Quien escribe una historia de la promiscuidad busca provocar. El libro mรกs reciente de Mauricio Tenorio Trillo (La Piedad, Michoacรกn, 1962) parte de los acalorados โaunque no particularmente fรฉrtilesโ debates en torno a la raza y al racismo menos para insertarse en ellos que para desequilibrarlos, voltearlos al revรฉs y, esperemos, destrabarlos. Elogio de la impureza se finca tambiรฉn en โla infamia de la razaโ, pero se aparta del lenguaje, los espacios y la perspectiva que han dominado la discusiรณn. El autor recurre a un vocabulario barroco, que oscila entre la erudiciรณn y el vernรกculo piedadense a la antigรผita, que a veces enreda. Sobre todo, se distancia del lรฉxico de campus universitario, a un tiempo cientificista y moralino, que domina el discurso antirracista. Esta praxis acadรฉmica, nos advierte Tenorio, cargada de buenas intenciones, performativa y ritualizada, โdeviene en, primero, nadaโ y, segundo, genera โuna especie de campo magnรฉtico invencible, racismo/antirracismo, que lo absorbe todo sin reparar en detalles de historia, circunstancias, claseโ, que refleja y apuntala un โmercado polรญtico y cultural de categorรญas fijasโ.
Elogio de la impureza busca entonces desmenuzar trayectorias diversas y enmaraรฑadas desde la historia, como forma de mirar interesada en cambios y continuidades, en particularidades y detalles, reacia a los modelos y clasificaciones que, abstrayรฉndose del movimiento perpetuo, pretenden fijar sentidos y simplificar complicaciones. Su objeto de estudio no es la raza, que sabemos no existe sino como invento del racismo. Se centra en otro โembusteโ, el โmestizajeโ, proceso de mezcla biolรณgica, social y cultural, que, se dice, diluye la raza hasta hacerla desaparecer. La mezcla, nos recuerda el autor, por la ley universal de la concupiscencia โesa que, segรบn Tenorio, dicta que โceteris paribus, y al haber la ocasiรณn, todos yacen con todos, ayer, hoy y maรฑanaโโ, existe siempre y en todo lugar. No obstante, es interpretada, calificada y procesada de formas distintas.
Las construcciones de raza, Estado y naciรณn ocupan el centro de las preocupaciones de Tenorio. Sin embargo, elige, para explorarlas, el abigarrado espacio transnacional de Amรฉrica del Norte. Al reunir, en el mismo campo de anรกlisis, a Mรฉxico con el paรญs al que miramos siempre (Estados Unidos) y aquel del que no nos acordamos casi nunca (Canadรก), el autor muestra cรณmo sus historias se tocan, cruzan y entretejen, para curarnos de cualquier ilusiรณn de que las cosas pasan porque asรญ somos los mexicanos. Desde el siglo XVI, al integrarse a un rรฉgimen imperial, colonial y globalizado, en Norteamรฉrica se encontraron, convivieron y se mezclaron gentes, cosas y bichos que venรญan de cuatro continentes. Castellanas, francesas o inglesas, las autoridades coloniales, como despuรฉs las nacionales, instituyeron todas mecanismos y categorรญas para, escribe Tenorio, โdotar de sentidoโ a esta alarmante โpromiscuidadโ… y con ello estructurar y disciplinar a las poblaciones que gobernaban.
Asรญ, en el siglo XVIII, la Corona britรกnica contaba con quienes emparentaban con comunidades distintas para enlazar โterritorios que incluรญan varias soberanรญas y leyes catรณlico-francesas, pactos con indรญgenas [y] ausencia de esclavitudโ. A partir de la dรฉcada de 1860, el federalismo canadiense, que no querรญa ver mรกs que naciones, empujรณ a los hรญbridos, como los mรฉtis, โa ser indios a ratos o nada o algo especial, o mejor no, siempre sรญ indios, todo dependรญaโ. Un siglo mรกs tarde, para desarmar al embate del nacionalismo quรฉbรฉcois, exaltรณ, con el โmulticulturalismoโ, culturas diversas, igualmente valiosas y no revueltas.
Al sur, la capacidad de los novohispanos โindรญgenas y mestizosโ para negociar, comprarse o protagonizar un lugar distinto dentro de la jerarquรญa colonial โposibilidad fantรกsticamente ilustrada en las representaciones pictรณricas del Purgatorio como lugar de trรกnsito y redenciรณnโ desordenรณ el orden que pretendรญan asegurar sus irritados gobernantes. En cambio, antes y despuรฉs de la Revoluciรณn, las รฉlites polรญticas y culturales mexicanas ensalzaron el mestizaje, siempre y cuando significara reducir lo indรญgena a folclor y antigรผedad monumental y gloriosa. Tan seductora resultรณ la idea que la unesco considerรณ, brevemente, que el modelo mexicano podรญa servir para amainar los estragos del nazismo y el imperialismo. Por otra parte, dentro de esta historia, compartida, de inventar para lidiar con la melcocha, la respuesta estadounidense al mestizaje resulta a un tiempo excรฉntrica e influyente: su legislaciรณn racial inspirรณ a la del Tercer Reich alemรกn; los conceptos y herramientas de su academia โlos desconcertantes colorรญmetros y โguรญas oficiales de tonos de piel de Pantoneโ incluidosโ
{{ Como la del Proyecto sobre Discriminaciรณn รtnico-Racial en Mรฉxico, PRODER, disponible en el sitio web de El Colegio de Mรฉxico.}}
se retoman en otras latitudes. Tenorio reseรฑa cรณmo, dentro de sus fronteras, resultรณ particularmente eficaz y adversa.
Al mediar el siglo XIX, tras la destrucciรณn de la esclavitud por la guerra, la repรบblica democrรกtica construyรณ un repertorio de leyes racistas para mutilar ciudadanรญas: dejar fuera, desposeer, oprimir y segregar, en el caso de los afroamericanos, hasta la dรฉcada de 1960. Al calor de la turbulenta polรญtica que siguiรณ a la guerra civil, los publicistas estadounidenses inventaron el tรฉrmino miscegenation, mรกs que para impedir el mestizaje, para deslegitimar a quienes eran encerrados en categorรญas raciales. Estas medidas draconianas reverberaron en el resto del continente: a partir de las รบltimas dรฉcadas del siglo XIX, la legislaciรณn migratoria racista transformรณ los patrones de movimiento de poblaciones y dio origen a las comunidades judรญas y chinas en los vecinos del norte y del sur. Por otra parte, los miembros de la comunidad mexicana en Estados Unidos, que eran al mismo tiempo โgente de colorโ y โblancos por leyโ, revolvieron y fracturaron categorรญas legales que se querรญan estables e inamovibles. De ahรญ, alega Tenorio, que la experiencia mexicana, de ambos lados de la frontera, pueda sugerir caminos para andar y salir del entuerto.
El autor concluye โcosa rara para un historiadorโ con una โpropuesta finalโ y una serie de sugerencias concretas. Todas implican desengaรฑarnos de que la soluciรณn al problema lacerante de la desigualdad, agravada sin duda por el racismo, va a pasar por lo โracialโ, montada en la misma lรณgica del aรฑoso y complejo esquema que constituye accidentes โde origen, linaje y colorโ en, por un lado, prueba de desigualdad y, por el otro, en identidad y esencia. Propone, por lo tanto, apartarnos de esa โgran mentira que lleva siglos de llenarnos la cabeza y de vaciarnos el corazรณn y la bolsa; a saber, la razaโ. Fรกcil no va a estar… pero vale la pena intentarlo. ~
es doctora en historia por El Colegio de Mรฉxico. Coordinรณ, al lado de Pablo Mijangos y Josรฉ Ramรณn Cossรญo, Derecho y cambio social en la historia (Colmex, 2019).