La novela de Jack Torrance

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Creo que la historia del cine no registra un caso similar al que podrรญamos llamar el โ€œfenรณmeno Kubrickโ€. Dicha historia cuenta con directores mรกs categรณricamente grandes, autores de pelรญculas de un mayor arrastre popular, mรกs aรฑorados, menos furiosamente denostados, pero ninguno tan propicio a generar leyendas, a servir de inspiraciรณn desde el mรกs allรก y, en suma, a formar secta; en Espaรฑa, y lo he podido comprobar en los รบltimos nueve meses, gente de mi edad pero tambiรฉn multitud de jรณvenes, no pocos de ellos nacidos despuรฉs de la muerte de Kubrick, le veneran, se saben de memoria parlamentos y escenas de obras suyas, y caen en arrobo solo de ver a alguien que en su dรญa vio de cerca al Maestro.

La cofradรญa de Kubrick tiene, ademรกs de la imagen fundacional del santo, tres pasos principales de su filmografรญa, 2001: una odisea del espacio, La naranja mecรกnica y El resplandor, por encima de otros filmes que fueron hitos en tรฉrminos mรกs estrictamente cinematogrรกficos, como Atraco perfecto o Barry Lyndon, literarios, como Lolita (que ha envejecido extraordinariamente bien en la barrica donde se conserva el celuloide antiguo), y en funciรณn de su enigma y su carรกcter pรณstumo, Eyes wide shut. Aquรญ vamos a hablar de El resplandor, que, ademรกs de interpretaciones esotรฉricas y burdos chismorreos difundidos en la red, ha originado no un remake sino una segunda parte, tambiรฉn precocinada en un libro por Stephen King. La nueva pelรญcula, Doctor Sueรฑo, dirigida y coescrita por Mike Flanagan, tiene la ventaja de poder usar algunos fotogramas originales del filme de Kubrick, producido tambiรฉn por Warner Bros., pero tambiรฉn la desventaja de las comparaciones desfavorables, pues al remedar en los primeros minutos secuencias de El resplandor, los actores de hoy que encarnan a personajes centrales como el cocinero Halloran, el niรฑo Danny o la madre, Wendy, carecen de carisma y ni siquiera dan el pego del parecido. Peor aรบn es lo que viene despuรฉs y constituye la trama central del guion de Flanagan y Akiva Goldsman: el encuentro de Danny Torrance (convertido en un toxicรณmano de mediana edad) y la niรฑa Abra, dotada igualmente de la capacidad visionaria del resplandor, con una banda de pirados de brocha gorda que les persigue para eliminarlos y apoderarse malignamente del don que Danny y Abra poseen. Siguen numerosos efectos especiales de ojos desorbitados, levitaciones, humos sulfurosos y sangre a granel, derramada principalmente por la jefa de los muertos vivientes, Rose the Hat.

Doctor Sueรฑo se redime un poco en la media hora final de su larguรญsimo metraje de 151 minutos, de nuevo gracias a la Warner y al beneficio de contar con Mike Flanagan sin problemas de copyright con los materiales del filme de Kubrick; cuando el adulto Danny y la encantadora Abra regresan al Hotel Overlook y lo recorren en toda su extensiรณn, se da pie a mรญmesis muy fulgurantes de los momentos cruciales de la pelรญcula de 1980. Y aunque hay un cierto amontonamiento de souvenirs macabros (las temibles mellizas, las desbordadas olas del ascensor, los huรฉspedes descuartizados), el espectรกculo de la ruina no deja de estremecer: el salรณn de la mรกquina de escribir, el hacha, los laberintos desmochados, la moqueta sanguinolenta de los pasillos, vuelven a ser los componentes de un lugar donde la pesadilla invade la realidad o la sustituye.

Para completar el exorcismo de la pobre secuela de Flanagan, me di el gusto de volver a ver El resplandor dos dรญas despuรฉs del estreno espaรฑol de Doctor Sueรฑo. La pelรญcula de Kubrick nunca agota sus posibilidades hermenรฉuticas; Eugenio Trรญas, cautivado por esa obra maestra sobre la que proyectaba escribir un libro entero que su temprana muerte le impidiรณ hacer, pudo sin embargo glosarla por escrito en mรกs de una ocasiรณn, definiรฉndola como โ€œun combate a muerte entre la comunidad que โ€˜resplandeceโ€™ y la sociedad de fantasmasโ€, formulaciรณn elegante de lo que Flanagan trata de desarrollar en su fallido intento. En mi propio Shining revisited de hace pocas semanas, sabidos ya los giros mรกs escalofriantes de una pelรญcula que he visto infinidad de veces y en distintos soportes, me concentrรฉ en una particularidad que, siendo fundamental, nunca habรญa recapacitado lo suficiente: el libro no escrito por Torrance en su encierro psicรณtico del hotel, o lo que es casi lo mismo, la consideraciรณn del personaje interpretado por Nicholson no como paranoico criminal sino como artista abrumado por lo que Harold Bloom llamรณ, a lo largo de muchas pรกginas y varias publicaciones escalonadas en el tiempo, โ€œla angustia de las influenciasโ€. Una vez afirmado esto surge de modo espontรกneo la pregunta asociada: ยฟes realmente escritor ese Torrance guardiรกn ocasional, o se trata de un maestro de escuela con aspiraciones de novelista incipiente, hasta ahora fracasadas, que solo en un espacio embrujado por antiguas leyendas encuentra, vicariamente, la inspiraciรณn? Es muy significativo a ese respecto que en una de las discusiones mรกs agrias del matrimonio, cuando Wendy habla de abandonar el hotel para proteger al niรฑo, Jack la acuse de querer โ€œjoderle la vidaโ€ impidiรฉndole el logro de algo importante con su escritura en aislamiento, y forzรกndole a regresar a la ciudad, en vez de โ€œcomo un seรฑorโ€, para trabajar, sin otro remedio, de albaรฑil o limpiacoches.

Cuando Bloom, en uno de los dictรกmenes mรกs esclarecedores de su seminal The anxiety of influence (1973), sostiene que una buena parte de la literatura nace de la melancolรญa del escritor ante su falta de prioridad, casi parece anticipar la imagen de Jack Torrance como novelista extraviado en la casa de los muertos, asunto que el profesor norteamericano desarrolla con gran agudeza en el capรญtulo seis del citado libro, que lleva el tรญtulo de โ€œApofradesโ€, palabra, aclara รฉl mismo, con la que los atenienses designaban los dรญas aciagos en que los fallecidos volvรญan a ocupar las casas que habitaron en vida. Temas tan bloomianos como el โ€œcansancio de llegar tardeโ€, la soledad imaginativa o el influjo de los predecesores se interpolan en mi reciente relectura de El resplandor, en la que tampoco querrรญa descartar el asomo de las filiaciones. ยฟPues no hay en el filme de Kubrick una rivalidad larvada pero constante entre el padre y el hijo, guiado este por la voz y los poderes de su amiguito imaginario Tony, que apareciรณ dentro de รฉl cuando llevaron a Danny al jardรญn de infancia y su padre le lesionรณ gravemente en un dรญa de borrachera? Mรกs que el combate edรญpico, tocado al bies, lo que sobrevuela la pelรญcula es el fantasma de la precedencia. ยฟEstรก creando el hijo su propia fantasรญa del hotel con mรกs brillo y menos peligro que su padre, y antes que รฉl? ยฟO acaso ambos no pueden subsistir bajo el mismo techo de la ficciรณn, obligado Jack a sacrificar al hijo desafiante y huidizo que ha adoptado la paternidad simbรณlica de un viejo cocinero que le entiende porque ve lo mismo que el niรฑo? El chef negro se lo revela a Danny, nada mรกs llegar, y a espaldas de sus padres: tambiรฉn los lugares tienen resplandor, y en ellos cuando algo sucede โ€œquedan huellasโ€, como un olor a quemado que solo advierten los seres favorecidos con ese don. Mientras Wendy intenta vivir a ras de suelo la realidad del lugar, el espรญritu malรฉfico del pasado que Danny ve desde el primer momento va impregnando a Jack.

Pero la novela de Torrance se consuma finalmente, lejos de su mesa de trabajo y mรกs allรก del juego caligramรกtico de teclear histรฉricamente una frase paremiolรณgica hasta el infinito. La novela de Torrance, en la que su hijo vidente y su mujer sensata no desean salir de personajes, repite una tragedia de tintes gรณticos ocurrida en el hotel pocos aรฑos antes, en 1970, aunque la mรบsica que suena mรกs de una vez y cierra la banda sonora nos retrotrae a los felices aรฑos veinte. Allรญ, en la fiesta de gala del 4 de julio de 1921, arrancรณ una peripecia que tiene ya protagonista, con los rasgos (fotografiados en la pared del salรณn de baile) de Jack Nicholson, quizรก encarnando a un proto-Jack Torrance. El pรบblico sabe que lo que este recrea no es una copia de aquella peripecia: la familia del segundo asesino se salva. Lo que ignoramos nosotros, espectadores-lectores, es si el desenlace era el que estaba previsto. El autor muere antes de la รบltima pรกgina. ~

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Vicente Molina Foix es escritor. Su libro
mรกs reciente es 'El tercer siglo. 20 aรฑos de
cine contemporรกneo' (Cรกtedra, 2021).


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