Incels: Virginidad, frustraciĆ³n y venganza

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ā€œLa rebeliĆ³n de los incels ha comenzado.ā€

Esas fueron las palabras que Alek Minassian publicĆ³ el 23 de abril de 2018, en Facebook, poco antes de subir a una furgoneta en busca de vĆ­ctimas que atropellar en Toronto. Los incels o involuntary celibates (cĆ©libes involuntarios) son individuos que asĆ­ se autodenominan en el laberinto de blogs, redes sociales y foros de discusiĆ³n en Reddit, 4chan y en pĆ”ginas especializadas en internet donde reina el sexismo. Los incels han creado en esos espacios virtuales una especie de comunidad de vĆ­ctimas rencorosas, una alianza de solidaridad de insatisfechos sexuales, con un delirante cĆ³digo de honor que estĆ”n a la vez furiosos por su condiciĆ³n y orgullosos de su militancia antifeminista y antifemenina. Este es un movimiento que se debe a internet y las comunicaciones digitales. Las entradas incluyen confesiones avergonzadas de virginidad, insultos a las mujeres que los ignoran (stacies o femoids) y a los hombres que tienen Ć©xito en el amor (chads), reclamos histĆ©ricos por la injusticia que los aflige, planes de genocidio, denuncias de complots antimasculinos y propuestas para legalizar la esclavitud sexual, la mutilaciĆ³n femenina y el exterminio de las feministas.

Este grupo desciende de un linaje de odiadores de mujeres que tiene sus orĆ­genes inmediatos en los ā€œactivistas de los derechos masculinosā€ (mra, por sus siglas en inglĆ©s) de los aƱos noventa, quienes entre otras causas criticaban la supuesta preferencia que se daba a las mujeres en los juicios de divorcios y en la custodia de los hijos. Con el tiempo sus ataques derivaron en frivolidades, como demandar a bares que tenĆ­an ladies night por discriminaciĆ³n de gĆ©nero. A estos siguieron otros grupos que han integrado una subcultura de la rabia y la frustraciĆ³n masculina, la ā€œandrĆ³sferaā€ (la ā€œManosphereā€ o esfera masculina), donde caben los Pickup Artists (PUA) o ā€œartistas del ligueā€, quienes presumen de contar con estrategias para persuadir a las mujeres de tener sexo con ellos, y para quienes la masculinidad y su revancha de gĆ©nero se mide en el nĆŗmero de mujeres con las que se han acostado. Si bien los PUA claman por la legalizaciĆ³n de la violaciĆ³n, los Men Going Their Own Way (MGTOW) u ā€œhombres que van por su propio caminoā€ odian tanto a las mujeres que optan por renunciar a todo contacto con ellas. Por su parte los incels sueƱan con que el Estado garantice la reparticiĆ³n del sexo, es decir de los cuerpos femeninos entre los hombres que lo merezcan. Estos grupos no tienen ideologĆ­as coherentes, sino una serie de visiones surgidas por considerarse como una clase despojada, marginada y victimizada, no tanto por una polĆ­tica, sino por caprichos emocionales (hormonales), insensibilidad y crueldad. De ahĆ­ que su ā€œrebeliĆ³nā€ sea en contra de todas las mujeres. Coquetean tanto con el autoritarismo como con la anarquĆ­a, pero sus foros estĆ”n infestados de troles que hacen aĆŗn mĆ”s confusas sus propuestas. Lo que une a estos grupos es la ā€œfilosofĆ­a de la pĆ­ldora rojaā€, un concepto inspirado en la pelĆ­cula The Matrix, en la que escoger la pastilla roja sobre la azul equivale a confrontar la cruda realidad, en vez de seguir inmerso en la ignorancia. AsĆ­ creen renegar del conformismo y la ceguera impuestos por las normas sociales y por la gran conspiraciĆ³n feminista que planea emascular a todos los hombres.

Ese odio se materializĆ³ en el mencionado ataque de Minassian, un hombre de veinticinco aƱos sin antecedentes penales que atropellĆ³ a docenas de peatones en North York, matĆ³ a diez personas y dejĆ³ malheridas a catorce mĆ”s, para luego rendirse e intentar que la policĆ­a lo ejecutara in situ. El suyo no fue el primer ataque de un incel. Antes George Sodini, un analista de sistemas de 48 aƱos, irrumpiĆ³ en un gimnasio a las afueras de Pittsburgh, en 2009, donde matĆ³ a tres mujeres e hiriĆ³ a otras nueve antes de suicidarse. Hasta el crimen de Minassian el guĆ­a espiritual del movimiento habĆ­a sido Elliot Rodger, de veintidĆ³s aƱos, quien asesinĆ³ a seis personas e hiriĆ³ a mĆ”s de catorce con un cuchillo, una pistola y un auto, el 23 de mayo de 2014, en Isla Vista, California. Antes de suicidarse, Rodger fue autor de un manifiesto que anuncia su venganza en contra de la humanidad y culpa a las mujeres de su soledad y su virginidad, ahĆ­ se denomina a sĆ­ mismo: the supreme gentleman. Con su crimen Minassian podrĆ­a arrebatarle ese tĆ­tulo.

La cultura de supremacĆ­a masculina de los artistas del ligue parece haber surgido del programa de concursos The Pickup Artist, de la cadena vh1. En ese reality show los participantes, todos fracasados en el amor, eran guiados en el arte del ligue a travĆ©s de una variedad de pruebas en las que debĆ­an demostrar sus destrezas para la conquista. En el programa How I met your mother, Barney Stinson (Neil Patrick Harris) es un artista del ligue con su propio blog, cĆ³digo de comportamiento con sus wingmen y un lĆ©xico rebuscado. Hubo quienes tomaron en serio estas tĆ©cnicas e incluso pagaron por cursos. Eventualmente los decepcionados comenzaron a expresar su desencanto y a darle forma a planes de venganza en sitios de internet como Puahate.

Los incels tienen nostalgia por un tiempo que no vivieron, en que las mujeres no tenĆ­an poder sobre su propio cuerpo. En realidad, no buscan tener sexo ni mucho menos la justa distribuciĆ³n del mismo, sino dominar a las mujeres y convertirse en hĆ©roes de sus fantasĆ­as pueriles de represalias. Este es un movimiento de nihilistas solitarios, de vĆ­ctimas del bullying y de pacientes con problemas mentales severos que enfatiza la miseria existencial al insistir en que el origen de sus deficiencias es genĆ©tico y fĆ­sico. Ese fatalismo los lleva a creer que la revancha pasa por la violencia, el miedo y el dolor contra la sociedad. Sus blancos favoritos son las feministas que hacen activismo en lĆ­nea, contra las que lanzan ataques brutales y amenazas de violaciĆ³n o muerte. A menudo publican las direcciones y datos personales de sus vĆ­ctimas (doxxing) para hacer el acoso mĆ”s real y peligroso. Algunos pasan del hostigamiento en la pantalla al vandalismo y al terrorismo. Esta cruda expresiĆ³n del cibersexismo va mĆ”s allĆ” de la simple misoginia ya que figuras pĆŗblicas como Milo Yiannopoulos lo han incorporado a la agenda del movimiento racista y fascista de la alt-right.

La amenaza de los incels parece una preocupaciĆ³n absurda en un paĆ­s como MĆ©xico donde se estima que siete mujeres son asesinadas brutalmente cada dĆ­a. Gran parte de las mujeres en nuestro paĆ­s viven bajo la amenaza constante del terrorismo misĆ³gino que ha cobrado mĆ”s de 23,800 vidas en los Ćŗltimos diez aƱos. No obstante, la violencia antifemenina en lĆ­nea es altĆ­sima en MĆ©xico y es de prever que comunidades de solitarios resentidos copien y adapten las ideas de los incels. Es difĆ­cil imaginar cĆ³mo combatir esta radicalizaciĆ³n y neutralizar estas nacientes organizaciones de odio sin recurrir al espionaje y la censura. Pero respetar la libertad de expresiĆ³n no puede ser lo mismo que permitir que un grupo convierta sus frustraciones sexuales y sentimentales en odio y en un manifiesto genocida. ~

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(ciudad de MƩxico, 1963) es escritor. Su libro mƔs reciente es Tecnocultura. El espacio ƭntimo transformado en tiempos de paz y guerra (Tusquets, 2008).


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