No muy lejos de aquรญ habรญa una fiesta, en la que un gordo
comenzรณ a dar saltos. “Soy un gordo”, anunciรณ, “y salto cada
vez que se me da la gana. Oรญr el tintinear de las monedas que
llevo en los bolsillos, junto con el elรกstico rebote de mi cuerpo,
es un placer sublime”. “Ya veo”, dijo un invitado, “pero tanto
rebote y tintineo ha de serle gravoso”. “Los gravรกmenes a
mรญ no me preocupan”, dijo el gordo, pasรกndose las manos
por su oronda figura. “Soy demasiado grande para eso.” “¿Y
quรฉ va a hacer al terminar la fiesta?”, preguntรณ el invitado.
“Montado en mi corcel”, dijo el gordo en respuesta, “partirรฉ
a los confines del imperio, y pasarรฉ revista a mis acciones;
y, por supuesto que algo comerรฉ. Yo siempre como algo”. ~
Version de Ezequiel Zaidenwerg