destacando junto a alguna otra la de los relatos de Garcรญa Mรกrquez y la de las novelas de Manuel Puig, rara pareja. Sorprendido al principio cuando supe de ellas, fue la filiaciรณn con Puig la que mรกs pertinente me pareciรณ, sobre todo por cuestiones de bulimia representacional, si se me permite este dudoso binomio. Ahora bien, siendo el malogrado novelista argentino un maestro de la profusiรณn verbal y el archidecorado, Wong Kar-Wai, que es mรกs escueto, se desborda sin embargo en algo โ€œmuy de Puigโ€, como es extraer ceremonia de la banalidad y mirar de soslayo โ€“en esto mรกs el hongkonรฉs que el provinciano bonaerenseโ€“ a los bajos fondos en busca de diamantes en bruto que los autores pulen, cada uno a su modo. Sin cambiar por ello mi percepciรณn inicial, la inmersiรณn reciente en diez horas de cine karwaiano me ha empujado tambiรฉn a entender que, a su manera no tan mรกgico-realista, el cineasta nacido en Shanghรกi aspira a configurar en estas seis pelรญculas suyas vistas un Macondo mental mรกs sรณrdido, pero, como el de Garcรญa Mรกrquez, muy autorreferencial y muy caprichoso, si bien el oriental se permite en las pelรญculas construcciones a veces desprovistas de lรณgica y hasta de sentido, cosa que el colombiano modera, pues su universo es de fantasรญa pero estรก sujeto al rigor de la pรกgina impresa y la ingenierรญa novelรญstica. Ver Deseando amar y esa conmovedora revisitaciรณn nostรกlgica de 2046, una pelรญcula que gana mucho en hondura y densidad con el tiempo, supone dejarse llevar por el torbellino fรญlmico, cuya cadencia a menudo veloz contribuye โ€“si solo somos cinรฉfilos y no cientรญficosโ€“ al fulgor repentino, al deslumbramiento inefable, al prolongado hechizo.

Aunque no llega nunca a la altura de esas dos obras maestras que acabo de citar, el periodo de formaciรณn o de galeras de Kar-Wai no es nada desdeรฑable. La mรกs antigua Mientras caen las lรกgrimas (As tears go by, 1988), sin tener las delicatesen formales del resto de su cine, ya anuncia, con voz algo chillona, los temas bรกsicos que el director no ha parado de desarrollar desde entonces: el inalcanzable amor, las vidas desajustadas y una permanente fascinaciรณn (o podrรญa ser morbo) por lo prohibido. Dolor, desorden, hampa, que en Mientras caen las lรกgrimas son aรบn deudores del gรฉnero de bandas mafiosas y clanes criminales, con un derroche de sangre y violencia cruda que tardarรญa muchos aรฑos en reaparecer en su cine. Lo llamativo de esa opera prima es la importancia dada a la familia: el vรญnculo fraternal, la madre ausente pero dominante, el parentesco que mรกs que separar une a la pareja protagonista, prima y primo, en su enamoramiento, entorpecido por las rivalidades de poder, no por la consanguinidad.

A Kar-Wai le gusta el molde de la fusiรณn, y no me refiero aquรญ a sus homenajes figurativos (Truffaut, Godard, Almodรณvar). Sus guiones son mรกs de una vez aglomeraciones de historias; tres de ellas agrupadas en Dรญas salvajes (1991), en la que la claustrofobia, la lluvia y la ropa interior llevada sin exhibicionismo por los personajes son componentes esenciales, apareciendo tambiรฉn el bajo continuo de la insatisfacciรณn amorosa y el alivio auditivo de la mรบsica latina, que habrรญa de convertirse en ritornello muy destacado de sus bandas sonoras; aquรญ con la orquesta de Xavier Cugat. La siguiente pelรญcula, Chungking express (1994), lleva a cabo en su dรญptico de historias paralelas de jรณvenes policรญas hongkoneses una entronizaciรณn despuรฉs recurrente en su cine, la del centro comercial en su variante menos rutilante, mรกs desastrada, asรญ como la coronaciรณn del fast food: su adicciรณn y su caducidad como tema o lema. Tambiรฉn este primer episodio del filme (el segundo es mรกs capcioso y se hace moroso) expone con gran brillantez otra de las constantes del cineasta: las dos velocidades de su relato, que puede pasar de modo vertiginoso de la cรกmara voladora y aรฉrea al montaje estabilizador. Como si esa cรกmara en sus manos buscara algunas veces lo imposible, lo sincopado, y en otros momentos se deleitase en lo parsimonioso.

Esa dicotomรญa se da de modo notable en Fallen angels (1995), en la que tambiรฉn juega Kar-Wai con la alternancia del color y el blanco y negro, un dispositivo que nunca he acabado de entender en su filmografรญa. En este tรญtulo, como en el siguiente, Happy together (1997), los cielos amenazan, la lluvia arrecia, la vida a salto de mata predomina, aunque ese clima se endulza en la segunda, quizรก tan solo porque el escenario es Buenos Aires. Me ha vuelto a resultar un tanto inane, veinticuatro aรฑos despuรฉs de mi primera visiรณn, Happy together, que peca de autocomplacencia gay y pesadas reiteraciones, aunque el trasfondo argentino, y sobre todo el porteรฑo, le da gracia y misterio: el tango exigente que bailan los nativos del cafetรญn y en su dormitorio astroso del hotelucho reproducen los dos chicos turistas coreanos, asรญ como la metรกfora general, las cataratas del Iguazรบ, que la pareja de amantes no llega a visitar en armonรญa, aunque al fin aparecen, y las imรกgenes en color le dan un hermoso halo espectral.

Todo eso cambia cuando Kar-Wai llega a Deseando amar, que es el musical a lo Jacques Demy soรฑado por el director tal vez desde su debut, aunque la musicalidad de este filme es mรกs solemne: el apogeo del ralentรญ, del movimiento lento. Se dice habitualmente que esta magistral pelรญcula es la parte central de una trilogรญa que habrรญa iniciado en 1991 la antes mencionada Dรญas salvajes y cerrarรญa 2046; no voy a contradecir al director ni a sus exรฉgetas, si bien esa triangularidad yo apenas la percibo, mรกs allรก de las voces en off y el hecho de que el protagonista sea escritor en las tres. ยฟEl mismo escritor? No del todo. Deseando amar, y eso fue otro de sus alicientes para el pรบblico del cambio de siglo, es una historia de amor no consumado que rezuma en cada una de sus imรกgenes la sensualidad de lo lascivo y la pena de su frustraciรณn por razones ajenas al deseo. La sordidez aquรญ no es ya determinante, como si los escenarios de las clases marginales habituales en su cine (matones a sueldo, prostitutas, chaperos de ocasiรณn, dealers, yonquis, policรญas turbios) hubieran sido repintados con una mano de color vibrante que, sin quitarles miseria ni dureza, los llevara a un falso paraรญso que nos invita a entrar. Siendo tristรญsimo, y con un desenlace desolador en las ruinas camboyanas del templo de Angkor, no recuerdo ningรบn otro filme elegiaco que dรฉ mรกs intensidad y mรกs compaรฑรญa al espectador. Del mismo modo que 2046, otra obra extraordinaria, emociona hasta el llanto con su prefiguraciรณn del futuro (se trata de una pelรญcula de ciencia-ficciรณn, recordemos), un futuro en el que el pasado domina y da las pautas, y donde reinan sus mujeres duplicadas, concupiscentes, abandonadas, nunca olvidadas. Un futuro pequeรฑo, encapsulado en una nave espacial, en un libro quizรก inexistente, en una habitaciรณn de hotel, el lugar sin lรญmites preferido por el director.

Al salir de una de estas sesiones de rescate de Wong Kar-Wai yo tambiรฉn me puse melancรณlico, pues conociendo muy de cerca los gustos de ese impenitente cinรฉfilo que fue Manuel Puig lamentรฉ que el novelista muriese (en 1990) cuando el realizador hongkonรฉs estaba empezando, sin poder por tanto, cuando madurรณ, inocular su embrujo al inolvidable autor de El beso de la mujer araรฑa. ~

+ posts

Vicente Molina Foix es escritor. Su libro
mรกs reciente es 'El tercer siglo. 20 aรฑos de
cine contemporรกneo' (Cรกtedra, 2021).


    ×

    Selecciona el paรญs o regiรณn donde quieres recibir tu revista: