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El 20 de mayo de 1800, Napoleรณn cruzรณ los Alpes para invadir Italia. Tras asegurarse de que todo su ejรฉrcito habรญa trepado por el difรญcil paso del San Bernardo, Bonaparte subiรณ en secreto, casi solo, a lomo de mula y guiado por un joven campesino. Mientras sorteaban los precipicios este joven le contรณ sus penas a Napoleรณn. El campesino amaba a una muchacha de familia pudiente y creรญa que jamรกs podrรญa casarse con ella. Al llegar a la cumbre Bonaparte escribiรณ una nota, la entregรณ al muchacho y enseguida โ€œdescendiรณ rรกpidamente, dejรกndose resbalar sobre la nieveโ€ hasta el fondo del valle donde su ejรฉrcito guerreaba. Ese papel contenรญa la orden de que le dieran al joven los medios necesarios para casarse con su amada.

Leo esa anรฉcdota en el monumental estudio sobre el periodo napoleรณnico que escribiรณ Adolphe Thiers: Historia del Consulado y del Imperio (quince tomos en mi vieja ediciรณn de 1889).

Ademรกs de historiador, Thiers fue un polรญtico republicano importante y controvertido (hasta hoy). Fue dos veces primer ministro y mรกs tarde presidente provisional de la Tercera Repรบblica Francesa (1871-1873). Estuvo en la cumbre del poder y tambiรฉn conociรณ el exilio. Sin embargo, jamรกs dejรณ de estudiar y de escribir ambiciosas obras histรณricas.

En el prรณlogo al primer volumen de ese largo libro sobre el auge y la caรญda de Napoleรณn, Thiers explica su experiencia combinada de historiador y polรญtico: โ€œen el seno de las asambleas conmovidas por la voz de poderosos tribunos, o amenazadas por la multitud, […] yo no veรญa a tal o cual personaje pasajero de nuestra รฉpoca, sino a las eternas figuras de todos los tiempos. [Asรญ] me encontraba menos irritado y perturbado porque no me hallaba tan sorprendido, ya que asistรญa no a la escena de un dรญa, sino a la eterna escena que Dios erigiรณ al crear los hombres con sus pasiones grandes o pequeรฑasโ€.

Recado para polรญticos: el estudio profundo de la historia podrรญa servir para moderar su conducta. Asรญ como tambiรฉn deberรญa ponerlos en guardia contra sus propias ambiciones y buenas intenciones. Los idealistas de la Revoluciรณn francesa acabaron cortando cabezas durante el Terror o decapitados ellos mismos. Napoleรณn, el gran hรฉroe surgido de esos ideales igualitarios, democrรกticos y antimonรกrquicos, acabรณ coronรกndose a sรญ mismo como emperador y ocasionando una guerra casi mundial.

Thiers, que admiraba a Napoleรณn, que repatriรณ sus cenizas y puso su tumba en Les Invalides, tambiรฉn reconocรญa sus defectos: โ€œun hombre extraordinario que despuรฉs de diez aรฑos de una anarquรญa horrible […] llega al poder supremo y gracias a su sabidurรญa deleita a su paรญs y se gana la admiraciรณn del mundo. Pero poco despuรฉs el triunfo continuo lo trastorna. Ataca a Europa, la oprime, la somete, provocando que se alรญe en su contra; y cae rodeado de una gloria sin igual en el abismo donde Francia entera se precipita con รฉlโ€.

Un conocido refrรกn polรญtico asevera que โ€œel poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamenteโ€ (Acton). Thiers llega a conclusiones mรกs complejas sobre Napoleรณn: โ€œEl abuso de sus prodigiosas facultades lo precipitรณ a su caรญda; […] la impetuosidad de su genio, unido a la falta de freno, fue la causa de su desgracia y de las nuestras.โ€

Ese โ€œabuso de las propias facultadesโ€ es un viejo enemigo de los polรญticos talentosos. Los griegos llamaron hibris a esa soberbia. La inclinaciรณn hacia el poder y el talento para ejercerlo atraen una maldiciรณn: esas mismas facultades tienden a superar sus lรญmites y a desmedirse.

Por eso Thiers โ€“el polรญtico e historiadorโ€“ concluye: โ€œDespuรฉs de largas y maduras reflexiones he llegado a pensar que si a veces los gobiernos necesitan ser estimulados, mรกs habitualmente necesitan ser contenidos; porque si en ocasiones se inclinan a la inacciรณn, con mayor frecuencia son arrastrados en polรญtica, en guerra y en gastos, a emprenderlo todo.โ€

Hasta ayer nos angustiaban los fanatismos de las ideologรญas. Ahora, mรกs que ellas, nos atemoriza la polรญtica populista que amenaza con expandirse por el mundo. Sin embargo, harรญamos bien en no olvidar que la autรฉntica y legรญtima popularidad tambiรฉn entraรฑa amenazas.

Llevados en alas de la simpatรญa general vemos subir al poder polรญticos carismรกticos y afortunados que, sin demostrar talentos โ€“ni defectosโ€“ muy destacados, logran inicialmente la simpatรญa general y grandes votaciones. Entonces, embriagados por su popularidad y llenos de buenas intenciones, estos gobernantes caen en la desmesura y desean โ€œemprenderlo todoโ€, entre otras cosas, โ€œen los gastosโ€.

Tambiรฉn Bonaparte fue en sus inicios inmensamente popular y tuvo buenas intenciones. Conmovido por el drama de un joven campesino, le regalรณ los medios para casarse con su amada. Mรกs tarde, igualmente conmovido, el emperador Napoleรณn quiso regalarle la felicidad a Europa โ€œcasรกndolaโ€ con Francia y para ello desatรณ una guerra casi mundial.

ยฟCuรกntos, entre nuestros polรญticos bienintencionados de hoy, leen historia? ~

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Es escritor. Si te vieras con mis ojos (Alfaguara, 2016), la novela con la que obtuvo el premio Mario Vargas Llosa, es su libro mรกs reciente.


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